Manuel Parra Celaya. Me parece que los Carnavales, sus fiestas y cortejos, han perdido fuelle en la vida española actual. Por lo que me han dicho mis amigos gaditanos, los más tradicionales, en este mes de febrero, han dejado de ser tales, pues se han convertido, de festejos populares, por una parte, en aglomeración de guiris españoles y extranjeros, y, por otra, en afluencia de personas poco recomendables. Parece que mantienen cierta brillantez los carnavales de Tenerife, pero acaso también sea una cuestión de tiempo. Para los niños, la dura competencia del foráneo Halloween ha restado entusiasmo a los carnavales; ya sabemos, sin embargo, que, aparte de los videojuegos, una de las aficiones infantiles consiste en disfrazarse, a veces solo para el disfrute de las mamás; por ello, algunos colegios se empeñan en mantener la tradición, pero de forma cada vez más cansina y de acuerdo con patrones estereotipados.
Fidel García Martínez. Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica En esa joya que es El Libro del Buen Amor de Juan Ruiz, más conocido como Arcipreste de Hita una de las muchas cimas de la Literatura Española y por lo tanto mundial, se narra una batalla gastronómica de proporciones épicas, según los modelos medievales y en la que intervienen dos ejércitos que pelean a muerte por imponer sus delicias gastronómicas: uno capitaneado por Don Carnal y el otro por Doña Cuaresma, carnes y pescados frente a frente.