Daniel Ponce Alegre. Ex miembro de la Curia Valentina. Han transcurrido unos días desde que la Archidiócesis de Valencia tiene nuevo Arzobispo, el Cardenal D. Antonio Cañizares Llovera.
Los comentarios, análisis y en algunos casos propuestas programáticas que han hecho los medios de comunicación han sido diversos en función del prisma con que se han observado pero todos ellos han coincidido y querido destacar uno de los dos ejes de la Acción Pastoral, del 1º , La Eucaristía, hablaré en mi próximo artículo, de D. Antonio y que está en armonía con el Pontificado del Papa Francisco, dijo el Cardenal: " Vengo a pastorear una iglesia diocesana pobre y sin alforjas ".
¿ Qué debemos entender por pobreza, la llamada pobreza evangélica de la cual Jesús, el " Ungido de Jahvé " es el ejemplo perfecto como Hijo de Dios, Hijo del Hombre y Rey de Israel?.
En primer lugar debemos recordar que la pobreza en las Sagradas Escrituras, La Biblia, no es considerada como una Bendición de Dios en sí misma. El propio Salomón, Rey de Israel después de su padre David y Linaje del Mesías dijo:
" la riqueza resguarda la vida del hombre, el pobre no hace caso a la amenaza " y añadió  " no me des, Dios mío, riquezas para que no me olvide de ti, ni pobreza para que no te maldiga ". Por propia experiencia Salomón sabía que la abundancia hacía más fácil el olvidar a Jahvé pues él se dejó llevar por los placeres y apartó a Dios de su vida como Rey Ungido y como hijo de Dios; por otro lado recordemos que las desgracias y miserias en la que cayó Job, por culpa de Satanás, hizo que él llegase a maldecir su propia vida y el día que Jahvé lo trajo al mundo por el vientre de su madre.
Así vemos que la visión justa de la pobreza está condicionada y ha de ser equilibrada por la Sabiduría que procede de Dios, nuestro Padre y no es buena ni mala en sí misma.
¿ Tenía Jesús una opinión distinta de la pobreza a pesar de haber sido educado por José y María en la Ley y en los Profetas como todo buen judío?.
Dijo él en una ocasión al respecto: " Vended vuestros bienes y dadlos en limosna. Haceos alforjas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón ni la polilla corroe. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón ".
Si de forma sesgada nos quedamos con la primera frase parece que Jesús quería una Iglesia sin nada material, sin nada en propiedad, sin nada terrenal pero es ilógico y absurdo, obviamente, llegar a esa conclusión pues sería inviable la Iglesia.
Jesús habla de alforjas, o de bolsas, que no se deterioran y que guardan tesoros inagotables la Fe, la Esperanza, la Caridad y la Sabiduría que procede del Cielo, del propio Dios, y donde la polilla no corroe ni el ladrón se lleva, ya sea la alforja o lo que ella contiene.
Nuestro Señor Jesús concluye diciendo que donde está tu tesoro allí está también tu corazón, es decir, que si la alforja, que no se deteriora y que lleva tesoros inagotables celestiales, es centro, foco y pilar de nuestros anhelos, proyectos y consideraciones vitales, y usamos los bienes materiales con ese fin, seremos siempre pobres o ricos en el cielo pues como en otra ocasión el propio Jesús dijo " habremos invertido en oro acrisolado al fuego y en un colirio " que nos permite ver con los ojos del espíritu y más allá de las apariencias físicas o materiales.
También en otra ocasión dijo el Mesías: " Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos ".  
Tanto en esta ocasión como en la anterior, y en realidad siempre, Jesús va a la raíz: la abundancia de bienes nos puede hacer pobres " de espíritu " si dichos bienes son usados con criterio celestial y para Dios, su Iglesia y los hermanos; y el ser ricos materialmente nos puede hacer pobres " de espíritu " si somos humildes, agradecidos y reconocemos como dijo San Pablo que " toda cosa buena y todo don perfecto procede del Padre de las luces celestes ".
Por último, respecto al ejemplo de la vida pobre de Jesús y que como él mismo dijo " el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza " recordemos que su amigo José de Arimatea era rico y por eso pudo ofrecerle a los discípulos un sepulcro para dejar el cadaver de Jesús; que su amigo Lázaro también era rico y tenía un sepulcro de esa condición; que los discípulos eran trabajadores y disponían de casa y otras propiedades que dejaron para seguir al Maestro, al Hijo del Carpintero; por cierto José también era un hombre trabajador como María; además la Magdalena le ungió con un óleo de unos 300 denarios, el equivalente al sueldo de un año de un trabajador; y recordemos que los soldados romanos se echaron a suerte la prenda-túnica de Jesús pues ésta era sin costuras y era muy valiosa como para trocearla.
En definitiva, la pobreza de Jesús fue desprendimiento de las cosas materiales y utilización de éstas para Gloria de Dios y " por Causa del Reino de los Cielos".
Citando de nuevo a Salomón, para concluir, dijo él en Ecclesiastes: " La conclusión de todo es: teme a Jahvé, el Dios Verdadero, y guarda sus mandamientos porque este es todo el deber del Hombre ".

DANIEL PONCE ALEGRE
EX MIEMBRO DE LA CURIA VALENTINA