Coleccionar: Un asunto serio (1ª parte)
Jorge Llopis Planas Perito Tasador y Judicial en Arte y Antigüedades. Primera entrega de la Guía Definitiva para Aprender a Coleccionar o ser un Coleccionista Feliz: ¿Tenemos el entorno adecuado para ello?
A lo largo de estos meses , ustedes me han permitido entrar poco a poco en sus vidas. No se me escapa que no he sido un comentarista del mundo del arte y del coleccionismo al uso. En ningún momento he querido ser un articulista engolado y academicista. Tampoco he querido ofrecer la visión estrictamente especializada. A lo primero “no me sale” y no creo que este sea el medio. A lo segundo, entenderán que aunque si soy un especialista, volveríamos a la casilla de salida, es decir dirigirme a un publico también especialista y que tiene otros medios también especializados.
El motivo de mis columnas ha sido y es (y así lo espero) despertar su interés por una afición más que por una actividad totalmente prescindible, pero que forma parte de nuestra íntima forma de ser y una de nuestras características como ser humano respecto al resto de seres: Poseer y diferenciarnos de los demás por aquello que tenemos y satisfacer nuestra vanidad o reafirmar nuestra personalidad. Es suma coleccionar.
Al final tenía que pasar. Por lo visto, he estado sobrevolando la cuestión a partir de diferentes enfoques. Que si el valor, que si la originalidad, que si el estado, que si decepciones, que si particiones y por supuesto de los personajes que se mueven alrededor de esto del arte y de las antigüedades, y como les decía al final surgió el asunto: - Oye ¿Y porqué no explicas cómo se debe coleccionar y qué coleccionar? - No me fastidies, tu. No quiero hablar sólo de arte - ¿Y por qué sólo arte? Has escrito sobre artes aplicadas y antigüedades… - Ya pero todos pensamos cuando se habla de coleccionar es en pintura y además, muchas veces no se acaba de entender entre coleccionar, invertir…Además creo que esto del coleccionismo es muy particular y desgraciadamente el español medio está muy despistado. - Pues tu mismo. Aquí puedes hacerlo…
Entenderán que el reto ha sido importante y ha excitado mi vanidad. Al no venir Alfred conmigo y poder valorar conjuntamente la traicionera apuesta he caído en la tentadora trampa.
Coleccionar (el “Asunto”) es un término muy amplio y ambiguo. Se pueden coleccionar experiencias y se pueden coleccionar “cosas”. Ya ven que si me pongo nos podemos perder por los cerros de Úbeda. Y un Aviso para navegantes. Esto de coleccionar puede ser de 2 maneras: algo placentero y enriquecedor o una chaladura sin limites que como decía el argentino aquel “cueste el alma y el mercadito”. Inicialmente me dirigiré a aquellos que están en la primera fase. De los que la colección ha secado el seso los dejo para el especialista o terapeuta.
Le he dado vueltas al asunto y al final se me ha ocurrido que aunque esto de coleccionar es muy personal y ya se ha escrito mucho al respecto, tal vez sea interesante establecer una serie de criterios, y que creo imprescindibles para que usted, amigo lector sí no es un habitual del Asunto o le ha entrado el gusanillo por el Asunto tenga en cuenta una serie de aspectos o condiciones importantes para dedicarse al Asunto. Es decir a coleccionar. Ya les adelanto que no pienso proponer un decálogo, ni nada por el estilo. Eso lo dejo para el medio en soporte papel, donde el espacio es limitado como a veces también lo es el lector y busca cuatro pinceladas sobre un tema convertido en complejo y trascendental. Ya saben: “10 pasos para mejorar tu orgasmo, 5 maneras para no perder pelo, 20 fases para pintar tu loft”…
Me parece lo suficientemente interesante para hablarles del tema por entregas, en las que quiero abordar cuestiones como que significa ser coleccionista y sus efectos directos en nuestro entorno. En segundo lugar como coleccionar de manera razonada y hasta de que manera puede ser hasta rentable.
El candidato a Coleccionista. Su entorno (dónde y con quién vive)
No se engañe. Es importantísimo. Una colección necesita un espacio para ser conservada, vista y disfrutada. Los “Espacios Habitacionales“ de hoy en día no son precisamente amplios y eso va a limitar obviamente el tipo de pieza y numero. Desde luego si usted fue un buen sociata de los que escogieron los 30 m2 lo tiene complicado, no así la ministra que lo propuso Mª Antonia Trujillo que vive en 300 + 500 de jardín.
Importante también si usted vive sólo, en pareja, en familia o en comuna. Si es de los tres primeros también lo tiene fácil pero con matices, pero definitivamente si usted es un perroflauta no le aconsejo que coleccione nada porque el día que haga falta leche o hachis (y en nombre del buen rollito comunal) le robarán piezas.
Volviendo a una situación familiar habitual. Piense que una colección habla de usted. Piense que cada día tendrá que ver esas piezas y a veces una cosa graciosa, extraño puede serlo para nosotros, pero no para todo el mundo. Mi padre tenía un cuadro de Mariano Fortuny que representaba un moro decapitado. Una pieza maravillosa, pero para un niño de 4 años al que le explican lo que significa no lo es tanto y lo peor es cuando vienen amiguitos a casa (“el Llopis tiene un decapitado en casa”) ¿Saben lo que es crecer con ese estigma social?. O te hace fuerte y excéntrico o vulnerable y mediocre. Son opciones de vida.
Como decía antes el coleccionismo puede ser obsesivo y por extensión mal entendido. Cuando vives sólo no pasa nada. Cuando tienes pareja, o te ha conocido con la colección o te la comes con patatas, y más si la otra parte también aspira a coleccionar algo. A veces coincide la pasión por coleccionar. Otras no lo entiende. Esto es así y no pasa nada. En mis años mozos me dediqué a coleccionar armas blancas, bayonetas y machetes de gran formato. La madurez me ha enseñado que como poco el asunto resultaba cuanto menos inquietante ¿Quieren qué siga?. T
engo un cliente en Zaragoza que colecciona esculturas Art Decó. El problema es que son todas buenísmas (Fishing, Philipe, Zach, Preiss) pero son de temática erótica (algunas extremas) y ella era de una cofradía mariana. Total: Las tiene en casa de sus padres escondidas desde el día que se casó y el tipo cada año compra otra más. El día que la esposa descubra y abra el armario donde las guarda espero que no sea después de una visita a la Pilarica… Hay una variante de la que no debo olvidarme y es aquella que plantean las blogueras de turno “Coleccionar en Pareja” o “Coleccionar en Familia”, dependiendo de lo cursi o amargada que esté la bloguera. Ni se les ocurra. Coleccionar es de las pocas actividades intelectuales propias y privadas que tenemos. No está tan mal ser un poco egoísta de vez en cuando. A lo largo de estos años no he conocido a una sola pareja que hayan compartido la misma colección. Puede que uno dedales de porcelana y la otra armas de fuego del XVIII, pero nunca la misma colección. Al final el criterio de uno se impone al del otro y empieza el lío. Y aquí si que no hay compenetración, por mucho que la bloguera insista en que es “fascinante compartir experiencias”. Les aseguro que su pareja, la de la bloguera, no comparte ni su afición por coleccionar bolsos, ni su complejo de meta periodista. Vivir con un coleccionista de verdad no es fácil. Se le quiere como es y algún encanto tendrá…
Lo único recomendable para hacer en pareja son las actividades “paralelas” y en las que el coleccionista se sentirá apoyado y no un bicho raro. En concreto me refiero a viajes y escapadas. En este sentido y aquí me dirijo a las sufridas parejas del /de la coleccionista, hay dos modalidades que se deberán tener en cuenta: P.Ej. aprovechar el viaje a Londres para encontrar piezas o visitar tiendas “santuario”, es decir lugares de peregrinación mundial para coleccionistas a los que nunca iría sólo por temor a volverse loco y no salir de allí nunca más. La otra modalidad de escapada es la que genera la Feria temática. Esta opción la recomiendo cuando la pareja ya está muuuy consolidada. Recomiendo participar o acompañar a aquellas que se celebren en la ciudad y no en recintos feriales, a menos que estos sean como la Casa de Campo o Montjuic de donde la pareja puede distraerse aunque sea paseando. De otra manera la sensación de encerrona / claustrofobia temática puede ser mucha.
Estas ferias son peligrosas ya que el coleccionista además puede aparecer con nuevos “amiguitos coleccionistas”. Es en estas situaciones donde la pareja demuestra todo su amor y comprensión hacia el cónyuge coleccionista, porque si es difícil aguantar a uno , imagínense a dos o a tres hablando de los mismo. Aviso importante Ojo con el coleccionista tipo Lobo Solitario. Es un obseso enfermizo del asunto aunque de aspecto afable. La colección es toda su vida, puede llegar a arruinarse por ella. Es muy experto en desestabilizar parejas con propuestas como ven a ver mi colección, “en Soria hay una feria desconocida, pásame tu mail y te mantengo informado”. Hay que evitar de cualquier manera que la relación se estreche o consolide. Es el coleccionista Friki por definición y que ha cedido su denominación por su peligrosidad y riesgo a otras actividades poco edificantes. Pero recuerde: la mejor terapia es que cundo el coleccionista duerma se le susurre al oído, como el auriga al césar en los desfiles de triunfo un mensaje que le recuerde su condición humana: “Un día, también pasa. Dejarás de coleccionar”.
La próxima entrega contemplará los riesgos a evitar para ser un coleccionista feliz
Jorge Llopis Planas, Perito Tasador y Judicial en Arte y Antigüedades, Connoisseur d’Art Especialista en tramitación de certificados de autenticidad de obras de arte http://www.arstasante.com