La corrupción... es la corrupción
Luis Losada Pescador. Rajoy anuncia el adelanto a julio del segundo tramo de la rebaja del IRPF y en twitter no se mueve un pajarito. Nada. Como el que oye llover. El gallego ha conseguido colocar el IRPF por debajo de cómo se lo encontró. Rahjoy me lo quitó; Rajoy me lo da. Bien. Ya sólo queda corregir las otras subidas fiscales que han supuesto un esfuerzo adicional de 16.000 millones. ‘Peanuts’. #IroniaON. Just in case.
No sólo el IRPF. Rajoy prepara también regalos para los pensionistas y funcionarios. Los irá anunciando en la tramitación de los presupuestos, que estos sí, quedan adelantados para tropiezo de Pedro Sánchez, que queda fuera de escala. Además, en Moncloa calculan que hemos recuperado el 50% de la competitividad perdida. Y por si fuera poco, el arranque del verano nos regala un buen dato de paro.
Lo increíble –o no, que diría el vasco- es que ninguno de estos datos impulsen sustancialmente la intención electoral del PP. ¿Cómo es posible que un gobierno que rescata a España del abismo y le coloca en velocidad de crucero no tenga premio electoral?
La respuesta es sencilla: ‘Es la corrupción, idiota, la corrupción’. Resulta que el mismo día que conocemos la rebaja fiscal, Bárcenas decide tirar de la manta y afirma que el PP funcionó con caja B con todos los presidentes del PP, también con Rajoy. Y ocurre además que la ciudadanía observa que si no fuera por Ciudadanos, los imputados del PP y del PSOE no se iban a su casa. El bipartidismo es lento para la limpieza y no se pisa las mangueras.
Y además, la gran reforma territorial pendiente se convierte en un ‘veremos’ de un nuevo modelo de financiación autonómica que armonice a las CCAA. Y todo esto produce una frustración que no se compensa con 15 euros de media mensuales. Lo que el gallego no ve –o no quiere ver- es que la ciudadanía no le otorgó al PP el mayor caudal político conocido nunca para gestionar bien; se lo dio para hacer las reformas de calado que España necesitaba. Y esa sensación de frustración por la oportunidad perdida y de orfandad no se compensa con bagatelas.
A Rajoy sólo le puede salvar el partido que se juega fuera de casa. Si los griegos votan que no, se instala el caos, salen del euro, el PIB se derrumba otro 20% y se instalan en el corralito. Muchos que se habían planteado que “otra forma de hacer política es posible” se lo dejarán de plantear y volverán al ‘redil’. Y el PP maximizará el voto del miedo. Esta es la confianza de un gallego que probablemente piense que sólo hay dos problemas: los que soluciona el tiempo y los que no tienen solución. Tancredismo político cuya tabla de salvación tiene forma de Partenón.