¿Existe un plan B soberanista? ¿Gobierno en el exilio?
Miguel Massanet Bosch.
Cuesta pensar que, después de tantos años de preparación, de tantos conciliábulos e intrigas, de tantas caídas y recuperaciones, todos estos señores que han hecho de sus vidas una entrega a la revolución por la independencia catalana, no hubieran previsto que, el Estado, iba a utilizar todas sus armas, que no son pocas, para oponerse a cualquier intento de ruptura de la unidad de la nación española. La espada de Damocles de la aplicación del Art.º 155 de la Constitución española, no puede decirse que se trate de algo inesperado, raro, poco previsible ni sorpresivo, para unos señores que llevan años preparando su estrategia y sus tácticas para llevar a cabo sus planes soberanistas.
No obstante, al menos durante estos primeros días subsiguientes a esta extraña declaración de una independencia, suspendida y reactivada en el plazo de unas pocas horas, en las que, el Senado de la nación, autorizó la aplicación del 155, como freno a lo que podría haberse convertido en el mayor fracaso de la democracia española, si se hubiera accedido a las peticiones de quienes estaban obsesionados en convertir la comunidad catalana en lo que, para ellos, sería la República Independiente Catalana. No parece que la reacciones de la ciudadanía catalana hayan sido las esperadas por los más pesimistas; la prevista ocupación de las calles, por las turbas comunistas e independentistas, no ha tenido lugar; las redes de comunicación hayan extremado su ofensiva contra el Gobierno, estallado en quejas y reproches y, todas aquellas amenazas con las que, los líderes de los partidos separatistas y el “gobern” de la Generalitat, intentaban amedrentar a la ciudadanía catalana; no parece que se hayan incrementado, causado resultados imprevistos ni se hayan materializado en hechos o disturbios que pudieran constituir una preocupación para el Gobierno.
Se puede pensar que el señor Puigdemont y el señor Junqueras se hayan tomado un periodo de descanso para replantearse las estrategias, recuperar el aliento político y programar cuáles van a ser sus próximas acciones. Es evidente que, más que la súbita aplicación del 155 ( seguramente pensaron que el PP y los Socialistas nunca se podrían de acuerdo para ponerlo en práctica), lo que ha tenido un efecto contundente respecto a los planes secesionistas habría sido, con mucha probabilidad, el que, en el término de una semana, la Cataluña independentista, la que, en un 80%, según venía anunciando el señor Puigdemont, como argumento en apoyo de sus decisiones en contra de la normativa española, avalaban la inmediata separación de la nación española; de pronto, se haya visto invadida de banderas españolas y de señeras catalanas, acompañando a una multitud insospechada que, con gran tranquilidad, sin consignas belicistas ni amenazas revanchistas, de una manera festiva, con la sonrisa en los labios, pero con la firmeza de quien sabe que tiene un grave reto al que enfrentarse; han llenado de multitudes las calles de Barcelona, de tal manera, que han sido capaces de sorprender, de quitarles la razón y de limitar cualquier intento de reaccionar violentamente contra la aplicación por el gobierno del 155; ante la evidencia de que las fuerzas de ambas partes, en esta ocasión, estaban igualadas, lo que deshacía el único argumento les quedaba ante el resto de naciones, el que consistía en afirmar que Cataluña deseaba, unánimemente, separarse del reino de España.
Ni tan siquiera las actitudes obstruccionistas que se esperaban de los gobernantes del Generalitat o del Parlament de Cataluña, hasta este momento en el que estoy escribiendo, han pasado de un mero intento del señor Rull de personarse en su oficina; un lugar que ha abandonado poco después, de ocupar durante unos minutos su despacho en la Generalitat. Los mensajes del señor Puigdemont pueden interpretarse, como ya es costumbre en él, de muy distintas formas y, de momento, dan más la sensación de una pataleta infantil de un niño le arrebatan algo de lo que ha intentado apoderarse, que de una táctica meditada para resistirse al adversario. Es evidente, señores, que cualquier intento por parte de quienes han sido cesados en sus funciones por parte del Gobierno, de boicotear la aplicación de la intervención estatal en la gobernabilidad de la comunidad catalana, va a tener unos efectos inmediatos sobre aquellos funcionarios que intenten crear problemas en la ejecución de sus labores, sea disminuyendo el ritmo de trabajo ( algo que, en muchos casos, con toda seguridad, no sería más que lo acostumbraban a hacer en sus jornadas cotidianas) o, y esto ya supondría una grave falta, oponerse frontalmente a obedecer las órdenes de sus superiores.
Resulta muy significativo que ya los haya que han anunciado que van a concurrir a las elecciones convocadas por el gobierno del PP para el 21 de diciembre. Los que parecen más remisos son los comunistas de Podemos, que han estado discurriendo, entre enfrentamientos internos, en el piélago de la incoherencia, pretendiendo, como es su costumbre, navegando entre dos aguas, afirmando que apoyaban el derecho a decidir y ahora, que el intento separatista parece ser que ha fracasado, enfrentándose a sus propios afiliados al afirmar que, todos los que apoyasen el sí, serían apartados del partido ¡ Cuesta ver, en estos señores, los de Podemos, que amenazaron con gobernar nuestro país, incluso intentando superar en votos al PP y cómo se han ido deshinchando, a medida que han dado a conocer la inconsistencia de sus ideas, la imposibilidad de llevar a cabo sus disparatadas políticas y, finalmente, las luchas por el poder que se van produciendo en el seno de este partido comunista bolivariano, que nos envió el líder totalitario de Venezuela, el señor Maduro.
Curiosa y quizá significativa la marcha del señor Puigdemont y parte de sus seguidores a Bruselas. Ya sabemos que, un personaje de aquella nación, se manifestó dispuesto a que Bélgica le concediera asilo político al cabecilla de la insurrección catalana. Parece que, posteriormente, fue desmentido desde el propio gobierno belga pero, en todo caso, no nos extrañaría que, vistos los resultados de su intentona golpista, la evidencia de que en Cataluña no haya la unanimidad que ellos pensaban y, ante la apabullante falta de apoyo de toda la comunidad europea y los propios EE.UU de América; hayan decido crear una especie de gobierno en la semi clandestinidad, con sede en la nación belga, desde el cual puedan seguir actuando a resguardo de la Justicia española. No entendemos cómo, en la querella presentada por el ministerio fiscal, no se hayan incluido peticiones de medidas cauciónales para evitar que, una persona como Puigdemont y muchos de sus cómplices, a la que se puede acusar de delitos de secesión, rebelión, malversación de caudales etc., todos ellos con posibilidad de penas muy graves, pudiera pretender evadirse de la acción de la justicia.
No sabemos y, evidentemente existe la posibilidad de que, algún tipo de pacto pudiera existir en este sentido, si políticamente le resultara incómodo al Gobierno el tener que soportar las posibles consecuencias de un encarcelamiento de un líder tan carismático, al menos para una parte de los catalanes, si se le detuviese y tuviera que ingresar en prisión. Por otra parte, si la huida fuera en masa y, todos aquellos que han tenido graves responsabilidades en el tema de la declaración de independencia catalana, desparecieran de España para refugiarse en el asilo político ( suponiendo que el gobierno belga quisiera asumir las críticas del resto de gobiernos europeos) es evidente que, el Gobierno español, podría sufrir críticas del resto de partidos por no haber evitado que, una evasión colectiva de directivos relacionados con el golpe del 1.O, pudiera evitar la acción de la Justicia española y, a la vez, permitiera y facilitara la formación de un gobierno en el exilio, como sucedió en el caso de todos los políticos del gobierno de la república, en 1939, que se exiliaron a Méjico los unos y a París y Rusia, los otros, aunque finalmente, la mayoría de ellos se trasladaron a París hasta que España se proclamó monarquía constitucional, momento en el decidieron disolverse.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos acabamos de fiar de esta especie de calma chicha de la política en Cataluña; una situación que pudiera acabar desembocando en enfrentamientos entre catalanes, algo que sería lo peor que le pudiera suceder a nuestra nación. En todo caso, esperemos que la habilidad de nuestros gobernantes, sea capaz de saber solventar de una manera pacífica los indudables peligros que suponen, para España, estar enfrentados a un grupo de adversarios que están luchando por sobrevivir (que es de lo que se trata) en estos momentos para la mayoría de los que se equivocaron eligiendo comprometerse en este intento de golpe contra el Estado de derecho de la nación española.