HISTRIONISMO PANHISPÁNICO
Manuel Parra Celaya. Me van a permitir los lectores que haga omisión de la efemérides de este domingo -6 de octubre-, y no recurra a mis humildes conocimientos de historia por ser poco democráticos; me refiero, claro está, al golpe de Estado que protagonizaron socialistas y separatistas catalanes contra la legalidad de la II República. No quiero caer en cancelaciones por evocar memorias non gratas, de forma que voy a centrarme en un tema más actual, concretamente en el antiespañolismo visceral y estúpido que recorre alguno de nuestros países hermanos más allá del charco.
Creo que lo último ha sido la boutade de la Sra. Claudia Sheinbaum, prohijada del ínclito AMLO -López Obrador para los íntimos-, que sigue empeñada, como su mentor y supuesto tutor en el cargo, en pedir cuentas a España por haber derrotado al tiránico imperio azteca, con la colaboración eficaz de los restantes pueblos indígenas oprimidos, masacrados y sacrificados por aquel bajo el cuchillo de obsidiana.
El Gobierno español del Sr. Sánchez obró cuerdamente por una vez, me imagino que a regañadientes, al no enviar una representación oficial a la toma de posesión de la mencionada señora, al no haber sido invitado el Rey de España. Pero, eso sí, mandó -me imagino con los gastos pagados-a sus adláteres de Bildu, Podemos, Sumar y BNG, que imagino que se encontraron como pez en el agua en los actos, como en todas las ocasiones en que se trata de vituperar a España y profesar un profundo negacionismo de su historia; contaron, además, con la compañía inestimable de del “experto historiador” Gerardo Pisarello, aquel que intentó arrancar una bandera nacional del balcón del Ayuntamiento de Barcelona, que afirmó que Unamuno había muerto asesinado, que mostró a Carlos III en el maremágnum de la Revolución Francesa y situó a Carlos IV en las postrimerías del siglo XIX; tampoco podía faltar a la cita la señora Ada Colau, de triste recuerdo para los ciudadanos barceloneses, que suspiraban que se quedara en el México lindo, quizás como comparsa bufa de algún mariachi y no regresara a su ciudad natal.
La ignorancia y el odio suelen ir del brazo, y la representación española conjuga ambas características; quizás su apoyo a la nueva presidenta (que recalcó la “a”, sin atender o saber que se trataba de un participio de presente del verbo presidir, y que no admite distinción de género gramatical), sirva para atajar allí los inmensos niveles de delincuencia y para preocuparse de la suerte de la población mexicana en lo social.
La infeliz anécdota de este acompañamiento a la toma de posesión no podrá pasar nunca al rango de categoría ante el aluvión de acertadas y reiteradas declaraciones de verdaderos historiadores y pensadores mexicanos y españoles sobre la realidad evidente de lo que fue la hispanización, el Virreinato de Nueva España y sus logros sociales, políticos, religiosos, económicos y artísticos.
Cambiando de país, también quedarán como anécdotas , igualmente viscerales y estúpidas, las airadas palabras del Sr. Maduro, que oculta tras su antiespañolidad rampante las miserias del pueblo venezolano y la grave situación por la que atraviesa su país, parte de cuya población huye de sus fronteras o se apresta a una guerra civil; por otra parte, la inestimable ayuda del Sr. Rodríguez Zapatero seguro que va a contribuir a despejar el panorama…
Leo en las noticias de los medios que las vibrantes palabras de aquel a quien el Gobierno español no se atreve a calificar de dictador arremetían contra el PP y, en concreto, contra la señora Díaz Ayuso, a quien aplicó el denigrante epíteto de falangista, sinónimo para él y para otros pensantes de fascista y de cosas aún peores,
Francamente, no conozco el historial político de la Presidente de la Comunidad de Madrid, ni es que me interese mucho, igual que el de muchos otros políticos y periodistas a sueldo; cada uno es libre de pensar o de haber pensado otrora como quiera. En todo caso, la tremenda acusación contra Ayuso del demócrata venezolano me trae a la memoria unas palabras que escuché de labios del Dr. Narciso Perales: “Ser falangista no es un carisma, como el del bautismo; se puede haberlo sido y dejar de serlo en algún momento”; lo sabemos por experiencia muchos españoles desde La Transición, por lo que, si en la biografía de la señora en cuestión figura alguna atracción momentánea por los planteamientos joseantonianos, es muy libre de haber cambiado de opiniones y figurar como primera espada en el PP (con permiso del Sr. Feijoo).
De todas formas, el ridículo queda otra vez en el campo del Sr. Maduro, que ya nos tiene acostumbrados a sus diatribas y salidas ocurrentes como si no tuviera nada mejor que hacer. Tanto él como el tándem Sheinbaum-López Obrador pertenecen de hoz y de coz a esa aparatosa e inane cultura progresista que ha inficionado Europa y América; vienen a ser apéndices menores e imprescindibles de la Globalización y su Pensamiento Único, que se pretende implantar en todo el Universo, en alianza estrecha del neoliberalismo y del neomarxismo.
No obstante, uno sigue empecinado en llamar a las cosas por su nombre, y, siguiendo al pensador argentino Alberto Buela, apuesta por un Pluriverso y considera que pertenece a una gran ecúmene hispanoamericana, mestiza y no indigenista; siente revivir esta apreciación precisamente cuando se aproxima la gran fecha del 12 de octubre, fiesta que rechazan unánimemente por cierto los representantes españoles (sic) en la toma de posesión de la presidenta mexicana y don Nicolás Maduro.