Donde se habla de la prepotencia, la estupidez de la derecha, y la decadencia política
Miguel Massanet Bosch. Yo no sé lo que tendrá en la cabeza, en estos momentos de la Historia de España, don Mariano Rajoy. Lo que sí sé es como se le está poniendo, a nuestra nación, el superar la, cada vez, más comprometida situación en la que la están dejando los dos principales partidos políticos que se han turnado en el gobierno, desde que desapareció de la escena el partido del señor Suárez, la UCD.
La evidente descomposición a la que se están enfrentando, tanto el PP como el PSOE, debido al desencanto de unas bases que se han encontrado ante la evidencia de que, tanto unos como otros, han sido incapaces de cumplir con sus promesas; de asumir acuerdos en momentos críticos que hubieran favorecido a la ciudadanía, agobiada por la crisis y la recesión; de dar explicaciones a quienes los votaron de los motivos por los que, ante desafíos, como el planteado por el separatismo, se haya optado por una política de paños calientes; casos de corrupción capaces de hacerle salir los colores a la cara al mismo Lucifer o la evidente política timorata, indecisa, contemporizadora y desmoralizadora adoptada por el Ejecutivo y las mismas autoridades autonómicas, cuando se han visto precisadas a enfrentarse a la violencia callejera, el chantaje de las masas o las críticas de los antisistemas; demostrando que se ha llegado a un momento en el que las instituciones del Estado han estado superadas por las minorías radicales, ante las que se vienen mostrando impotentes.
La evidencia de que la derecha en España no tiene claro hacia dónde debe dirigirse, a quién se le debe confiar la misión de regentarla de regreso a sus valores de antaño, hoy extraviados por el miedo de enfrentarse, abiertamente, al desafío de las izquierdas que, una vez más, se vienen adjudicando la famosa “superioridad moral” sobre ella; hace que nos encontremos ante sorpresas tan impactantes como la de que, a una conferencia convocada por Nueva Economía Forum, una charla a cargo de Pablo Iglesias, de Podemos; nada menos que en el santa santorum de la burguesía, el Ritz madrileño, hayan asistido un buen número de empresarios ( aquellos sobre los el mismo Pablo Iglesias ha reconocido dirigir sus dardos envenenados) y personajes de la derecha española. Ante ello, no nos queda más remedio que reconocer que, en la actualidad, el miedo a que la izquierda se haga con el poder, a que se apliquen, como ocurrió en la II República, medidas contra la propiedad privada o, simplemente, el pánico a enfrentarse a un cambio político y social, ante el cual se encuentran indefensos y sin la posibilidad de apoyarse en una formación fuerte, que pueda oponerse con posibilidades de éxito a la proliferación de fuerzas de izquierdas que se está dando, de forma masiva, en los últimos tiempos de esta legislatura.
La gran tenaza que se está cerrando despacio pero sin solución de continuidad, sobre un gobierno que parece que lo único que se le da bien es no hacer nada, esperar, no tomar decisiones y dejar pasar el tiempo, mientras en España todos aquellos que buscan la implantación de otro régimen, siguen jugando sus bazas, aprovechándose de la evidente debilidad de quienes, con una mayoría absoluta, vienen actuando como si, en realidad, tuvieran que gobernar en minoría. Y cuando hablo de la gran tenaza, me refiero a los pasos que van dando los independentistas en cuanto a la consecución de apoyos entre los ciudadanos, incluso de aquellos que sintiéndose españoles, notan la presión de los demás y, fuera por miedo a salir perjudicados si se muestran contrarios a la independencia o fuere por la convicción de que, así como viene reaccionado el Gobierno, sólo es cuestión de tiempo que los políticos catalanes consigan su objetivo.
Veamos como se ha despachado el señor Más ante una hipotética entrevista con Felipe VI. Lo primero que ha dicho era que tenía que consultar su agenda para ver si le quedaba un hueco para poder hablar con SM y, luego, en el colmo de la mala educación, de la fatuidad y de su locura megalómana, se ha permitido sonreír displicentemente antes de decir: “Démosle una oportunidad ( al Rey), y si hace falta, dos o tres” y para rematar ha vuelto a su sempiterna cantinela de pedir a los demás “imaginación”, cuando él sabe que aquí no hay más que hacer cumplir la Constitución o avenirse a trasgredirla; permitiendo una consulta que todo el mundo sabe que no conduciría a otra cosa que a la proclamación unilateral de Catalunya como estado soberano.
Ya hemos entrado en una dinámica tan absurda e ilógica que, cuando se le dice desde Madrid que, para pagar a los proveedores, entre ellos las farmacias, han necesitado acudir al FLA; el señor Mas se pone la máscara de ofendido y lanza otra de sus habituales soflamas: “Son unos mentirosos y unos provocadores” Si no hubiera sido porque hemos seguido con atención la serie de pagos que el Gobierno, a través de Hacienda o del Fondo de Liquidez Autonómica, ha venido haciendo a la Generalitat, durante los últimos ejercicios, podríamos pensar que el señor Mas tenía razón, pero… esto no es así y quien miente a escote no es más que este señor que viene haciendo del engaño, de la tergiversación, de los datos falseados y de la información errónea, su principal arma para convencer a los catalanes de que, bajo su dirección, con sus propios medios y aislada del resto del Mundo, una Catalunya independiente tendría posibilidades de sobrevivir y, aún más, de ser una de las regiones ¡más ricas de la CE!
Corremos el peligro de intentar convertir al rey Felipe VI en una especie de comodín de que, todos los partidos, sean de derechas de izquierdas o nacionalistas, pretendan llevarlo a su terreno, aún sabiendo que sus potestades son muy limitadas, su poder decisorio prácticamente nulo y su función principal, como rey, es la de mantenerse en un tercer plano, alejado de las batallas políticas y dedicado a las labores de mediación; siempre manteniéndose dentro de lo dispuesto por la Constitución y, esto es esencial, trabajando para que España siga siendo una sola nación y no que, a través de usos arbitrarios de las normas constitucionales, modificaciones que perjudiquen la unidad de nuestra patria o decisiones unilaterales de aquellos que pretendan cuartearla; se caiga en la locura de dejarse convencer por minorías anti-españolas, deseosas de romper su unidad, que pudieran llegar a arrastrar a nuestro país hacia enfrentamientos que, aparte del peligro de otra contienda civil, pudieran ponernos en evidencia ante el resto de naciones, integradas en la UE.
Y es que, señores, algunos tenemos la extraña sensación de que, como ya les ha venido ocurriendo a otros presidentes españoles, el señor Rajoy se ha acostumbrado a sus viajes a Bruselas, a convivir con sus colegas europeos y a considerarse entre los magnates económicos, financieros, diplomáticos y grandes industriales de la UE, en su propia salsa lo que, en ocasiones, puede hacerle sentir alguna pereza en dedicarle tiempo a poner orden dentro de lo que está sucediendo en España; lo que, como es natural, puede repercutir, de una forma decisiva, en los acontecimientos que pueden producirse en los próximos meses. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, vemos que las posibilidades de una nación ingobernable, cada vez son más evidentes.