Quien a aborto mata, a eutanasia muere
José C. Hurtado. Siempre inspiran asombro, e incluso seguridad, los momentos de profunda calma que preceden a la tormenta. Es en este clima de tranquilidad el que nos da la confianza, y con el cual nos auto legitimamos para vivir aletargados, ciegos ante la próxima debacle. Y cuando una leve, e incluso agradable brisa comienza a soplar, es entonces cuando nos damos cuenta de la ya irremediable y próxima catástrofe.