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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

“¡Dios no puede desamparar a España!”

Nosotros también PODEMOS

Manuel Parra Celaya. El éxito de “Podemos” en las elecciones europeas ha alborozado a un sector de la izquierda, excepto al PSOE, que suele llamar a “su” Pablo Iglesias “el bueno”, con notoria intención, y que coincide con sus adversarios del PP en el susto por si se acaba el “turno” bipartidista en esta Segunda Restauración –y las consiguientes cacicadas- del mismo modo que terminó en la Primera. Al resto de los españoles –y a muchísimos europeos- no les ha alborozado nada, pero sí les ha sorprendido el auge de este nuevo populismo.
    Humildemente, he de confesar que a un servidor no le ha causado la menor sorpresa, convencido, como lo está, de que el Sistema hace agua (no “aguas”, que eso es otra cosa) y que no es extraño que crezca día a día el número de descontentos, presa fácil –todo hay que decirlo- de toda suerte de demagogias, de esas que siempre aciertan en denunciar las consecuencias, apenas reflexionan sobre las causas y se lo piensan mucho antes de atacar con fundamento los pilares del propio Sistema.
    Sea a no pírrica la victoria de “Podemos”, han demostrado que hay posibilidades dentro del juego democrático, creado para perpetuar un establishment determinado, para hacerse un hueco (aunque sea a codazos) y dejar oír una voz, aunque sea en las cadenas de televisión habituales. Claro que, para ello, hay tres condiciones: poseer fe e ilusión; dominar los nuevos medios de comunicación, y contar con fondos considerables.
    Esto último es impensable para otras formaciones políticas y para una mayoría de españoles, salvo que se hipotequen hasta las cejas; por otra parte, el entramado financiero que nos rige no dudará ni un instante en facilitar los créditos que sean necesarios a cualquier partido que esté en el candelero; en el pasado reciente, incluso, hay constancia de que han sido condonadas deudas millonarias, pero mejor no revolver la historia… Si ocurre esto con “Podemos”, hay dos posibles explicaciones: o están imitando a aquellos petimetres del XVIII que aplaudían bajo sus pelucas y en sus lujosos salones a quienes luego los llevarían a la guillotina o es que la larga sombra del Sistema ha diseñado hasta a sus propios enemigos.
    Decía que, en lo tocante a medios económicos, no existe imitación posible, pero sí en cuanto a los otros dos resortes del triunfo: fe e ilusión y uso de las nuevas tecnología. Con respecto a ellas, soy el menos indicado para lanzar panegíricos, dada mi categoría de “converso” (por imperativos del guion y para que lleguen a ustedes semanalmente mis ocurrencias) y mi nulo aprovechamiento en estas lides. En relación con la fe y la ilusión, no me recato en hacer una diaria pedagogía de las mismas, acaso por mis resonancias machadianas –“ni está el mañana ni el ayer escrito”- o por la firmeza en mis convicciones más hondas.
    Creo que el ser humano está llamado a buscar, incluso aquí en este mundo, mayores cotas de justicia y de libertad profundas; creo en su perfectibilidad, dentro de su naturaleza inmutable; creo en unos valores que no están presentes en esta sociedad ni figuran, ni por asomo, en el frontispicio del Sistema; en cuanto a España, confío en su irrevocabilidad, a pesar de los pesares: siguen resonando en los oídos de mi alma las últimas palabras de don Miguel de Unamuno, ya repudiado “por los hunos y por los otros”: “¡Dios no puede desamparar a España!”.
    Si esto es así, queridos lectores, también nosotros podemos…
                                                         
 

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