El gobierno en desacato
El Supremo anula el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal de Memoria histórica y acusa al gobierno de “desviación de poder”. El Fiscal General del Estado desoye el mandato del Supremo y el gobierno confirma al Fiscal General del Estado por un nuevo período. Desacato en toda regla. ¿Democracia?, ¿Estado de Derecho?
La seguridad jurídica implica el imperio de la ley. Las leyes son para cumplirlas y las sentencias para acatarlas. Todo lo demás es la ley de la selva. O la ley del más fuerte. O la ley del más caradura. En esas estamos…
Sorprende que este brutal retroceso democrático no haya tenido más eco mediático. Quizás algunos piensen que es un tema menor comparado con la amnistía. Pero si el gobierno desacata al Supremo, ¿qué garantías nos quedan a los ciudadanos?, ¿qué esperanza tenemos de que la amnistía pueda ser frenada en vía judicial?
Bruselas dice que “estará vigilante”. O sea, ‘ya luego si eso’... ¿Qué necesitan los euroburócratas para intervenir?, ¿es que no les preocupa que en un estado miembro no se respete la división de poderes, la independencia judicial, el estado de Derecho y el imperio de la ley?, ¿qué proyectamos los europeos al mundo si un estado miembro desacata a su Supremo sin consecuencia alguna?
Llueve sobre mojado porque los fiscales del Supremo han solicitado amparo ante el atropello de la amnistía y han obtenido el silencio por respuesta. Y el Congreso ya ha admitido dos comisiones de investigación de jueces. ‘Lawfare’ en vena. Y lo lamentable puede empeorar porque Sánchez estaría negociando con Bildu y ERC no sólo controlar a los jueces sino también a la policía y al CNI.
O sea. No sólo otorga impunidad a los delincuentes sino que les abre la puerta del Estado para que se metan hasta la cocina y depuren a los servidores públicos que velan por la Constitución y la unidad nacional. ¿Cabe mayor indignidad?
Mientras todo esto ocurre, la oposición se encuentra desactivada. Los populares han entrado de lleno en la estrategia de condonar la deuda autonómica. Primero Cataluña y luego, la promesa del resto. Moreno Bonillas ya ha dicho que se apunta. Socializamos la mala gestión e incentivamos el despilfarro.
Además, el PP insiste en evitar la alianza con Vox. Sánchez argumenta que antes pactaba con los radicales de Podemos y ahora con los moderados de Sumar mientras que el PP pactaba antes con los moderados de Ciudadanos y ahora con los radicales de Vox. El PP les compra el relato y se carga de complejos.
Mientras, Vox apuesta por la deriva radical de la calle, en la confianza de que Italia y Holanda son el indicador adelantado de lo que ocurrirá en España. ¿Pidiendo a la policía que desobedezca, a los jueces que prevariquen y colocando al Rey en un jaque mate?
El peor escenario posible con los peores jinetes imaginables
El anzuelo del pescador
Campo abre el melón. La inhibición del magistrado Juan Carlos Campo para dirimir la amnistía en el Constitucional abre el melón de recusaciones. Hasta Pumpido estaría contaminado; ¿no fue él quien redactó la proposición de ley? No extraña que Pumpido haya abroncado a Campo por retirarse sin consultar. ¿A quién se le ocurre ser digno con la que está cayendo? #IroniaON
Podemos amenaza las cuentas. Han pasado de tener cinco ministros a estar fuera del gobierno. De tener 70 diputados a 5. De amenazar con ‘sorpasso’ a ser irrelevantes. Su respuesta es tensionar. Ahora amenazan con no apoyar los presupuestos. Es posible que PNV y Junts tampoco apoyen según qué locuras. ¿Gobernar o permanecer en Moncloa?
Volar la conferencia de paz. Israel confirma que no acudirá a la Conferencia de Paz en Barcelona. Normal. ¿Cómo va a acudir después de que Sánchez les acusa de responder de manera desproporcionada y de que la cifra de civiles fallecidos es insoportable?
Pactar con Hamás. “El uso exclusivo de la fuerza no es suficiente para acabar con el terrorismo”, le dijo Sánchez a Netanyahu desde la experiencia española. Es mucho mejor blanquearles primero, pactar después, descansar en ellos la gobernabilidad y abrirles las puertas del Estado para terminar. ¡Qué fácil!, respondió el primer ministro israelí.