El error de no aprender de los errores
Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia (Ramón y Cajal).
Sergio R.Pacheco. Y cuan cierto es que el pueblo español en el arte de errar es manifiestamente diestro, mostrando una habilidad inigualable para el tropiezo y el descalabro continuo, posiblemente algo propio de la idiosincrasia de los pueblos de raíz latina o más bien de su idiocia. De un pueblo que es capaz de venerar a un rey, reconocido por su carácter traicionero, al grito de "vivan las caenas", se puede esperar cualquier cosa, pero que este pueblo no haya sido capaz de modificar ni una sola de sus estructuras mentales en mas de dos siglos, solo puede ser prueba evidente de lo enferma y postrada que mal vive nuestra nación desde que se inauguró este periodo de la historia que dimos en llamar contemporánea.
Aun así, y siendo conocedor de nuestra abrumadora ausencia de virtudes colectivas, todavía algunos nos sorprendemos y nos sentimos decepcionados, quizá en la inocencia del que aun espera algo de luz entre tantas sombras, al comprobar como todavía hay gente que ve en la figura de un Aznar - ahora invocado por un decrépito Rajoy - la solución a nuestros males, el remedio a nuestras desgracias y el fin de toda las penurias que aquejan a la Patria, nada mas y nada menos que el aprendiz de brujo convertido en maestro de ceremonias del tétrico espectáculo por el que a modo de tragicomedia discurren los destinos patrios.
¿Aznar?, no gracias, o es que quizá no fue él y sólo él, quien entregó a los separatistas los instrumentos que hoy utilizan para hostigar, humillar y poner de rodillas a la nación, o es que quizá no fue él y solo él, quien puso las bases de una economía basada en la especulación y la estafa, generando con ello una burbuja inmobiliaria que ha sido una de las grandes causas de nuestra quiebra, o es que quizá no fue él y sólo él, quien abrió las puertas a la inmigración descontrolada bajo el torticero pretexto de que sin estos sería imposible hacer frente a las pensiones del mañana, propiciando un efecto llamada que ha puesto en peligro nuestra propia identidad como nación, hundiendo nuestro estado del bienestar y colapsando nuestros servicios con bolsas de paro descomunales, o es que quizá no fue él y sólo él, quien desnacionalizó y mal vendió lo poco que quedaba de nuestra industria y entramado productivo por unas cuantas migajas.
Es que no fue él y sólo él quien nos metió en el euro falseando las cuentas, encareciendo con ello la vida de los españoles y enriqueciendo a bancos y banqueros, o no fue él quien representó el mas vil, rastrero y por supuesto innecesario de los servilismo con los yankees, avergonzando con ello a cualquiera que realmente se precie de llamarse español, no fue él ese cobarde y mentiroso incapaz de hacer frente con valentía a los acontecimientos del 11M, avocando a esa Patria que ahora dice querer defender, a una de las etapas mas miserables e indignas de nuestra historia y arrojando al país hacia los brazos del azote de nuestro tiempo, personificación de la antiespaña y de nombre Zapatero, como el que entrega a un moribundo al matasanos y enterrador.
No!, no podemos, es mas no debemos vivir permanentemente en la indignidad y en la pobreza de buscar la salvación en alguien que, como Aznar, ha sido parte del engaño, partícipe de nuestra destrucción y ruina política, económica y moral como pueblo, a aquel para el que la Patria solo se reduce a los intereses ocasionales de un partido, el suyo. Decía alguien alguna vez, que "Para servir a la patria nunca sobra el que llega ni hace falta el que se va", cuanta razón, España necesita a sus mejores mentes, savia nueva, hombres y mujeres de carácter y convicciones, que den lo mejor de si mismos para regenerar la nación y que nos liberen de tanta podredumbre y mediocridad,.haberlos haylos, es el pueblo el que debe encontrarlos en su vientre y hacerlos caminar, allanarles el camino, esa es la respuesta y no apuestas caducas que solo conllevan a mas frustración y decadencia.