No me lien a las pobres monjitas…
Jorge Llopis Planas. Perito Tasador y Judicial en Arte y Antigüedades. Donar bienes, además de la satisfacción EGO personal, también puede suponer beneficios fiscales.
Particularmente a mi me parece bien. Si finalmente usted ha decidido donar sus bienes a cualquier organización benéfica, ya sea de forma parcial o total, ya sea porque no tiene familiares a los que dejárselos en herencia, o simplemente porque desearía mejor no tenerlos (familiares, que no bienes), es una opción. Antes se le llamaba “Obras de caridad”, hoy donaciones de bienes ya sean éstas económicas o en ESPECIES.
Unos pueden donar sus bienes a ONG’s, otros al estado y otros a las instituciones de la Iglesia. Por mis convicciones y porque conozco la labor que éstas últimas han realizado en el pasado y realizan actualmente a través de comedores sociales, ayudas a familias necesitadas, asistencia a enfermos y desfavorecidos, etc. son las de la iglesia y religiosas las que me merecen más confianza. Todas las organizaciones laicas y religiosas, son entidades cuyos integrantes (voluntarios, personal fijo y gestores) realizan una labor encomiable, discreta, eficaz y necesaria, pero unas me resultan más cercanas que otras.
Las personas colaboran con sus donativos y aportaciones y estas organizaciones los gestionan de la mejor manera posible, intentando que esas ayudas se transformen lo más rápidamente posible en recursos necesarios para su labor humanitaria. Hay veces hay quien dona dinero y a veces otro tipo de donaciones en especies ya sea comida, ropa, juguetes o incluso propiedades inmobiliarias. En este último caso estos inmuebles se convierten en casas de acogida, centros asistenciales, puntos de información, almacenes de distribución o alquileres que reportan recursos directos para sus actividades. Pero es que incluso, hay veces que las propiedades donadas ¡Incluyen todo el contenido!.
Llegados a este punto pueden pasar dos cosas: En caso de que la propiedad donada se convierta en comedor social, y que las personas que allí acudan estén comiendo su cocido en compañía de un cuadro de Regoyos o en una mesa Carlos IV, o bien. Caso dos: Que el albacea encargado (abogados incluidos) de llevar a cabo esta donación de acuerdo con las voluntades del donante, no sea lo suficientemente escrupuloso (o incluso honesto) y encargue a cualquier trapero / chamarilero el vaciado de la casa por cuatro perras (y a veces a medias o quedándose con piezas buenas). Sé de que hablo.
El escenario anterior, puede suponer en algunos casos que el contenido tenga más valor que el continente, por lo que el valor de la donación puede ser muy superior. Hay veces que según que mobiliario puede tener una salida o aplicación práctica pero en otra ocasiones no. Recuerdo una vez que me llamaron desde una pequeña ONG dedicada a la capacitación profesional de disminuidos psíquicos porque tenían dos jarrones muy grandes (Sevres), donados hace años y que entendían poder tener más valor que hacer de paragüeros…
En estos casos es muy poco habitual que cuando se donan objetos de arte, mobiliario y “trastos viejos”, alguien de la entidad tenga la capacidad, conocimientos, experiencia y capacitación para llevar a cabo en primer lugar una peritación, es decir, determinar si las piezas son buenas, tienen un valor o si son trastos viejos.
Desde una perspectiva práctica algunos pensarán que ¿Qué se pueden hacer sino, con tantos “trastos viejos”? Pues eso, que traperos y oportunistas vacíen rápido las casas y compren al momento y a la baja…¿Ven?. Otra vez las prisas de las que he escrito en otras ocasiones y sus consecuencias. En este caso peor, porque el dinero que se obtendría por ello tendría un fin humanitario si se gestionara correctamente.
A veces me sorprende que los albaceas (abogados incluido) no entiendan que este tipo de objetos valiosos deben estar declarados y tasados judicialmente, puesto que tienen un VALOR y forman parte de una DONACIÓN. He escrito en otras ocasiones sobre este particular: El famoso epígrafe AJUAR DOMÉSTICO según los Art. Del Código Civil 1321 y 1322, pero nada, no hay manera. O no tienen ganas de ponerse a trabajar o no entienden la diferencia entre una TV y un bargueño, entre una lámina de grandes almacenes y un Cusacs o entre una vajilla Pickman de la Cartuja y un juego de tazas del Burger. Supongo que es fruto o lo genera al arrogancia, la soberbia o la ignorancia, pero que tratándose de un profesional sólo se traduce en incompetencia.
Como donación esta debe detallar y especificar el importe, tanto de lo recibido como de lo donado. Y para no atosigarles, recordarles que esta donación se beneficia de la desgravación fiscal correspondiente. Cuanto más detallada, mejor.
No es difícil entender que sí estas situaciones no se traen solucionadas desde casa habrá que por lo menos asesorarse. Lógicamente recomiendo recurrir a profesionales independientes del mercado ¿Peritos tasadores o peritos judiciales? Por ejemplo. Ya que la función de las monjitas, las ONG’s y otras entidades no es identificar y valorar esos objetos (el cuadro o la mesa o los jarrones), además no podrían por obvio conflicto de intereses.
Ni que decir tiene que también existe el Lado Obscuro del asunto. Yo le llamo “blanqueamiento cutre”. En una ocasión me pidieron valorar unos supuestos relojes franceses del siglo XVIII que fueron donados y en que el donante (y su abogado) habían declarado un valor de 9.000 €. El donante desgravó por esa cantidad, pero un día la organización decidió poner en valor las piezas para su venta. Ni franceses, ni del XVIII. ¡Chinos!. Precio: 120 € cada uno…¿Y qué hacen entonces las organizaciones? ¿Reclamar? ¿Denunciar?. No, no tienen tiempo, ni recursos para ello, por no hablar de la sensación de haberlos utilizado. Continúan co su labor humanitaria. Pero estarán conmigo que te queda mal sabor de boca cuando te enteras de que hay gentuza que abusa de esta mansedumbre ¿No?.
Creo y sólo es una idea, una propuesta, pero considero que se está desaprovechando esta oportunidad en de rentabilizar estos objetos de cierto valor o curiosos en una doble vía: Recuperar estas piezas fomentando una línea de coleccionismo más asequible y por su puesto su venta.
Si, me dirán que ya hay tiendas tipo “Charity”. En mi isla son muy comunes gracias a la presencia extrajera residente y a su tradición de compra de 2ª mano. Allí se encuentran objetos de todo tipo y además con la seguridad de que el resultado de la venta llega donde debe y también lo gestionan voluntarios. También existe el famoso Rastrillo, pero cada vez es más petardo y Además tiene una única entidad beneficiaria.
Una “Feria de Descargas” o rastrillo con las organizaciones allí presentes. Supongo que espacios en Madrid (sin acritud) sobran, desde el infrautilizado Palacios de Congresos de la Castellana a cualquier otro espacio público que puede además debería ser gratuito para este tipo de actuaciones. Algo “cercano” y económico y que además permitan al publico acercarse o conocer mejor a estas entidades (por ejemplo si es usted socio , un 10% de descuento sobre lo comprado). Ya ven , siempre dando ideas…
Y dejen que las monjitas hagan su labor durante todo el año y no les complique la vida…
Jorge Llopis Planas
Perito Tasador y Judicial en Arte y Antigüedades
Connoisseur d’Art
http://www.arstasante.com