Carlos Salgado Como de constumbre, Mariano Rajoy ha hecho alguna de las suyas. No proteje España pero si las figuras de la transición pues son esas que le han diseñado su poltrona.
Didier Martín Díaz Al despertar el día tras una noche de tormenta puede verse que, mientras los árboles con raíces permanecen erguidos, aquellos que no pudieron aferrarse a ellas yacen sobre el suelo.
Fernando Z. Torres. En mi “Detalles originales” del miércoles pasado planteé una llamada de atención respecto de la necesidad de conocer nuestra herencia como nación. Quise exhortar acerca de lo perjudicial de no conocer nuestra historia pues de tal modo resulta imposible afrontar el futuro
Manuel Parra Celaya. Las Naciones-Estado -España en nuestro caso- no son patrimonio ni de una dinastía ni de un gobernante, pero tampoco lo son de una generación determinada, que, seducida por los sofismas de una oligarquía, puede hacer mangas y capirotes del esfuerzo (y de la sangre) de sus antecesores. Ni una parte de una Nación -Cataluña en mi caso- puede atribuirse ese derecho divino de romper una unidad de siglos, ni el conjunto de todos los españoles tendría legitimidad histórica y ética para aprobarlo en su caso, por mucho que lo proclamen constituciones, parlamentos y gobernantes, siempre transitorios, de esa nación.
Mas juega con fuego aprovechendo Crimea y la tensión prebelica para anunciar que está dispuesto a romper todas las leyes constitucionales.
El presidente de la Generalitat indudablemente juega con fuego.