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EDITORIAL

Si el asesino es un lobo solitario o un tonto útil del sistema, nunca lo sabremos de verdad

EDITORIAL
Ya desde que ganó las primeras elecciones y se convirtió en el presidente antisistema y anti woke, Donald Trump era candidato número uno a ser asesinado.
Sin embargo, el sistema decidió una opción alternativa: No convertirlo en mártir y, con Biden, ganar las elecciones.
Un amigo de esta casa, de DiarioYA, siguió toda la noche electoral, y vio con sorpresa lo siguiente: El candidato que a partir del 60 % del escrutinio iba ganando en un estado, acababa con la victoria en dicho estado. Y eso fué así hasta el recuento de los últimos tres estados donde sorprendentemente se produce un giro inesperado de los resultados. Se había producido un pucherazo.
El wokismo pensó que era el fin de Trump, pero al ver que de nuevo se iba a presentar puso en marcha una persecución a la bolivariana, con acusaciones de todo tipo y juicios políticos. De nada sirvió.
Ya sólo quedaba el asesinato.
Si el asesino Thomas Mathiew Crooks es un lobo solitario o un tonto útil del sistema, nunca lo sabremos de verdad. Pero lo cierto es que finalmente se produjo el atentado. Pero falló, y ahora Trump se ha convertido en un mártir viviente.
El hombre que no metió a Estados Unidos en una guerra por primera vez en siete décadas, el pro vida, el anti inmigración descontrolada, aquel que pretende hablar con Putin y que acercó a  los árabes e israelitas como nunca, el que eliminó a Irán y Corea del Norte, está más cerca de volver a ser presidente.

DEP Corey Camperatore

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