Lutero y las indulgencias
Fidel García Martínez Cuando Martín Lutero, fraile agustino católico apostólico y romano, según la costumbre de la época cuelga en lo que podríamos llamar Facebook de la universidad de Wittenberg, sus opiniones en forma de tesis sobre las indulgencias con el fin de analizarlas y opinar sobre su importancia en la vida de la Iglesia y cómo deben ser enseñadas a los fieles, ya es un prestigioso profesor que durante años ha enseñado en la universidad de Wittenberg: pero una doctrina secundaria como la de las indulgencias objeto de controversia entre agustinos y dominicos, sería la causa remota de lo que vendría después la llamada reforma que no fue tal.
Lutero había ingresado en el convento en 1505: era sacerdote, confesaba a sus parroquianos y predicaba regularmente. Todo siguiendo sus conocimientos teológicos. Los grandes problemas que preocupaban a Lutero como a gran parte de sus contemporáneos católicos europeos eran: el problema de justificación de la salvación; cómo comportarse para evitar después de la muerte no solo la condena eterna del infierno, después de la muerte, sino evitar los tormentos del purgatorio durante mucho tiempo. Es decir cómo escapar de la cólera de Dios y merecer lograr su amor y benevolencia.
Después de largas y profundas meditaciones sobre los textos bíblicos en 1517, encuentra según su particular y parcial análisis de los textos bíblicos en los que cree descubrir algo que era doctrina normal en la Iglesia: que la Salvación está en la justicia (misericordia de Dios manifestada en Cristo y no en la obras de la Ley).
Esta doctrina fue la base de la Predicación de San Pablo, para quien por el pecado todo hombre es reo de juicio y sólo puede ser salvado por la base del Kerigma: Pasión. Muerte y Resurrección de Cristo. Esta doctrina fue sistematizada por el gran San Agustín, y era la oficial en la Iglesia Católica, frente a todos los pelagianos que defendían que el hombre se salvaba en parte por sus propios méritos.
El problema de Lutero no fue su interpretación de las indulgencias, que era perfectamente católica en un principio. Su rebeldía contra Roma instigada en parte por los príncipes electores alemanes, que vieron en Lutero un líder religioso que podía ayudarles dinamitar el poder del Joven Emperador Carlos, quien debía de gestionar el Reino de España y el del Imperio Germánico.
La famosa dieta del Worms fue donde se fragua la ruptura total de Lutero con Roma y sus conocidas tesis anticatólicas con las que mezclaba toda clase de injurias, maldiciones y blasfemias contra la Jerarquía de la Iglesia, los sacramentos, el culto a los Santos y a la Virgen. Lutero quiso y pretendió una reforma imposible de la Iglesia que sólo consiguió que la túnica de la iglesia se rompiera en mil pedazos, que aún a pesar de todos los esfuerzos del Ecumenismo es imposible remediar.
La postura del Papa Francisco en Suecia rezando juntos luteranos y católicos, no es la solución, porque persisten las graves diferencias doctrinales y teológicas, pero es apostar más por lo que une que por lo que separa.