Cuando los bustos reales acaban en cajas de cartón
Francisco Torres García. Alguien podría pensar que lo que voy a contar es consecuencia directa de las sucesivas olas de calor que azotan la tierra patria -Cataluña incluida-, o que el cambio climático, en el que es obligatorio creer como en las brujas, causa estragos en las siempre doctas y privilegiadas mentes de nuestros políticos, en sus dos especies: los de la casta y los de la gente.
Resulta que los PODEMOS, los podemitas a secas y los podemitas travestidos de lagarterana o de cándida oveja, que han birlado los asientos a la casta y han llenado consistorios y parlamentos de segunda de nuevos look entre informales y casuales -por cierto que vestirse/disfrazarse de perro flauta cuesta una pasta, casi tanto como algunas chanclas y similares que lucen-, se han dado cuenta que el furor antifranquista de los viejunos, tipo señora Carmena, da para muy poco, que encima hay que ponerse a estudiar para identificar a alguno de los militares que para no pocos debieron ser de los tiempos de Viriato. Y como son leídos, tienen carrera y hasta blasonan de nacer del profesorado universitario, han podido discernir el verdadero alcance de la infumable Ley de la Memoria Histórica.
El alma viejuna -que conste que Monedero no es ningún jovencito barbilampiño- y la falta de ideas, porque una cosa es seguir las palabras del gran timonel que cosecha votos y otra hacer algo de provecho para la comunidad -para la gente como ellos dicen- les ha llevado a presentar como gran aporte, como muestra del cambio que representan, la eliminación definitiva de los franquistas del callejero municipal. Y la oposición -léase el PP- ha respirado tranquila, casi con la misma tranquilidad del gobierno de don Mariano que no fue capaz de derogar tan inicua ley, entre otras razones porque a no pocos dirigentes peperos les parece estupenda debido a su ignorancia manifiesta.
Algunos se han tomado a chiste -no es para menos- la limpieza que se anuncia para la capital de España, iniciada con el cambio de la Plaza Vázquez de Mella por la de Zerolo. Lógico, porque en la lista aparecen no pocos intelectuales usualmente considerados de derechas como sospechosos de ser simpatizantes del franquismo -no vamos a poner pegas porque alguno fuera fusilado/asesinado por los republicanos en el verano de 1936 por ser de derechas-. Ilógico el tomárselo a chiste, porque en el fondo la Ley de la Memoria no solo iba contra don Francisco -como piensan los temerosos del PP- como ahora se comienza a poner en evidencia.
A la izquierda le molesta más que Franco, que ya es historia, la bandera o el reconocimiento a cualquiera que no sea de izquierdas. Lo de Franco es la excusa. Los honores y los reconocimientos públicos solo pueden ser para la izquierda y durante un rato para los tontos útiles. La guerra contra la bandera de España es larga y poco tiene que ver con la manipulación de presentarla como franquista. Lo usual ha sido que en muchos ayuntamientos y sedes oficiales desaparezca sin que se haga nada. Y ahora nos encontramos con la estulticia de algunas corporaciones colocando carteles explicando que la ponen porque les obliga el gobierno central. Dan la nota en tan bella Arcadia algunos cantantes foráneos de gira por Hispania, que en plena canícula andan amargando la vida a nacionalistas y progres exhibiendo sin cautela la bandera española (de nota los Scorpions cantando rock delante de la proyección de una gigantesca bandera de España en Santa Coloma de Gramanet)
Ada Colau, esa insigne alcaldesa de la gente con tendencia a vestirse de superhéroe, más revolucionaria y menos viejuna que Carmena, ha decidido que ya está bien de tonterías y que lo que importa es lo que importa, que don Francisco se murió hace unas décadas y lo importante es lo actual. Por eso, sin miramientos ha descabalgado al rey emérito del sitial de honor municipal que tenía en su reino -el de Colau, claro- y su busto ha acabado en una digna caja de cartón camino de los sótanos o del trapero. Ya puestos algunos ya piden que se limite el auge de la simbología monárquica en algunos centros oficiales. Remata la jugada, de momento, el Ayuntamiento de Zaragoza que le ha retirado al pabellón deportivo el nombre de Príncipe de Asturias y esto no ha hecho más que empezar.
Ya lo he escrito en alguna ocasión. La Ley de la Memoria Histórica tiene un claro objetivo político: cuestionar la legitimidad actual. En última instancia la persecución y proscripción del franquismo, el mal de todos los males, incluye el proceso de la Transición realizado por la clase política del franquismo y ello incluye a la monarquía porque ellos no olvidan que si hoy existe la monarquía es porque un señor llamado Francisco Franco se empeñó en dejar como su sucesor a otro señor llamado Juan Carlos de Borbón. No entiendo por qué algunos se llevan las manos a la cabeza cuando otras estatuas comienzan a llevar el camino de las de Franco.