SANTA TERESA: UNA DOCTORA ESPAÑOLA PARA LA IGLESIA UNIVERSAL
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El domingo 27 de septiembre de 1970 el gran papa San Pablo VI, conmocionaba a la Iglesia y al mundo proclamando solemnemente a Santa Teresa Jesús, Doctora de la Iglesia universal. En una emocionante ceremonia afirmaba: “El hecho de mencionar en este lugar -basílica de San Pedro- y en esta circunstancia, el nombre de esta Santa singular y tan grande, suscita en nuestro espíritu un cúmulo de pensamientos”. El gran Papa veía en la figura de Santa Teresa una mujer excepcional; religiosa toda ella envuelta en sencillez, penitencia y humildad; irradiando en torno a ella la llama de su vitalidad humana y dinámica espiritualidad; reformadora y fundadora del Carmelo, Orden insigne; escritora genial y fecunda; maestra de la vida espiritual; contemplativa incomparable; en su vida activa, incansable... El Papa con emoción contenida exclamaba: ¡Qué grande, única y humana, qué atrayente es esta figura!
San Pablo VI teniendo en cuenta la personalidad poliédrica de la Santa abulense, se fija especialmente en la concesión de otorgarle el título de Doctora de la Iglesia, que pone de relieve la maravillosa doctrina que brilla por la verdad y fidelidad a la fe católica y el gran servicio de su doctrina, guía segura para la formación de los fieles católicos. Resalta que el gran carisma doctrinal de la de Madre y Maestra de los Espirituales, debe ser implementado con el de Doctora de la Iglesia, lo que supone que la autora del Castillo Interior ( Moradas) debe ser voz autorizada para llevar a cabo dentro de la familia Carmelitana, en la Iglesia orante y en el mundo la excelencia de su doctrina perenne y actual, el mensaje de la oración, que según escribe en el libro de su Vida: “no es otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino tratar de mistad, estando a solas con quien sabemos nos ama”.
Con este doctorado otorgado a Santa Teresa, San Pablo VI pretendía también reconocer expresamente la importancia de la mujer en la vida de la Iglesia; citando expresamente al concilio Vaticano II, que en su mensaje a la mujer afirma: “La mujer está llamada a instaurar el Reino de Dios en la tierra: invitándolas igualmente a ayudar a que la humanidad no decaiga, a reconciliar a los hombres con la vida, a salvar la de paz del mundo. Muchas mujeres han llegado a las cimas más elevadas, hasta el punto de que su palabra y sus escritos han sido luz y guías de sus hermanos.
Otra faceta que destaca el Papa es la españolidad de Santa Teresa de la que dice: “ no queremos pasar por alto el hecho de que Santa Teresa es española, y con razón España la considera una de sus grandes glorias. En su personalidad se aprecian los rasgos de su patria; la reciedumbre de espíritu, la profundidad de sentimientos, la sinceridad del corazón, el amor a la Iglesia”.
Comentando los últimas palabras de Santa Teresa, “En fin, muero hija de la Iglesia” afirma San Pablo VI: “En esta expresión, presagio y gusto ya de gloria de los bienaventurados para Santa Teresa, queremos ver la herencia espiritual legada a España entera. Debemos ver a sí mismo una llamada dirigida a todos a hacernos eco de su voz, convirtiéndola en programa de nuestra vida para poder repetir con ella: ¡Somos hijos de la Iglesia
Fidel García Martínez Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica Licenciado Ciencias Eclesiásticas.