Montoro: ¿inútil o pacificador?
Luis Losada Pescador
“Yo no sé con qué dinero se pagaron esas urnas de los chinos, ni la manutención de Puigdemont, pero sé que no con dinero público”. Así de contundente se mostró el pasado lunes el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. No es la primera vez que se muestra así de tajante. El pasado 31 de agosto ya sentenció lo mismo. Y en septiembre se mostraba ufano afirmando que no habría referéndum porque -tras la intervención económica de la Generalitat- no se había gastado ni un euro en la consulta ilegal.
Sus palabras contradicen el informe de la Guardia Civil que elevaba a 1,6 millones de euros el dinero público destinado al referéndum ilegal. Una cifra que la Benemérita ha elevado a casi 2 millones. Y es este informe el que ha servido de base al juez Llarena para imputar delito de malversación de fondos públicos.
Pero es que, además, las declaraciones de Montoro se contradicen con sus propios hechos. Porque ocurre que el mismo Montoro denunciaba en octubre ante el Tribunal de Cuentas el uso de dinero público. Y la misma Abogacía del Estado hacía lo propio ante el Supremo.
Las contundentes declaraciones del ministro han facilitado la estrategia de defensa tanto de los encarcelados como de los huidos. Si el propio ministro de Hacienda dice que no ha habido un solo euro público destinado al referéndum, es que no lo ha habido y por tanto, no ha habido malversación.
Por eso Llarena reclama que Montoro explique la contundencia de sus declaraciones y levanta el secreto de sumario para que todos podamos ver las comilonas que los golpistas se metían a cuenta del ‘proces’.
¿Por qué esa contundencia del ministro? Puede que Montoro no tenga abuelas y trate de colocarse la medalla de lo bien que ha cortocircuitado el mal uso del dinero público gracias su buen hacer. Esta explicación podía tener sentido hasta el 1 de octubre. Sostenerla después es un insulto a la inteligencia. Porque es evidente que hubo referéndum, que hubo urnas chinas y que alguien las pagó. ¿Un alma generosa?
Así que sólo cabe concluir que Montoro jugaba a pacificador. Porque además ocurre que Cataluña resulta ser la comunidad más beneficiada por el FLA y que los presupuestos presentados esconden mecanismos para la condonación de la deuda autonómica. Montoro sabía que sus contundentes declaraciones ‘flexibilizaban’ la posición jurídica de los enjuiciados. Y si no lo sabía debería de irse a casa por incompetente.
Ahora que Llanera le pone en su sitio sus compañeros se rasgan las vestiduras y reconocen que pudo haber “grietas” en el control financiero de la Generalitat. Pero la pregunta es si Montoro iba por libre u obedecía órdenes. Tengo para mi que es difícil que un ministro de Hacienda sea un verso suelto. Montoro hizo lo que presidencia le ordenaba. Quizás se excedió en el verbo, pero no en el sujeto.
Y es esa ambigüedad gubernamental la que envalentona a los golpistas y la que desconcierta a nuestros socios europeos. ¿Se querrán enterar de una buena vez?
El anzuelo del pescador
PNV: ganan los pragmáticos. El PNV dijo que no apoyaría los presupuestos con 155. Pero renuncian a la enmienda a la totalidad facilitando el trámite. Ganan los pragmáticos de Bilbao frente a los maximalistas de Guipúzcoa.
El Gatopardo cubano. Revelo en la presidencia cubana. Cambio de caras, pero no de política. Ni de régimen. Un gatopardo cubano: es necesario que todo cambie para que todo siga igual.
Ni media tontería. Al final fue tontería y media. La tonta, Bescansa, se puso colorada. El atontado, Iñigo, la apuñaló públicamente. E Iglesias avaló el ajusticiamiento. Se cierra el telón. Hasta la próxima.