Sarkozy aboga por una reforma profunda del sistema capitalista
Redacción Madrid- 25 de septiembre. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, cree que la actual crisis financiera internacional no es la del capitalismo sino la de un sistema que ha "traicionado" el capitalismo económico de mercado y, por tanto, hizo un llamamiento para "refundarlo" sobre las bases de la ética del esfuerzo y del trabajo. Además, anunció que regulará por ley los sistemas de remuneración de los directivos y operadores financieros "para acabar con los abusos".
"Ha habido demasiados abusos. Ha habido demasiados escándalos. O bien los profesionales se ponen de acuerdo sobre prácticas aceptables o bien el Gobierno regulará el problema por ley antes de fin de año", aseveró el jefe del Ejecutivo durante un esperado y aplaudido discurso económico pronunciado en Toulon, en el sur de Francia.
Así, planteó que los sueldos vayan asociados a los resultados económicos reales de la empresa y que se terminen los privilegios extendiendo el sistema de 'stock options' al resto de los asalariados. Ante un nutrido auditorio entre el que figuraba la plana mayor del Gobierno, Sarkozy se mostró muy duro con aquéllos que cobran mucho y no asumen luego sus responsabilidades. "No pueden pretender estar bien pagados y no asumir sus responsabilidades, lo uno va con lo otro", lanzó el presidente.
"El 'laissez-faire', se ha terminado. El mercado todopoderoso que siempre tiene razón, se ha terminado. Hace falta sacar las conclusiones de la crisis para que no se reproduzca", dijo. "El mundo ha pasado a dos dedos de la catástrofe. No se puede asumir el riesgo de volver a empezar. Si se quiere construir un sistema financiero viable, es una prioridad moralizar el capitalismo financiero", remachó.
En la misma línea, insistió en que los responsables de "este naufragio" tienen que ser sancionados, al menos financieramente, porque la impunidad sería "inmoral". "No se puede hacer pagar a accionistas, clientes, trabajadores y contribuyentes y exonerar a los responsables porque sería simplemente una gran injusticia", proclamó.
Además, se mostró partidario de regular los bancos, que están en centro del sistema y dejar de imponer a las entidades financieras reglas que son más bien "un incentivo a la creatividad contable" más que a una gestión rigurosa del riesgo. Así, la crisis debería llevar a una llevar a una reestructuración de gran dimensión de todo el sector bancario mundial.
En este contexto, aseguró que el Estado francés estará "atento" y jugará "un papel activo" en relación con los productos de ahorro y la opacidad de las transacciones para que todos evaluen realmente los riesgos que asumen.
Habrá así que plantear cuestiones "molestas" como la de los paraísos fiscales, las condiciones de ventas al descubierto o la cotación continúa que permite vender activos en todo momento, así como la obligación de contabilizar los activos a precio de mercado. "Ninguna institución financiera debe escapar al control de una autoridad reguladora", agregó.
Esta revisión del sistema financiero requerirá también poner fin al "desorden" monetario, en el "corazón" de la crisis financiera. Alertó así contra el 'dumping' monetario que culminará con una guerra comercial "violenta" que abrirá la vía a lo peor del proteccionismo.
Sarkozy reiteró la idea ya lanzada en Naciones Unidas para que los jefes de Estado y de Gobierno de los principales países industrializados se reúnan antes de finales de año para sacar las lecciones de la crisis y coordinar sus esfuerzos para restablecer la confianza. Una propuesta compartida, dijo, por la canciller alemana, Angela Merkel.
"Estoy convencido de que el mal es profundo y de que hace falta revisar todo el sistema financiero y monetario mundial, como se hizo en Bretton Woods tras la Segunda Guerra Mundial", advirtió Sarkozy que, de paso, defendió la legitimidad del poder público para intervenir en el funcionamiento del sistema financiero a la vista de que el contribuyente norteamericano se dispone a gastar 1.000 millones de dólares para evitar la quiebra generalizada del sistema.
"Sucede que el mercado se equivoca, la competencia es ineficaz o desleal, por lo tanto es necesario que el Estado intervenga, imponga reglas y participe y se retire cuando su su intervención no sea necesaria". El presidente galo hizo igualmente un llamamiento a abandonar la "rigidez religiosa de las doctrinas" y pidió a Europa "reflexionar" sobre su capacidad para enfrentarse a lo urgente y "repensar sus reglas, sus principios" sacando las lecciones de lo que pasa en el mundo.
"Si Europa quiere tener algo que decir en la reorganización de la economía mundial tiene que hacer una reflexión colectiva sobre su doctrina de la competencia, sus recursos, sus instrumentos de política económica y los objetivos asignados a la política económica", subrayó.
"Europa -añadió- debe ser capaz de apartar sus propios dogmas. No puede condenarse a ser la variable de ajuste de otras políticas del mundo porque no se ha dado los medios para actuar". Así pues, anunció que, como presidente de turno de la UE, propondrá iniciativas en este sentido en el próximo Consejo Europeo del 15 de octubre.
Sarkozy dedicó el segundo tramo de su discurso a tranquilizar a los ahorradores franceses al señalar que los bancos están en condiciones de superar las actuales dificultades y garantizando que si se vieran en dificultades por la especulación, no aceptaría que nadie pierda "un sólo euro" y que los ahorradores que han confiado en las instituciones financieras no se verán traicionados y no pagarán por los eventuales errores de los dirigentes y accionistas.
"El Estado está aquí y hará su deber", dijo solemne. "Pase lo que pase, el Estado garantizará la seguridad y la continuidad del sistema financiero y bancario francés". De la misma forma, aseguró que el Estado intervendrá en caso de que las dificultades actuales entrañen una reestructuración del crédito "para evitar que por un engranaje fatal la economía privada de financiación se hunda en un recesión".
Finalmente, el presidente acudió a algunas de sus recetas ya conocidas, como que no es partidario de un plan de austeridad o la tesis de que a una crisis estructural como la actual se debe responder de manera estructural y por tanto debe acelerarse el ritmo de las reformas económicas y en ningún caso ralentizarlas.