Santa Teresa y el Santísimo Sacramento
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Fidel García Martínez. Nadie puede negar a Santa Teresa como doctora de la Iglesia Universal, con el mismo rango que Santo Tomás de Aquino, su excelencia teológica para enseñar a todos los fieles qué y en qué consiste el gran misterio de la presencia real y substancial de Jesucristo Dios y hombre verdadero bajo los accidentes de pan y vino.
Esta presencia real que siempre ha defendido la Doctrina Católica, es hoy puesta en cuestionamiento por algunos presuntos teólogos católicos más cerca del luteranismo protestante que de Santo Tomás, el teólogo y poeta del Santísimo Sacramento, popularmente CORPUS. Son estos tiempos calamitosos, en que lo profano se quiere sacralizar, que total ridiculez sectaria (comuniones laicas, bautizos laicos…) y lo más sagrado se quiere someter a todo tipo de blasfemias sacrílegas. No faltan políticos que pregonan su fobia anticatólica todos los días del año, pero el día sacratísimo del Corpus alardean de un entusiasmo religioso cuando menos sospechoso.
Si alguna fiesta religiosa ha supuesto un hito artístico en la historia de esta gran nación que es España, ésta ha sido la del CORPUS: escultura, pintura, música, poesía, drama, vestimentas sagradas, cálices, sagrarios, relicarios, expositores, custodias (…) dan buena cuenta de tanta grandiosidad artística. Sólo con los Autos Sacramentales y la custodia de Toledo España supera a todos los países del mundo en el arte sacramental, incluyendo la misma Roma. España es la tierra de María Santísima y del Santísimo Sacramento, devociones que están presente en los países Hispanoamericanos, que las tienen como gran herencia dejada por España.
Cuando Santa Teresa escribe sobre el Sacramento del Altar, no lo hace desde una perspectiva dogmática, sino de una perspectiva personal. Ella no habla de substancia ni accidentes en el sentido filosófico-teológico, sino el en sentido de amor y entrega sacramental.
Las palabras que más abundan en su léxico son las relacionadas con Sacramento de la Eucaristía: comunión, misa y santísimo sacramento. Hablando sobre este Sacramento afirma: “Me acordaba de aquella Majestad grandísima y miraba que era el que estaba en el Santísimo Sacramento y muchas veces quiere el señor que le vea en la Hostia”. Hablando de las personas que deseaban haber conocido Jesucristo, dice: “Cuando oía a algunas personas decir que quisieran haber vivido en el tiempo en que andaba Cristo en el mundo, me reía, pareciéndome que teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento, que ¿qué más les daba”
También afirma: “ Cuando veo una majestad tan grande disimulada en cosa tan pequeña como es la Hostia, me admira sabiduría tan grande” Su pena es grandísima cuando conoce los sacrilegios que se comenten a diario contra tan gran Sacramento escribe desconsolada y emocionada: Pues, Criador mío, ¿ cómo pueden sufrir una entrañas tan amorosas como las vuestras, que se tenido en tan poco como hoy tienen estos herejes el Santísimo”. Sus fundaciones de conventos por Castilla la Nueva, Andalucía Murcia o Castilla la Vieja sólo tenían éxito cuando se quedaba colocado el Santísimo Sacramento.
Hablando de la Fundación de Pastrana que le exigía autoritariamente la Princesa de Éboli, escribe: “Fuime delante del Santísimo Sacramento para pedir al Señor, escribiese de suerte a la Princesa de Éboli que no se enojase”. Todas las soluciones a los problemas y dificultades más difíciles tanto personales como fundacionales los superaba ante el Santísimo Sacramento, así escribe: “en llegando al Sacramento, quedaba tan buena de alma y cuerpo, que yo me espanto”