Impugnación preventiva
Luis Losada Pescador
Rajoy dijo el miércoles en la radio que el gobierno sólo podía esperar a la investidura de Puigdemont para impugnarla. Sin embargo, 24 horas más tarde, su ‘vice’ anuncia la intención del gobierno de presentar recurso preventivo contra la impugnación. ¿Jugaba a galleguear, Soraya es más lista o cambiaron las circunstancias?
Analicemos la situación. ¿cuál es el riesgo de presentar el recurso preventivo? Que los órganos garantistas se pongan estupendos y digan que no ha lugar. En tal caso quedarían de totalitarios y peor: torpes. De momento el Consejo de Estado ya ha emitido informe desfavorable. El Constitucional no tiene que dictaminar ya; basta con que admita a trámite el recurso del gobierno para que la investidura quede anulada preventivamente.
En realidad, técnicamente el asunto es relativamente ‘barato’ para el TC. Pueden dictaminar negativamente cuando quieran. De lo que se trata es simplemente de que admitan a trámite el recurso. Pero la teoría y la práctica no siempre van de la mano. Y es evidente que el movimiento tactista del gobierno quiere que el TC le saque las castañas del fuego. Y ocurre que el TC ya ‘se ha comido muchos marrones’ catalanistas endosados por el gobierno.
Y ocurre además que el incentivo de Cobo para engullir ‘brownies’ ya ha desaparecido. Su intención era ser juez de Estrasburgo. Y ese tren ya se le escapó. Así que es posible que el gobierno reciba el portazo de unos magistrados incómodos por tener que asumir ‘patatas calientes’ que el Ejecutivo les endosa.
Así que el Constitucional podría afear al gobierno que pretenda limitar la libertad política y el sano pluralismo democrático. Verdadera gasolina argumentativa ara los nacionalistas.
Veamos en cambio los riesgos de no hacer nada ‘a priori’. En el escenario más favorable, Puigdemont sería investido por plasma. El gobierno recurriría, el TC admitiría a trámite y la investidura quedaría anulada. Pero sería presidente por unas horas. Y volvería a esgrimir a quien todavía le escuche el totalitarismo del gobierno que depone a un presidente legítimamente elegido por el Parlament. Explíqueselo a las cancillerías que en el mundo son.
En el peor de los casos, Puigdemont pretendería la investidura presencial. Si es detenido en la frontera, se aseguraría de que la imagen diera la vuelta al mundo. Si logra entrar en el Parlament con peluca a lo Carrillo, habría que tenerle en la tribuna o en la puerta del Parlament franqueada por los mossos. ¿Se imaginan la escena?
Así que el gobierno ha optado por minimizar los riesgos. ‘Más vale prevenir que curar’. Los órganos garantistas todavía no parecen haberse dado cuenta de que los secesionistas juegan con las cartas marcadas. Estado de Derecho sí. Con todas las garantías. Pero con todo el Estado de Derecho.
El anzuelo del pescador
· Dos millones de empleos en cuatro años. Regresamos al nivel ‘pre-crisis’. Este será el mantra con el que Rajoy pretende sortear la crisis catalana y la amenaza de ‘sorpasso’ naranja.
· Trump aprieta. El euro ya cotiza por encima de los 1,25 dólares perjudicando las exportaciones. Dragui acusa a Trump de “romper la neutralidad’. ‘Hacer América grande otra vez’ era esto.
· Maduro, en modo elecciones. Tras convocar elecciones, llama a consultas al embajador español acusado de injerencista. No hay nada como el enemigo exterior como campaña electoral..