Las claves históricas de Ucrania, en la guerra de Biden
José Luis Orella. Ucrania ha sido siempre un territorio indispensable para el imperio ruso, convirtiéndose en el principal proveedor de trigo y base estratégica durante el siglo XIX en la anexión del Cáucaso. La experiencia de una Ucrania independiente surgirá en la Primera Guerra Mundial, bajo la invasión de las tropas germano-austrohúngaras. Sin embargo, en diciembre de 1922, Ucrania asistió al Primer Congreso de los Soviets de toda Rusia, celebrado en Moscú, donde se aprobó el Tratado y la Declaración de Fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
El poder leninista potenció una lucha inhumana con la política del hambre que se llevó a diez millones de personas, de todo el imperio ruso, de esa manera pudieron doblegar el espíritu de los ucranianos, que como el resto de la población de la URSS fue víctima de los campos de concentración. La destrucción de la URSS trajo para Ucrania que el 16 de julio de 1990, el Soviet Supremo (Parlamento) proclamase la soberanía estatal de la república, y el 24 de agosto de 1991 aprobase el Acta de Independencia. La independencia de Ucrania planteó problemas en el orden económico y en el político. Crimea declaró su independencia, para poder unirse a Rusia, pero fue objetada por el Parlamento ucraniano. Crimea cedió y anuló la declaración. Rusia reaccionó en junio, anulando el decreto de 1954 por el que cedió Crimea a Ucrania y reclamó su devolución. Kiev se opuso y concedió a Crimea la autonomía económica. La península de Crimea supone la mayor zona turística de la antigua URSS y la base naval de Sebastopol, la sede de la flota del Mar Negro. No obstante, en el 2014 Crimea procedió a unirse Rusia, mediante un referéndum después de su ocupación militar. La República de Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol, con dos millones de habitantes, son desde entonces sujetos federales de la Federación de Rusia.
Desde el 2004, con las elecciones presidenciales en Ucrania entre Víctor Yuschenko, antiguo primer ministro, y Víctor Yanukovych, su sustituto al frente del gobierno, el problema ucraniano fue tomando forma. El líder opositor Yuschenko, no admitió la derrota y lanzó a sus partidarios a la calle con el apoyo diplomático de la Unión Europea y de los EEUU, que habían vivido una experiencia semejante en Georgia. Hay que recordar que Yuschenko está casado en segundas nupcias con una activista proucraniana de nacionalidad estadounidense. Fue la revolución Naranja que obligó a unas nuevas elecciones que dieron la victoria a Víctor Yuschenko, como se preveía. No obstante, el parlamento ucraniano tenía mayores poderes que en la legislativa anterior. Ucrania tenía un presidente prooccidental, gracias al golpe de fuerza, iniciativa útil que ha querido borrar la influencia rusa del Cáucaso y del Mar Negro. La dirección de Ucrania ha sido desde entonces el de acelerar su distanciamiento de Rusia y acelerar su integración en la OTAN y la Unión Europea, bien arropada y acogida por los Estados Unidos.
En noviembre de 2007 hubo elecciones parlamentarias, donde los resultados confirmaron la partición social del país en tres bloques, aunque se constató el desgaste del bloque del presidente, por su pésima gestión económica. Víctor Yanukovych conseguía una victoria pírrica al alcanzar el 34,37 % y 175 escaños. La hermosa y millonaria Yulia Timoshenko se aupaba al 30,71 % y 156 escaños. Mientras el bloque del presidente se reducía al 14,15 % y 72 escaños. Con menor participación, el Partido Comunista conseguía un 5,39 % y 27 escaños, y el bloque Lytvyn obtenía un 3,96 % y 20 escaños. Pero el partido de las regiones de Yanukovych aunque se uniese con los comunistas no conseguía obtener la mayoría suficiente. Por el contrario, los antiguos coaligados de la revolución naranja, Timoshenko y Yuschenko, revalidaban una nueva alianza, que daba a Yulia la presidencia del gobierno.
En las siguientes elecciones presidenciales, Yanukóvich recibió el respaldo del 35,42 por ciento de los electores, mientras su principal rival, Timoshenko, logró un 24,95 por ciento. Sin duda, el gran perdedor de las elecciones fue el corrupto, Víctor Yúschenko, que obtuvo poco más del 5 por ciento de los votos. En la votación fue superado incluso por el magnate bancario Serguéi Tiguipko, el tercer candidato en discordia, con un 13,14 por ciento de los votos, y por el ex presidente de la Rada Suprema (Legislativo), Arseni Yatseniuk, que sumó un 6,84 por ciento. Sin embargo, los resultados volvieron a confirmar la partición del país. Las provincias occidentales y la capital, Kiev, como zonas más próximas a Europa y deseosas de formar parte de la Unión Europea. Por el contrario, la zona de Dombas, la región vertebral de las provincias orientales, zonas industriales, afectadas por el cierre de las minas por Yuschenko y rusoparlantes, territorios que nunca habían dejado desde siglo X de pertenecer a Rusia.
En noviembre del 2013, el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich decide retirarse de la firma de un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea para proceder a su integración en la Unión Eurasiática. Eso provocó protestas en Kíev, que concentran durante semanas hasta 800.000 personas y que degeneraron en pura violencia. El presidente Yanukóvich huyó a Rusia el 22 de febrero del 2104, después de dos días de violencia que costaron la vida a 88 personas. El nuevo poder nacionalista prohibió la cooficialidad del ruso. Las protestas y los incidentes violentos entre nacionalistas y prorrusos se sucedieron en la región oriental del Donbass y en el sur. Aquello desembocará en una guerra abierta entre las provincias orientales apoyadas directamente por Moscú, y el gobierno de signo nacionalista ucraniano, dependiente de los Estados Unidos.
El régimen prooccidental significa la separación definitiva de Ucrania y Rusia y la pérdida definitiva de Rusia de su categoría como potencia mundial. Un deslizamiento de Ucrania, definitivo hacia occidente, con su integración en la OTAN, puede provocar de Rusia que utilice su amenaza de cortar el suministro energético y provoque la partición política del país con la secesión del oriente minero. Para Estados Unidos, el control de Ucrania significa el fin de Rusia como potencia mundial, la gestión de los recursos de la antigua URSS por empresas anglosajonas y el control de la Europa del este como mercado para sus armas y gas licuado, no competitivo con el procedente de Rusia a través de su red de gasoductos. De momento la compra de armas estadounidenses se ha disparado en una región, dependiente del gas ruso en más de tres cuartas partes de su gasto energético.