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Diario YA


 

No aceptaremos cesiones al separatismo, ni acuerdos ocultos

Miguel Massanet Bosch. “Tantas idas y venidas, tantas vuelta y revueltas, quiero amiga que me digas ¿Son de alguna utilidad?” Con estos versos de la fábula “El caballo y la ardilla” del inimitable Tomás de Iriarte,  pretendo definir la intensa actividad política que, durante estos días, se está produciendo entre el Gobierno y los dos partidos de la oposición: el PSOE del recién estrenado secretario del partido socialista, señor Pedro Sánchez y CIU del señor Mas y, hasta hace poco, del señor Durán, que parece huir como de la peste de los meses de enfrentamiento que todo pronostica que van a tener lugar si, Más y los separatistas que lo apoyan, con el improbable visto bueno del señor Junqueras, no se apean del burro y ni dan marcha atrás en sus pretensiones soberanistas. Lo cierto es que la expectación que parece que, para algunos, viene despertando el encuentro del señor Rajoy con el señor Mas, convenido para el día 30 del corriente mes, me temo que está más influenciado por el morbo que pueda producir ver a sus protagonistas, con cara de póquer, saludándose fríamente a la puerta de la Moncloa; que en lo que podamos pensar que pueda salir de una reunión a cara de perro en la que, ambos políticos, saben que están atados de pies y manos por sus propios partidos.

Lo cierto es  que tenemos la sensación, un déjà vu, de que hemos contemplado en otras ocasiones el mismo panorama. La misma recepción por parte de Rajoy del President catalán y, estaría por decir, que los mismos temas de conversación que, en ningún caso han acercado los puntos de vista de ambos protagonistas. Entonces ¿a qué viene que, cuando las posturas parecen estar más distanciadas, vuelvan, una vez más, a insistir en lo mismo? La pantomima de intentar representar de nuevo un intento de diálogo que todos sabemos que nace muerto, seguirá muerto durante la entrevista y finalizará muerto al término de la misma, a no ser… ¿A no ser qué? En numerosas ocasiones ya me he manifestado en el sentido de que tengo la impresión de que don Mariano ha sentido la tentación de buscar una tercera vía, una salida que le permita librarse de la pesadilla catalana, un camino zigzagueante, muy de acuerdo con su galleguismo, que contentara al señor Mas, le permitiera evitar el linchamiento que la renuncia a la consulta por el derecho a recibir, seguramente le iba a comportar en Catalunya y, de paso, el PP del señor Rajoy salvara la cara ante sus disgustados y defraudados votantes.

Una curiosidad que, sin duda, habrá llamado la atención de los avispados ciudadanos que siguen la política del país. El señor Rajoy ha citado al flamante Secretario General del PSOE, señor Pedro Sánchez, un sujeto que no parece muy dispuesto a llegar a acuerdos que le puedan comprometer ante su clientela socialista, para una entrevista, dos días antes de la anunciada entre Rajoy-Mas. Es obvio que el Presidente va a intentar recabar el apoyo del PSOE ante el encuentro con Mas algo que, con el cambio del señor Rubalcaba por el señor Sánchez, no se puede contemplar tan fácil como si el entendimiento hubiera sido con aquel. Entonces ¿a qué vienen las prisas de Rajoy para entrevistarse con Sánchez? Acaso  se trata de cumplir con el protocolo de recibir al jefe de la oposición o por el gusto de oírle repetir a su cara lo que viene diciendo a sus acólitos socialistas desde que fue elegido o, y aquí está el quid de la cuestión, es que ¿el Presidente del Gobierno tiene alguna propuesta que hacerle al jefe del primer partido de la oposición, relacionada con la llamada tercera vía?

Se habla de que, el señor Rajoy, tiene una cierta tendencia, no sabemos si denominarla como un mal pensamiento, que parece acercarle a la idea de llegar a acuerdos para revisar la Constitución. Todos sabemos que el partido socialista, en pleno, se aprovechó de la idea de Pere Navarro ( al principio desechada desde la dirección de Madrid, pero que luego abrazada con verdadero entusiasmo) de modificar la Constitución para convertir a España en una nación federal Los separatistas de boca para fuera siempre se han manifestado opuestos a la federalización de la nación, insistiendo en su idea de independizarse de España; pero no nos olvidemos de que el tiempo corre, que el 9 de noviembre, fecha en la que los catalanes serán llamados a votar su derecho a decidir, se aproxima sin que nadie sepa, en definitiva, si se va a producir el choque de trenes o si, en último momento, alguien va a tirar la toalla encajando su derrota. No parece que ninguna de las dos partes se plantee retroceder, por lo que, al parecer, sólo cabe acudir al TC, que ya se ha manifestado en contra del derecho a decidir y a la convocatoria del referéndum, para que, acto seguido se aplique en sus términos lo que dispone la Constitución de 1.978 al respecto.

Aunque muchos en el PP y entre sus simpatizantes, soñaríamos con una revisión a fondo de la parte de la Carta Magna para suprimir todo lo referente a las comunidades autónomas y devolver a España el sistema de provincias y regiones, dependientes del poder central; no vemos que los actuales dirigentes del PP estén por esta labor y más bien pensamos que, en cierta forma, no verían con malos ojos la transformación del país en algo parecido al sistema alemán o norteamericano, de una serie de estados federados.

Lo que ocurre es que, el sistema actual de una España autonómica, por la forma en la que se ha desarrollado, por la amplitud de funciones que se han delegado en los respectivos estatutos autonómicos, por las extralimitaciones que algunas autonomías, como el País Vasco y Catalunya, han venido cometiendo, asumiendo funciones que no les competen, negándose a  respetar las leyes del Estado e incluso enfrentándose al propio TC; nos hace pensar que, un sistema federal en España, superaría con creces a cualquier otro de los conocidos actualmente, con la desventaja de que, tanto en Alemania como en los EE.UU, están acostumbrados a convivir con cada länder o  país y, todos ellos, saben que tienen unas obligaciones con el Estado que los aglutina sin que, ninguno de ellos, se haya planteado salirse de la Unión; algo que en nuestra nación, sin duda, no se entendería así, tirando cada una de las federaciones por su parte y olvidándose de que formamos, desde hace muchos años, una sola nación en la que es imprescindible la solidaridad y la unidad, para ser respetados y poder subsistir en una Europa que no iba a transigir con semejante situación.

Nos preocupa, seriamente, que se nos monte un teatro a los españoles para representarnos una obra de cara a los ciudadanos y que, tras las bambalinas, los interpretes de la comedia pudieran llegar a determinados acuerdos que no trascendieran al público y que escondieran lo que se pudiera interpretar como una traición a España y a los españoles que, por supuesto, no estamos dispuestos a que se nos someta a semejante engaño. El Gobierno tiene el mandato, la obligación constitucional, el apoyo de la mayoría de los españoles y el compromiso ético y moral de hacer cumplir las leyes y, en especial, la Constitución; sean cuales fueren las consecuencias que, de un enfrentamiento con el nacionalismo catalán, pudieran derivarse. Los votamos porque nos ofrecieron defender la unidad de España, la Constitución, y otra serie de promesas que se han retrasado en cumplir pero, en este caso, no valen atrasos, martingalas ni excusas porque lo que está en cuestión es la unidad de España, que nunca puede ser puesta en cuestión por minorías levantiscas y temerarias.

El Gobierno debe tomar nota de que no puede tirar demasiado de la cuerda porque, en caso contrario, se puede romper por donde menos piensen. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos preocupados el destino de España.
 

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