Lluis Esquena Romaguera. "No existe un divorcio católico, sino que no existió el matrimonio. Y si existió, es indisoluble". Lo recordaba el Santo Padre en la rueda de prensa del avión que le traía de vuelta de Estados Unidos. Asimismo, señaló, que el motu proprio sobre los procesos de nulidad matrimonial “facilita los procesos en el tiempo, pero no es un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no lo puede cambiar, es doctrina, es un sacramento indisoluble”.
Los procesos legales -explicó el Santo Padre- son para probar que eso que parecía sacramento no lo era, por falta de libertad, por ejemplo, por falta de madurez, enfermedad mental. Son muchos los motivos.
El Santo Padre también habló del problema de los divorciados que están en nueva unión. A propósito precisó que le “parece simplista decir que se puede hacer la comunión. Lo que el Instrumentum Laboris propone es tanto” y recordó que “no es el único” problema. Citó a los jóvenes que no se casan, que es otro “problema pastoral”, es decir, la “madurez afectiva”. Y habló de otro problema: “la preparación al matrimonio”. Al respecto observó que “para hacerse cura hay una preparación de 8 años”, pero para casarse, “se hacen cuatro cursos. Hay algo que no va”.