Franco acongoja electoralmente a Albert Rivera
Francisco Torres. La no por extensa menos rica sabiduría popular afirma que es peligroso jugar con fuego porque o te quemas o, si eres niño, acabas mojando la cama.
Ya anoté, hace una semana, que Albert Rivera, solito o con ayuda, se había pasado de listo en el juego táctico que tan buenos resultados le está dando en política -gracias a la ayuda de los errores de los demás y a los sustos de la corrupción, todo sea dicho-. Creyó el líder de Ciudadanos llegado el momento de variar su posición, usualmente crítica con quienes pierden el tiempo en mirar hacia atrás, y apoyar al PSOE en su ya famosa PNL -habrá una similar cada pocos meses para buscar portadas y hacerse el radical, ya lo verán- urgiendo al gobierno a cometer un delito exhumando por las bravas los restos mortales de Francisco Franco (sobre todo cuando una de sus representantes televisivos, que dirige la Fundación 13 rosas, ya ha explicado que saben que esto no se puede hacer sin permiso de la familia y de la Iglesia, reconociendo implícitamente que lo que buscaban era publicidad).
Las cosas han salido como han salido y lo evidente es que el PSOE fue el triunfador de la tarde parlamentaria y en la guerra por los medios. Rivera, preso de sus palabras -bueno, de las de su Secretario General, José Manuel Villegas-, fue llevado al huerto sin contemplaciones por los socialistas sin jefe, olvidando en el camino aquel verso de "yo me la llevé al huerto creyendo que era mozuela...", hundiendo su brillante maniobra táctica. Anotaba hace unos días que la cara de Albert Rivera, tras imponer a su grupo el voto afirmativo a la propuesta socialista para sacar, saltándose la legalidad, a Francisco Franco del Valle de los Caídos era un poema -¡Cómo me ha pasado esto a mí que soy el más listo de la clase y juego al póker de vicio!-.
Hoy sabemos -¡qué cotillas son sus señorías!- que en el grupo de Ciudadanos, entre el martes y el jueves, hubo marejadilla, dado que la posición habitual del partido era la abstención en estos temas, y hablar de futuro. Rivera ha dejado a muchos de sus representantes con la parte baja de la espalda al descubierto en una cuestión que para parte de su electorado es más sensible de lo que se quiere reconocer.
Albert Rivera se ha apuntado a los que públicamente quieren desenterrar a Franco y Mariano ya ha dicho -más o menos- que lo de Franco va a enterrar a Rivera: "tranquilos, Ciudadanos cava su propia fosa, sus votantes no entienden que se una a PODEMOS y PSOE". Y menos, añado yo, en el tema de desenterrar a Franco, en el que una vez dicho Sí va ser rehén de las veces que el PSOE saque a pasear el tema, que serán varias. Por si fuera poco Rivera ha roto el argumentario que tenían aprendido de memoria alguno de los suyos: que la Ley existe, que hay que cumplirla, y que el PP ha tenido tiempo para derogarla o modificarla si no estaba conforme -en esto tienen razón-. Lo ha roto porque la PNL es una enmienda encubierta a la propia Ley de Memoria Histórica (LMH). Añadían a eso, con tono conciliador, que la ley era para todas las víctimas. Pero toda mentira tiene su límita por más propaganda con la que se cubra. La realidad es que la Ley se aplica sólo a favor de unas víctimas -en ocasiones en contra de las otras- por más que Ciudadanos se empeñe. Pero hasta ahora eso no preocupa, se trata de españoles de segunda, y por ello C's jamás se atrevería a posicionarse en defensa de las víctimas del Frente Popular -tampoco el PP lo hace, aunque tenga más de un alcalde y no pocos concejales díscolos que le salvan la papeleta-. A esas otras víctimas y a quienes estiman que se comete un atropello solo le quedan los Tribunales.
Visto lo visto y oídas las cosas que se oyen, este analista de segunda tiene la impresión de que Franco ha acabado metiéndole el miedo en el cuerpo a Albert Rivera, que sabe que los votos que le dan las encuestas favorables están en consonancia con el descenso relativo del PP. Jugar con la opinión de los posibles votantes siempre es complicado, pero pese a la manipulación y la censura disfrazada de libertad de opinión, las encuestas, aunque sean de esas no profesionales, dicen lo que dicen: entre la mayoría de los votantes del centro derecha la LMH no despierta simpatías -no pocos altavoces mediáticos piden su reforma o derogación- y Franco debe quedarse donde está. No cuela aquello de que los ahora buenos eran tan buenos -alguien debió matar a las 70.000/80.000 víctimas mortales de la otra represión-, ni que la República del Frente Popular era una democracia, ni que los principales partidos de entonces, algunos hoy con las mismas siglas, quisieran una democracia liberal y más cuando algunos son partidarios de democracias tan excelsas como Venezuela.
¿Qué hacer para salir del embrollo? Albert Rivera, sin mojarse, ha filtrado su particular contrapropuesta destinada a centrar el tema proponiendo una solución de consenso. Una que le permita salir triunfante a efectos de opinión pública, tanto si se acepta como si no. Tengo la impresión de que lo que ahora busca con su propuesta no propuesta es que nadie recoja el guante, pues dudo que él tenga el valor político de defender una alternativa que le valdría el inmediato calificativo de "franquista" desde la izquierda. Pero otorgémosle el beneficio de la duda. Hace unos años, sin mucha fortuna, en un momento en que pudo salir adelante ya que la oposición andaba en otras cosas, el general Salvador Fontenla encabezó una iniciativa encaminada a transformar el recinto del Valle de los Caídos en algo que España no tiene, un gran cementerio militar en el que puedan descansar eternamente y rendírseles homenajes, como sucede en Arlington, a todos los héroes de nuestros ejércitos, a todos nuestros caídos en combate, recuperando los restos que hemos dejado desperdigados en guerras como las de Cuba, Filipinas, Marruecos o Rusia, ya que parte de los enterrados en cementerios improvisados durante la guerra civil -los nacionales ya enterraban juntos a soldados rojos y azules- fueron trasladados a la cripta de la Basílica.
Ahora Albert Rivera recupera esta idea y propone sin proponerlo crear en el Valle de los Caídos el Arlington español -entendemos que respetando la Basílica y permitiendo que allí siga la Comunidad benedictina porque de lo contrario estaría comportándose como un tahúr-. Un lugar de enterramiento militar, lo que por razones obvias esquivaría el tema de la tumba de Franco y pondría fin al intento de la izquierda de convertir el Valle en lo que no es. Rivera cree haber encontrado con esta propuesta, filtrada que no realizada, su particular vía de escape razonable para intentar enmendar lo hecho y que Franco no acabe enterrándolo en una fosa como apuntaba Mariano. Sin embargo, quien esto escribe duda mucho que tenga el valor político de transformar lo sugerido en una proposición que el PP podría aceptar como espacio de consenso, pero que la izquierda radical, desde el PSOE a PODEMOS pasando por ERC, no solo rechazaría sino que anatemizaría al propio Rivera acusándole de fascista o franquista.
Ahora bien, lo cierto es que Albert Rivera, que insiste en presentarse como el hombre propositivo que busca soluciones sin mirar atrás, se ha metido el solito en el charco del "antifranquismo retroactivo" al situarse al lado de PODEMOS y del PSOE. Alguien debería recordarle -quizás ya se lo hayan explicado- que, para bien o para mal, Franco resucita en cada campaña electoral y no pocos españoles comienzan a estar hartos de que se les presente, en razón de herencia, como los malos de la película. Por eso el líder de Ciudadanos anda buscando la cuadratura del círculo con su idea para evitar la erosión de votantes. Ante ello, el PP solo necesita, para ver si es real o va de farol, presentar la propuesta no hecha oficialmente de Ciudadanos como alternativa en la próxima algarada parlamentaria de la izquierda o invitar a Rivera a plasmar sobre el papel el Arlington español (Arlington, por cierto, era propiedad del "malo" general confederado Robert E. Lee). Me da que ni el uno ni el otro lo harán porque están postrados ante la LMH.
Nota: el alcalde socialista de Agueda del Caudillo se ofrece para que los restos mortales de Franco se depositen en un lugar destacado (la plaza del pueblo) y se abra un museo de estatuas y recuerdos de Franco y su época. Pues eso, que algunos se están hartando.