Tiananmen, 20 años después
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Anabel Santos. Pekín. 4 de junio. Tiananmen estaba hoy, 4 de junio, repleta de turistas. Cientos de personas, cámara en mano, se refugiaban bajo paraguas de colores de un sol que caía a plomo, convirtiendo la plaza en una inmensa sartén. Como cualquier otro día, los vendedores ambulantes recorrían una esquina tras otra, asaltando a los grupos que llegaban de excursión. Estos, mientras tanto, aprovechaban la sombra de los autobuses que les habían depositado en la explanada para echar una pequeña siesta, jugar a las cartas o tomar un refrigerio. Algo, sin embargo, desentonaba. El dispositivo de seguridad desplegado por el gobierno chino, muy superior al habitual, recordaba una fecha que aún las altas esferas prefieren no conmemorar. Hoy se cumplían 20 años de la matanza de Tiananmen.
Desde el día anterior, efectivos de la policía y el ejército salpicaban no sólo cada rincón de la plaza sino también sus alrededores, acompañados de centenares de guardias vestidos de paisano. Cada acceso a Tiananmen, incluso las salidas de metro más próximas, contaban con un fuerte control de seguridad. Detectores de metales, comprobación de la documentación y breve interrogatorio incluido. Prohibida la entrada a periodistas o sospechosos de serlo, quienes debían solicitar un permiso especial en una oficina inexistente antes de poner un pie en lo que ayer y hoy se ha convertido en una auténtica fortaleza.
El gobierno chino se ha empleado a fondo para evitar nada que pudiera traer a la memoria la madrugada del 3 al 4 de junio de 1989, cuando el Ejército Popular de Liberación aplastó, disparando a quemarropa, las manifestaciones que pedían una reforma política y económica del país. En los últimos dos días, el bloqueo a internet se ha agudizado, dificultándose el acceso a varios servicios de correo electrónico como Hotmail, blogs y páginas web. Parte de la disidencia de entonces ha sido recluida en sus casas, cuando no obligada a abandonar la ciudad, mientras que se han intensificado los controles sobre los residentes extranjeros. Los medios de comunicación, por su parte, han permanecido mudos.
Hoy nada debía recordar en Tiananmen el baño de sangre que la tiñó de rojo 20 años atrás. El sol brillaba y el viento hacía ondear las banderitas que portaban los turistas. Sin embargo y reflejando sin querer el porqué de tanto silencio, una imagen, clara, ha devuelto el lugar a 1979. El mismo temor a una protesta y los mismos uniformes rodeando la plaza.
Texto y fotografías: Anabel Santos