Soldados de Hierro es el retrato fiel de una juventud combatiente
Redacción. “Soldados de Hierro” es el nuevo libro que ya está en la calle del profesor Francisco Torres, colaborador habitual de Diario YA, que será una de las novedades de la Feria del Libro instalada en al Parque del Retiro y en cuya caseta nº 87, librería ANTES, firmará ejemplares este sábado siete por la tarde de 19 a 21 horas. Con un notable éxito de público ya ha sido presentado en Sevilla y Murcia. Una voluminosa obra de ochocientas páginas y más de doscientas fotografías y gráficos inéditos, magníficamente editado por ACTAS, que traza un retrato real, desde bases documentales y no especulativas, de aquellos españoles que fueron a combatir al comunismo en las filas de la División Azul. De ella hemos querido hablar con el profesor Torres.
-Lo primero que quisiera que explicara a nuestros lectores es el propio título de esta obra.
Esta es la historia, y me gustaría subrayarlo, de una unidad del ejército español. Una unidad que proporcionalmente, dado el breve tiempo en que estuvo en el frente, dos años aproximadamente, es probablemente una de las más condecoradas de nuestra historia militar y de la propia Segunda Guerra Mundial. Cuando se aborda el estudio de una unidad militar lo hacemos desde tres perspectivas: primero, la campaña militar propiamente dicha; segundo, la estructura de dicha unidad; tercero, sus hombres. La historiografía militar, centrada en los dos primeros aspectos durante mucho tiempo, ahora está fijándose en los combatientes en sí mismos. Así pues esta investigación se centra en los combatientes y no en los otros aspectos que han tratado magníficamente historiadores tan destacados como Carlos Caballero. Cuando uno reconstruye sus vidas, cuando se acerca a sus pensamientos detenidos en aquel tiempo merced a las cartas privadas de la época, cuando se es consciente de las enormes penalidades del frente y la retaguardia, de los días de combate y de la reintegración a la vida civil, se encuentra con estos “Soldados de Hierro”.
-Usted se acerca a esos hombres desde una perspectiva sociológica, muchas de las páginas de su obra nos aproximan a un estudio antropológico de los divisionarios, pero qué valor tienen sus conclusiones.
Mire, curiosamente en este terreno la historiografía, sobre todo aquella que es crítica con este episodio de nuestra historia -¡somos un país que parece odiar a sus héroes!-, se ha movido en un terreno puramente especulativo, elevando a categorías universales lo que no son más que anécdotas que en muchos casos no resisten una revisión crítica; pero para denigrar a quienes evidentemente no eran “izquierdistas” no es necesario demostrar nada, es suficiente con escribirlo. La base de este estudio es una encuesta significativa. Es evidente que resulta imposible trabajar sobre un volumen de 45.000-47.000 hombres. Ahora bien si realizamos una muestra significativa que además tenga valor de modelo; si tomamos como es este caso a 1251 voluntarios, nacidos en una región para que tenga el valor de modelo y de recorrido, los resultados estadísticos son de valor universal. Fíjese que en España tienen derecho al voto unos 36 millones de personas y que las encuestas más usuales se hacen sobre 5.000 consultas y las que más sobre unas 15.000, un 0.5%, y se les da validez. Mi encuesta es de un 2.7%, por lo tanto mucho más fiable. Pero no nos dejemos llevar por los números porque es un estudio cuantitativo y cualitativo. Sobre una base científica podemos precisar la realidad socieconómica e ideológica de estos hombres. Y los datos son incontrovertibles: el grado de identidad ideológica de los divisionarios con la razón política que les llevó a Rusia nos da cifras que superan el 90%.
-He visto que usted virtualmente destroza la “leyenda negra” sobre los divisionarios que ha sido propagada por historiadores de izquierda.
Es curioso, y en el libro se pone de manifiesto, que gran parte de la tesis de esa “leyenda” -yo más bien la calificaría de bulo- es lo mismo que se propagaba en los años cuarenta. La propaganda inglesa ya decía que era una unidad de “obligados”. Sin embargo en 1942 un informe del PCE, después de todas las salvedades, tenía que reconocer que la inmensa mayoría eran voluntarios y falangistas (luego naturalmente eran terratenientes, señoritos fascistas y demás). Más recientemente se ha alimentado la tesis de que la mayoría fueron por dinero (en realidad se jugaban la vida por unos 600 euros actuales como máximo) o por pagar culpas. Tenga usted presente que para estos historiadores de izquierdas sólo la abnegación, la voluntariedad, el idealismo es patrimonio de la izquierda. Y luego tenemos el prejuicio: como hubo muchos voluntarios de condición modesta se les tipifica como izquierdistas. Le voy a poner un ejemplo de estos “Soldados de Hierro”: un chico cuando se fue era limpiabotas, cuando regresó rechazó cualquier privilegio y siguió siendo limpiabotas. ¿Qué nos dice la documentación? Todo lo contrario. Es imposible resumir aquí un libro tan voluminoso por lo que me ciño a un ejemplo, “los republicanos en la División Azul”. Un historiador que falsifica la historia, o que es perezoso, nos dice que hubo muchos excombatientes republicanos y es cierto. El problema es que cuando revisamos sus expedientes nos encontramos con que pertenecían a la “Quinta columna” –los comandos nacionales que operaban en la zona roja-, habían desertado del Ejército Republicano y se habían pasado al Ejército Nacional, habían sido obligados -le recuerdo que en la zona republicana se llegó a responsabilizar a las familias de la deserción-… pues el 78% de esos combatientes eran falangistas o pertenecían a partidos de derecha antes de la guerra. En realidad los posibles obligados o izquierdistas –que los hubo- que se alistaron para pasarse son casos anecdóticos.
-Entonces no es una historia militar…
No es la historia de la campaña de la División Azul, de hecho solo citamos los combates. Es la historia de cómo estos hombres vieron su guerra y esto también es novedoso. Hemos reconstruido la campaña de los soldados a través de sus testimonios, de sus cartas. Desde lo bélico a lo personal. Desde la exageración al ocultar la realidad a sus familiares pasando por las relaciones con las novias que quedaron esperando. Historias de vidas en algunos casos truncadas que te llegan a romper el corazón porque no he querido renunciar en estos aspectos a poner el recurso literario en la redacción. Y naturalmente aparecen las batallas, los combates pero desde esta nueva perspectiva que complementa lo que es la historia militar pura. Ahí tenemos las confesiones de quien ve cómo el cuerpo de su compañero y amigo salta en pedazos, a su lado, una y otra vez y los trozos se congelan por las bajas temperaturas y él “soldado de hierro” sigue en su puesto. Este libro es una “biografía colectiva” y esa es la gran novedad. No creamos o formalizamos un arquetipo –en realidad podríamos hablar de media docena de arquetipos- sino esa historia colectiva que responde a una mentalidad que hoy puede resultar difícil de entender. Estos soldados son la expresión de una ideología que yo sintentizaría en dos constantes: el anticomunismo, que era una ideología en sí misma y no una postura -enemigo de la civilización occidental y de la libertad-; el deseo de cambiar el mundo por parte de una juventud y hacerlo luchando, un componente sociológico que se daba en la izquierda y en la derecha para explicarlo gráficamente. Ellos nos hablan desde 1941, 1942 o 1943, lejos del devenir personal o histórico que modifica seriamente la realidad cuando se cambia de ideas o se considera el tiempo pasado como algo personalmente pretérito.
- Otro de los aspectos que me ha llamado la atención es que usted no pone el punto y final en el día en que regresaron a España.
Hacerlo así sería mutilar la historia. Desde el punto de vista militar es interesante acercarnos al modo en que los combatientes se reintegraron a la vida civil, cuáles fueron sus problemas. Y en este apartado aparecen muchas lágrimas. Hechos que vistos desde una perspectiva actual nos parecen incomprensibles. Pero es que los divisionarios fueron un grupo bastante homogéneo que siguió estando presente en la vida pública española en los siguientes treinta o cuarenta años. Se ha dicho, y es cierto, que fue la unidad con más universitarios del mundo -probablemente cerca de cinco mil- y cuando regresaron hicieron brillantes carreras profesionales con trascendencia social. Por otro lado constituyeron un vivero de cargos políticos para el régimen de Franco pese a sus posturas críticas especialmente desde finales de los años cincuenta. Todo esto se analiza en la obra al igual que el acontecer, durante la campaña, en la lejana retaguardia porque también tenemos que saber qué pensaban sus familiares, qué conocían de aquella guerra y cómo les apoyaron. No sólo ellos sino también la sociedad porque fue una empresa muy popular en la época. -Para finalizar, recomiende su lectura de forma sintética Si de verdad se quiere entender y conocer a estos hombres es necesario leer y releer “Soldados de Hierro”.