Redacción/ La encarcelaron por primera vez en 1999, cuando tenía 23 años, por repartir rosas y tarjetas en las salas de espera a mujeres que acudían a centros abortistas.
“No lo entiende, ¿verdad?”, le preguntó el juez S. Ford Clements. “Está usted obligada a acatar la ley. Ha perdido usted como ciudadana el derecho a acercarse a cualquier clínica abortista o a hablar con cualquier empleado de ella. ¡Usted se equivoca y su Dios se equivoca!”, proclamó el juez.
Ese Dios al que Mary sirve y el juez critica es Jesucristo, un Dios que también fue juzgado por un juez y condenado. En la JMJ de Denver (EEUU), en 1993, Mary experimentó su despertar espiritual. Su familia era intensamente católica y pro vida, creció con diez hermanos, cuatro de ellos con necesidad de atención especial. Su padre, Presidente de la Coalición Campaña por la Vida de la Columbia Británica, Canadá. Su madre, militante de Birthright (“Derecho a nacer”).
Según el Juez, Mary está causando no solo un daño emocional a las mujeres a las que regala rosas, sino que además comete desacato, porque en Estados Unidos existe el derecho a abortar.
Como Mary tenía plena intención de seguir haciendo en el futuro exactamente lo mismo el Juez “no tuvo más remedio” que mandarla a la cárcel de nuevo. El abogado defensor y el fiscal de Mary solicitaron su libertad condicional, alegando que ya había pasado 88 días en la cárcel. El juez rechazó esta petición argumentando que iba contra el interés público y serviría para desacreditar a la Administración de Justicia.
En estos momentos, Mary está en el Centro Vanier de Detención de Mujeres. Si alguien desea mandarle una carta para animarla a continuar con su misión evangelizadora y defensora de la vida, puede hacerlo en esta dirección:
Mary Wagner
Vanier Centre for Women
655 Martin St., Box 1040
Milton, ON L9T