La familia hispana
Luis de Carlos Calderón.
Al mundo hispánico no se le identifica solamente por el idioma, aunque este signifique uno de los principales lazos de unión entre sus pueblos. Ciertamente la religión y aspectos culturales tienen mucho que ver en un sentimiento que traspasa fronteras. Ahora bien, aún no poseyendo el conjunto total de los citados aspectos el que diversas naciones hayan estado relacionadas con España explica que, en momentos determinados, se muestre una simpatía y una solidaridad general del resto cuando una de ellas atraviesa un momento difícil. Con ideologías muy diferentes o intereses contrapuestos, gobiernos enfrentados dentro de la comunidad hispana contemplaron como por encima de todo quedaba a salvo la unidad espiritual de sus pueblos. Esta reacción también se ha producido con el caso del Sahara, aun teniendo en cuenta sus especificidades.
En la lectura del texto de la Constitución de la R.A.S.D. (República Árabe Saharaui Democrática) se considera a ésta como parte de la Nación Árabe, de la familia africana y de los pueblos del tercer mundo, asumiendo la confesionalidad islámica del Estado. No deja de ser curioso que sólo el 28% de los estados árabes y menos de la mitad de los islámicos reconozcan a la citada república saharaui frente al 89% de las naciones hispanas, aceptando algunos de los gobiernos de estas últimas, incluso, la recepción de embajadores. En Hispanoamérica quedan por dar el paso Argentina y Chile aunque la Cámara de Diputados chilena, el año pasado, solicitó a la entoces Presidenta de la República el reconocimiento de la RASD y el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Votaron a favor 69 diputados, ninguna abstención y cuatro en contra. Si a estos datos añadimos la acogida del pueblo español a los niños, la colaboración en ayuda humanitaria, la simpatía general a su causa y la conservación del idioma español, creo que es legítimo preguntarnos cómo es posibles que, en una descripción tan detallada que realiza el texto constitucional sobre los colectivos que identifican al pueblo saharaui, no se incluya a la gran familia de los pueblos hispánicos que tiene una impronta de grado superior al colectivo circunstancial de naciones del tercer mundo, pues Dios quiera que progresen, que sí aparece en el articulado.
En la configuración del Estado saharaui contribuyó España a lo largo del tiempo de su convivencia con el pueblo nativo: delimitación de fronteras; paso de la vida nómada a la sedentaria dando lugar al nacimiento de las ciudades más importantes; una organización sociopolítica distinta a las naciones vecinas en consonancia con una tradición propia, estructuras políticas y administrativas gracias a la ley 8/1961 de 19 de abril sobre Organización y Régimen jurídico de la Provincia del Sahara y, en 1967, la creación de la Asamblea General “Djemaa”, que llegó a tener 102 miembros, que representaba a su pueblo. Junto al resto de los españoles, tuvieron sus Institutos y centros de Formación Profesional. Con España el Sahara entró en el mundo moderno y se crearon las condiciones, con el descubrimiento y preparación para la explotación de las minas de fosfatos, en orden a un desarrollo socioeconómico propio. No es de extrañar que la moneda saharaui se llame peseta. España colaboró en los fundamentos de un nuevo Estado para un antiguo pueblo: Territorio, población con conciencia propia y organización para un gobierno.
Por todo lo dicho, espero en honor a la justicia y a la verdad que, en la próxima reforma de la Constitución de la RASD, se incluya a la Comunidad Hispánica como parte de la razón de ser de una nación. Además, dicho reconocimiento se constituirá como un motivo a sumar a otros de diferenciación real y verdadera con respecto a las naciones fronterizas una de las cuales, injustamente, permanece pisoteando el derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación. El sultán marroquí sabe de que uno de los ingredientes de la identidad saharaui es hispánico, razón por la cual sustituye el español por el francés y destruye construcciones del que fuera Sahara Español para borrar cualquier vestigio de la historia, en parte española, del Sahara.