La rebelión catalana y el 23 F
“El desorden almuerza con la abundancia, cena con la pobreza y se acuesta con la muerte”. Benjamin Franklin
Miguel Massanet Bosch. ¿Qué diferencia sustancial podemos encontrar entre la forma en la que los políticos independentistas catalanes amenazan, directamente, con separarse de España, con y sin el consenso del resto de españoles; incumpliendo flagrantemente la Constitución española, salvo en lo que se refiere al empleo del Ejército, respecto al frustrado golpe militar que tuvo lugar en el Congreso de diputados, protagonizado por un grupo de oficiales que pensaban que España había sido entregada al comunismo y que SM el Rey estaba de acuerdo con aquella algarada, incruenta, en la que se pretendía cambiar el Gobierno y recuperar lo que entendían aquellos golpistas, como la legalidad quebrantada por el gobierno del señor Suárez? Es posible que el ruido de sables hubiera puesto nerviosos a muchos de los arribistas que habían conseguido entrar en los puestos públicos, cuando todavía traían de su destierro en países diversos, la impronta de sus “hazañas”, en ocasiones manchadas de la ruindad de haber atentado contra la vida o haber ordenado torturar a muchas personas de las que parece que, ahora, nadie se acuerda, cuando sólo se quiere hablar de los “crímenes del franquismo”. No pretendemos hacer comparaciones en cuanto a los métodos utilizados por unos y otros ni, tampoco, establecer equivalencias en cuanto a las circunstancias que, en cada caso han permitido o permitieron que se llegaran a producir tales actos de rebeldía contra el orden constitucional. Simplemente, queremos resaltar que, en ambas ocasiones, se ha producido un ataque a la legitimidad del Estado democrático. En un caso con la pretensión de destruir y cambiar un gobierno democrático elegido por los españoles y, en el otro, intentando por métodos contrarios a la legalidad vigente y empleando la deslealtad al Estado español; desgajar un pedazo de España para entregárselo a un grupo de ciudadanos que, olvidándose de la unidad, la solidaridad, los lazos de unión establecidos por seis siglos de convivencia y apelando a hechos históricos apócrifos; pretenden declararse propietarios de un territorio que ni les pertenece ni nunca les ha pertenecido ya que, Catalunya nunca ha sido un reino independiente y sí parte de la Corona de Aragón. Y es que no dejamos de ver un trato discriminatorio, una actitud mucho más rígida y unas consecuencias mucho más extremas y demoledoras, para quienes participaron en el asalto al Congreso, con la creencia de que estaban amparados desde la Casa Real, con la evidente intención, no de cambiar la democracia por una dictadura, sino la de tumbar un gobierno que parecía querer dar paso de nuevo a aquellos que habían perdido la Guerra Civil y que tantas cuentas dejaron pendientes, en ocasiones con crímenes a cuestas, a los que el gobierno de la UCD había dado la oportunidad de reinstalarse en España y ocupar, de nuevo, cargos de responsabilidad en la política. Debemos recordar que, en las numerosas obras y comentarios a los que ha dado lugar aquel extraño suceso del 23 de febrero de 1.981, suele existir una cierta unanimidad respeto a que los militares que iniciaron el frustrado golpe, lo hicieron convencidos de que el Rey los apoyaba. Tanto el teniente coronel Tejero y, en especial, el general Milans del Bosch ( un monárquico reconocido) quedaron sorprendidos porque, en cuanto al primero, pensaba que se presentaría en el Congreso el general Armada ( ayudante de la casa del Rey) para hacerse cargo del mando de la operación y, por lo que respeta al segundo, cesó en su actitud rebelde cuando recibió la orden del Rey de regresar a sus cuarteles ¿qué debieron de pensar todos aquellos militares, que habían confiado en el apoyo real, cuando se sintieron abandonados y en manos de la Justicia? Es fácil de adivinar. Penas de cárcel ejemplares, degradaciones, ignominia y destrucción de carreras militares que, hasta entonces, habían sido ejemplares. Incluso, en el caso del teniente coronel Tejero, 34 años después de aquel acontecimiento, los poderes públicos se han ensañado en el teniente coronel Tejero, hijo de aquel, por haber homenajeado a su padre en una reunión de amigos, celebrada en un cuartel, cuando fue fulminantemente destituido por Interior. Mucho rigor, mucha venganza y muchos extremos oscuros sin desvelar, para salvar la apariencia de ciertas instituciones seriamente involucradas en aquellos hechos. También mucha disciplina y mucho amor por la patria de aquellos que se han abstenido de poner en cuestión a aquellos que los engañaron, aceptando los castigos recibidos sin rechistar. Y, vean ustedes este oxímoron de rigidez blanda, esta discrepancia de actuaciones, esta benevolencia y paciencia, esta tardanza del Estado en reaccionar y estas concesiones económicas excesivas para pedir, suplicar y prometer el oro y el moro si “renuncian” a pedir la independencia. No importa que arrastren el nombre de España y el orgullo español por los suelos; que se consienta que se quemen banderas, que se insulte el himno español que se pite al Rey y a las autoridades; porque lo que se pretende es evitar a toda costa aplicar las medidas que prevé la Constitución para impedir que España caiga en manos de aquellos que pretenden destruirla. Les trae sin cuidado que sigan intentando conseguir sus propósitos, aquellos que se han manifestado, sin el menor atisbo de vergüenza, en el sentido de pedir separarse de España, amenazando con hacerlo si no se les concede por las buenas; permitiendo que sigan actuando con entera libertad, reciban el apoyo económico del Gobierno y se les consienta que, lo que reciben para financiarse, se utilice para hacer propaganda del levantamiento contra nación española, para fomentar el incumplimiento de la Constitución y crear gobiernos paralelos y Haciendas duplicadas, amén de embajadas “nacionales” en el extranjero, así como para fomentar el catalán en las aulas cuando, por el contrario, se niegan a dar clases en castellano, aunque los tribunales hayan dictado numerosas sentencias obligando a que lo hagan. ¿Es esta la congruencia de nuestra Justicia? A los unos, porque pertenecían al Ejército, y defendían o pretendían hacerlo, a la nación de lo que, después se ha demostrado como un totalitarismo de la izquierda, incapaz de gobernar en provecho de los españoles y llevando al país al mismo borde de la quiebra con sus políticas insostenibles y sus despilfarros del dinero público, en subvenciones y demás ayudas a los que les eran fieles; del caos político que ya se vislumbraba en el horizonte cercano al que hemos llegado, gracias a estas izquierdas que no dudan en saltarse la Constitución cuando les conviene; en despreciar las normas democráticas cuando no les favorecen o en hacerse dueños de las calles, ejerciendo la violencia, destruyendo todo lo que se pone al alcance en un intento continuado de chantajear al Gobierno y evitar que sean las Cortes, legítimamente constituidas por el voto de los ciudadanos, quienes sean las que dicten las leyes y se ocupen del gobierno de la nación. A los primero palos, a los de izquierdas tolerancia, mano blanda, penas simbólicas o, en muchos casos, aplicar el sistema de la vista gorda, porque es mejor no indisponerse con semejante chusma. Los revolucionarios independentistas actuando con indemnidad; amenazando con incumplir las leyes, enfrentándose al Estado de Derecho, incumpliendo las sentencia y, señores, sin que haya quien les ponga en cintura y se atreva a tomar el toro por los cuernos para eludir que esto acabe de la única manera en que puede acabar, si no hay quien evite el nuevo enfrentamiento entre las dos Españas. O así es como, señores, desde la óptica del ciudadano de a pie, mucho tememos que esto acabe como la Procesión de la Aurora, a palos.