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Diario YA


 

Ha llegado el momento de salvar a España de la involución progresista

Ante la posible unión, asociación u otro tipo de acuerdo político entre UPyD y Ciudadanos

 
“Cosa necia es que aquellos a los que amenaza un peligro máximo se ocupen de cualquier otra cosa” Procorpio.

Miguel Massanet Bosch. Cada partido es dueño, evidentemente, de solucionar sus problemas como le venga en gana y nadie, excepto sus componentes, tiene derecho a inmiscuirse en sus cuestiones internas. No obstante, uno, desde la perspectiva política de nuestra nación, España, puede opinar a cerca de algunos aspectos de repercusión externa que, en cierta manera, a corto o largo plazo pueden tener un efecto beneficioso o perturbador para la ciudadanía española. Y me estoy refiriendo a un tema que estos días ha adquirido una cierta trascendencia y que, para mí, vistos los movimientos que se están produciendo en los partidos de la izquierda, que pudiéramos denominar como más radicales; entre los que no sabemos a ciencia cierta si deberíamos incluir al PSOE del señor Pedro Sánchez, (que parece que no acaba de aclararse sobre el tipo de franja política en la que se va a sentir cómodo): en el lugar que siempre le ha correspondido de centro izquierda o, por el contrario, más cercano a la extrema izquierda, en competición con IU, Podemos, ERC y CUP (ambos dos pertenecientes a la extrema izquierda catalana), en este último caso será el PSC catalán el que tendrá que aclarar su postura, aunque, por lo que se viene percibiendo, el señor Iceta no parece hacerle ascos a la consulta catalana, siempre que no se le de un carácter “plebiscitario”, algo que no parece que vaya a suceder.

Se trata de la constatada propuesta que está flotando en los mentideros políticos de una posible unión, asociación u otro tipo de acuerdo político; entre el partido de Rosa Díez, UPyD y el partido de Albert Ribera, Ciutadans, dos formaciones que, con ligeras variaciones, parece que tiene un enfoque ideológico parecido, un poco desplazados a la izquierda pero, en general, que se pueden considerar como moderados, liberales, constitucionalistas, contrarios a las aventuras separatistas, tanto del País Vasco como de de Catalunya, y que, a juicio de muchos españoles, entre los que me cuento, estarían, si se unieran, destinados a representar un posible papel de moderadores, bisagra o, incluso, de socios de gobierno, tanto con un posible y “renacido” PSOE (si es que consiguen remontar el descenso en las encuestas que los sitúan al nivel de Podemos), como con el PP; ya que su postura liberal les permitiría ejercer con eficacia junto a ambas formaciones.

A ninguno de los dos partidos, UPyD o Ciutadans, la irrupción de Podemos en la lid política los ha favorecido, antes bien, en el caso de UPyD ha representado un cierto retroceso en lo que ha sido la marcha ascendente que viene experimentando desde hace unos años y, en el caso de Catalunya, lo cierto es que ha irrumpido con fuerza situándose a un punto del mismo PSC, amenazando a partidos mayoritarios, como pudiera ser CIU. Es evidente que, o al menos a mi me lo parece, si no en las próximas municipales, pero, con seguridad, si no se producen cambios ahora no previsibles, en las legislativas de fines del 2015,  va a ser preciso que, ante lo que parece va a ser una cierta atomización motivada por el aumento de partidos que van a concurrir a ellas, los que quieran alcanzar algún resultado positivo, van a tener que pactar, mejor antes que después, coaliciones que permitan alcanzar un porcentaje de votos suficientemente alto para poder decir algo en la política nacional. No se vislumbran mayorías absolutas y, aquellos que vayan unidos, estarán en situación de ventaja respecto a aquellos que, si sigue la vigente Ley de D’Hondt, van a ser los excluidos o perjudicados si sus resultados resultan poco satisfactorios.

Creo que es un ejercicio de patriotismo, un deber de todos aquellos que hoy, en España, tienen algo que decir en política, el que hagan una labor de responsabilidad, analicen las perspectivas de futuro que hacen referencia al porvenir de nuestra nación y saquen las oportunas conclusiones, que no pueden ser otras que la detección de un avance peligroso, encabezado por Podemo0s, del señor Pablo Iglesias, de los partidos extremistas y separatistas que, si no se los toma en serio, existe el peligro evidente de que se hagan con el poder y pongan en práctica políticas de las que tenemos claros ejemplos en los países bolivarianos de América meridional, en los que se han instalado dictadores filocomunistas dispuestos a establecer gobiernos totalitarios, verdaderos supresores de las libertades ciudadanos, defensores del dirigismo económico y partidarios de acogotar a la oposición, enmudecer a la prensa que les es hostil y acabar por convertir, a países con grandes posibilidades de desarrollo, en comunidades igualitarias hundidas en la pobreza y la miseria, sometidas al yugo de unos pocos visionarios que no han dudado en aplicar las políticas estalinistas de la KGB y la eliminación de sus adversarios políticos, para consolidarse y perpetuarse en el poder.

Por desgracia muchos ciudadanos, cansados de los errores del bipartidismo, hastiados de los efectos de una crisis que se convirtió en recesión, molestos por los vaivenes de Europa y desanimados por una recuperación que, por otra parte, no puede ir más rápida por mucho que se quiera; ven una salida en estas formaciones,, dirigidas por jóvenes, que les prometen un cambio radical de las estructuras de la nación si ellos ocupan el poder; sin tener necesidad de explicar por qué clase de vericuetos podrían llegar a conseguir la financiación o los medios financieros para hacer frente a unas propuestas utópicas, absurdas, insostenibles y, por supuesto, completamente fuera de contexto en un país que depende en muchos aspectos de poder continuar perteneciendo a la UE.

En consecuencia, no queda mucho tiempo para que los partidos moderados que todavía quedan en nuestra nación, se pongan las pilas, analicen fríamente la situación, se hagan cargo de cuales son sus posibilidades futuras dentro del marco electoral y apelen a su patriotismo para actuar de la forma más inteligente y razonable de servirse a sí mismos, a sus miembros y a España, prescindiendo de personalismos, egoísmos y caciquismos, para sopesar los efectos de posibles conciertos con otros que pudieran engendrar una sinergia que los beneficiara a todos, al tiempo que, llegado el caso, y en el supuesto de que hubiera que apoyar a quienes consiguieran una mayoría o, mejor dicho, a los que tuvieran un proyecto más beneficioso para España y sus ciudadanos; se pudiera contar con ellos para servir de fieles de la balanza de la sensatez, la conveniencia y el orden en pro de evitar que, nuestra nación, pudiera caer en el peligroso caos de una entelequia izquierdista, formada por una posible coalición de partidos de ideas extremas, posiciones económicas insostenibles y defensa del aislacionismo, la salida de la UE y del euro; como una medida para evitar cumplir con nuestros compromisos y dejar de pagar la deuda pública; remedios que parecen estar dentro de la caja de sorpresas que nos tienen reservada estos verdaderos orates de la política, los señores de Podemos y las izquierdas del señor Cayo Lara y del furibundo Llamazares, unos señores para los que la lógica, la realidad, lo razonable y lo conveniente para el país, parecen estar proscritos dentro de lo que se pueden considerar sus objetivos para España.

Es posible que seamos, una vez más, la voz que clama en el desierto, pero ello no nos va a impedir seguir en nuestro intento de despertar de su letargo a una ciudadanía que parece estar desconcertada y ajena a las consecuencias de apoyar a quienes, lo único que buscan, es el poder y convertir a nuestra querida España en uno más de los países tercermundistas. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, desearíamos que alguien empezase a pensar en lo que es lo mejor para nuestra nación.
 

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