Rumanía vota alemán
José Luis Orella. La victoria inesperada de Klaus Werner Iohannis, líder de la Alianza Cristiana Liberal, sobre Viktor Ponta, el primer ministro, representante de la Socialdemocracia, ha vuelto a recordar, a 25 años de la caída del comunismo, las páginas olvidadas de un texto clásico de Claudio Magris, El Danubio, donde se nos descubría una Europa desconocida a los occidentales, bañada por el Danubio.
Rumanía es un país europeo integrado en la Unión Europea y en la OTAN, pero donde todavía no ha arraigado la prosperidad, y de donde cuatro millones de sus jóvenes han tenido que migrar para poder ayudar a sus familias, un cuarto de ellos a España. La corrupción galopante, la miseria que convierte al país en uno de los más pobres de la UE, y el mantenimiento en el poder de la vieja oligarquía comunista, disfrazada de socialdemócratas, son argumentos suficientes para causar este verdadero vuelco electoral. El primer ministro Ponta que siempre gozó de una enorme fuerza electoral en la Rumanía histórica (Moldavia y Valaquia) y la red clientelista del antiguo partido unificado, ha sido sorprendido por el apoyo unánime a una candidato local poco conocido, pero cuya fisonomía germana, quiere hacer de imán de atracción de la poderosa Alemania de Angela Merkel.
El catedrático de física, Klaus Werner Iohannis, era el líder del Foro Democrático Sajón, representativo de la comunidad sajona de Transilvania, importante en tiempos, pero ahora a punto de desaparecer por la migración a Alemania, y que junto a la suaba del Banato, conforman la entonces, importante minoría alemana de Rumanía. Los sajones, a los que pertenece Iohannis, desde el siglo XIII, y los suabos desde el XVIII. Su gestión como alcalde de Sibiu, idílica ciudad transilvana, conocida en tiempos del Imperio Austro-Húngaro como Hermannstadt, ha contribuido que este rumano, de etnia germana, de fe luterana, pero que asiste cada domingo a la Misa católica, acompañando a su mujer católica, haya sido visto como el hombre capaz de devolver la esperanza a Rumania. El voto de los alemanes, húngaros y católicos romanos y de rito bizantino, más de dos millones y medio, en su mayoría residentes en Transilvania, han arropado a su conciudadano. Aparte de los rumanos de sociología derechista (liberales, campesinos y nacionalcristianos), que animados por el activismo anticomunista del “alemán” han votado por eliminar al “cachorro” de los antiguos comunistas. También el apoyo de los 400.000 rumanos emigrantes, que pudieron votar, y que en un 80 % lo hicieron por él, han demostrado las ganas de desarrollar un país, que fue alabado por nuestro poeta bilbaíno Ramón de Basterra, como una Roma contemporánea, y por los franceses, como la Francia balcánica.