La guerra perpetua como explicación
Francisco Torres García. Tras el anuncio de una nueva tregua de 72 horas y prácticamente un mes de “guerra” parece que las autoridades israelíes, alcanzados sus objetivos militares y políticos, están dispuestas a poner fin a la operación Margen Protector. Como en otras ocasiones el hecho desencadenante poco o nada ha tenido que ver con la enésima ofensiva del ejército israelí. Es más, se ha reconocido que Hamas nada ha tenido que ver con el asesinato de tres jóvenes en Hebrón, causa oficial para la propaganda bélica.
Como de costumbre los debates sobre lo acontecido se han polarizado en función de la simpatía que despiertan los israelíes o los palestinos; sobre el derecho de cada uno a estar en aquellas tierras que da legitimidad a la acción armada y acaba justificando todas las acciones. Se puede continuar en la explicación de los hechos retrotrayéndonos a la declaración Balfour, al hecho fundamental de no haber creado un estado palestino y un estado israelí, a la incapacidad de la ONU para hacer que sus resoluciones valgan de algo y al fracaso permanente de las continuas conversaciones de paz forzadas desde fuera pero con poco apoyo desde dentro.
En aquel punto geográfico lo que se está produciendo y manteniendo como única opción es una guerra perpetua que se libra con un desequilibrio evidente entre la capacidad tecnológica y destructiva de ambos contendientes, aunque en esta ocasión, en Margen Protector, haya primado la guerra convencional. Guerra perpetua como opción, porque la única solución es que Israel admita la creación de un Estado Palestino independiente en Gaza y Cisjordania, a lo que, como se ha reiterado, Tel Aviv se niega lo que, junto con los muros y las alambradas, ha dado fuerza a la Intifada primero y a Hamas después, deslegitimando la viabilidad que en un tiempo pudo llegar a tener el recurso a la Autoridad Nacional Palestina y la concesión de un "régimen autonómico" para los palestinos; máxima cesión a la que parece estar dispuesto Israel.
Margen Protector no ha sido más que una nueva fase de esa guerra perpetua cuyas fases anteriores más importantes fueron Pilar Defensivo (2012) y Plomo Fundido (2008), pero que se mantiene desde la Guerra de los 6 Días. Margen Protector fue lanzada al viento de unas condiciones geopolíticas consideradas como idóneas sin las que sería difícil entender el ataque abierto a amplias zonas civiles causando más de diez mil bajas: primero, la falta de apoyos de Hamas en los países vecinos, fundamentalmente en Egipto; segundo, el fracaso americano que ha destrozado Irak, Libia y Siria que invita a la pasividad; tercero, la expansión del yihadismo que también está presente en la Franja de Gaza. Los objetivos de la operación parecen claros: primero, como es habitual eliminar “terroristas” de Hamas y destruir su capacidad operativa, que es lo que propagandísticamente ha justificado para muchos las operaciones, incluyendo el ataque a escuelas y hospitales; segundo, advertir claramente a la población civil de que el apoyo a Hamas contribuirá a su destrucción, que no habrá refugios seguros (componente de terror sicológico de primer orden); tercero, empujar a los palestinos al abandono de la zona, incrementando las ya duras condiciones de vida en la Franja; cuarto, favorecer la imagen de la Autoridad Nacional Palestina como opción viable para los palestinos de Gaza.
La Franja de Gaza es un estrecho territorio pegado al mar con una altísima densidad de población, más de cinco mil habitantes por kilómetro cuadrado que se han visto aún más hacinados tras la decisión israelí de ampliar la franja de exclusión desde el muro y las alambradas en tres kilómetros, perdiendo la Franja el 44% del territorio. Ahora, con una parte considerable de las infraestructuras dañadas (comunicaciones, centrales eléctricas, escuelas...), con miles de viviendas destruidas o dañadas y casi un cuarto de población desplazada, las condiciones de vida serán mucho más duras. Resta por saber si el duro castigo privará de apoyos a Hamas, haciéndole abandonar sus refugios en las ciudades, difícil porque prácticamente no hay zonas libres, o por el contrario alimentará nuevos rebrotes del conflicto. Militarmente es evidente que se trataba de golpear la zona y no de ataques selectivos contra las cabezas como sucedió durante Plomo Fundido. Y en este sentido la operación bélica ha sido para el ejército israelí un éxito.
Hamas sale de Margen Protector militarmente debilitado. La destrucción de los túneles que permitían burlar el muro que aísla Gaza, la inutilización de arsenales y el agotamiento de parte de las reservas de sus proyectiles M-75 y M-302, que pueden alcanzar prácticamente cualquier punto de Israel, con la demostración de la inutilidad de los mismos ante el sistema defensivo Cúpula de Hierro, un millar de bajas entre sus combatientes, junto con lo que va a suponer de control internacional de la zona durante el periodo de reconstrucción con la llegada de la ayuda humanitaria, pues Hamas ópera desde los núcleos urbanos, constituyen un duro golpe para ellos pese a las baladronadas de quienes consideran que prácticamente han ganado la guerra, olvidando que para Israel se trata de una guerra perpetua, de operaciones de castigo y advertencia que mantengan la situación y debiliten progresivamente el apoyo palestino a la legitimidad de la acción armada convenciéndoles de que el único camino es el que Israel proponga y acepte, aunque en esta ocasión hayan tensado hasta extremos insostenibles la capacidad de la opinión pública occidental de mirar hacia otro lado cuando se exhiben las imágenes de niños destrozados, de escuelas y hospitales atacados. Pero este era un riesgo calculado.