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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Pero, ¿dónde demonios había leído antes el proverbio redescubierto?

PROVERBIO CHINO: “Cuando el sable esté enmohecido y el arado reluciente…”

Manuel Parra Celaya. Hoy me he despertado con el soniquete de unos versos casi olvidados, y no sé por qué: “Cuando el sable esté enmohecido y el arado reluciente…”; como suele ocurrir, el runrún no cesaba en mi cabeza, pero no recordaba ni su origen ni dónde los había leído, como a menudo nos ocurre tras una noche cargada de sueño y aparentemente vacía de sueños.
    Achaqué la causa de mi desconocida, repetida y molesta atención a esas palabras al hecho de haber cedido a la tentación de enterarme de algunas noticias de actualidad justo antes de retirarme al descanso, cosa que, por razones higiénicas y casi médicas, no suelo hacer; si era así, la estrofa podía provenir de un subconsciente algo agitado por las palabras de la neo-belicista Sra. Úrsula Von Der Leyen o por la agria disputa entre las partes del llamado Gobierno español a cuenta del incremento de los gastos de defensa. Claro que tampoco creo que los sables deban llenarse de moho ni los arados reluzcan tanto que denuncien su falta de uso; son perfectamente compatibles trabajo y milicia, ya que ambos cooperan a un bien común…
    Ya totalmente espabilado pero acuciado por mi aparente lapsus de memoria, acudí a esa información variopinta que me puede facilitar el papá Google, que me aclaró que la frase procedía de un proverbio chino,  y me proporcionó la continuación del latiguillo que no se me apartaba de la cabeza, y que decía así: “cuando las prisiones estén vacías y los graneros llenos…”. Surgió de repente mi yo contestario y me hizo reflexionar sobre qué poco se podían aplicar estas palabras a la sociedad española actual, minada por la delincuencia y la permisividad de las leyes, por una parte, así como, por la otra, por las dificultades que pasan muchos compatriotas para llenar la cesta de la compra o para encontrar una vivienda digna, por ejemplo.
    Pero sigue el proverbio: “cuando las escaleras de los templos estén gastos y las de los tribunales cubiertas de hierba”; ¡válgame Dios!, aquí ni lo uno ni lo otro; con respecto a lo primero, porque la secularización sociológica y el laicismo oficial llevan a que muchas iglesias se vacíen de fieles y la humana e inevitable ansia de búsqueda del Absoluto lleve a algunos a la búsqueda de vericuetos y sucedáneos, a cual más pintoresco; con relación a lo segundo, la hierba no puede cubrir los accesos a las salas de justicia, especialmente por el trajín de tantos políticos, consejeros, expertos y familiares que están siendo investigados, encausados o llamados a declarar por los turbios tejes y manejes que se están dando al margen de las leyes positivas y morales; las corrupciones, sobornos, trapicheos y uso del dinero público (que ya sabemos “que no es de nadie”) para negocietes, francachelas y dádivas generosas a señoritas de vida desairada.
    Sigo leyendo; “Cuando los médicos vayan a pie y los panaderos a caballo…” Me imagino que el sabio chino no se refería a menospreciar a los profesionales de la Medicina, muchos de los cuales se ven obligados a buscar mejores sueldos allende los Pirineos ni a reivindicar que los profesionales más humildes los reemplacen en el uso de vehículos de lujo, pero sí se puede entender entre líneas, no un igualitarismo demagógico y de manual, ni el mantenimiento de unos muros sociales, y sí una política de equidad, según la cual cada uno reciba lo que le corresponde; ni la especulación de los intermediarios ni los bajos salarios ni los lujos desmedidos, todo ello en un marco en que la picaresca se prodiga por doquier,
    Y concluye el proverbio oriental: “…entonces estará bien gobernado el imperio”. Lo traduzco en términos más actuales y realistas, también esperanzados: cuando imperen la justicia social y la solidaridad, cuando no se dé un Estado que se pueda considerar fallido, cuando exista un Gobierno que ejerza como tal y actúe para todos los españoles, sin discriminaciones territoriales ni partidistas, sin acceder a chantajes para la búsqueda de apoyos…; cuando los representantes elegidos hagan gala de una dignidad privada y pública y se apliquen a las tareas para los que han sido promovidos por la población, cuando los escaños que ocupan no degeneren en Patio de Monipodio…; cuando los ciudadanos de a pie recuperen sus cualidades entrañables y, plenamente despiertos, sean capaces de exigir y de dar…
    Pero, ¿dónde demonios había leído antes el proverbio redescubierto?  Abrí libros añejos y repasé mi memoria. Nada de nada. Estaba a punto de achacar el olvido a las inevitables faltas de memoria que provocan los años, cuando se me encendió la lucecita. En mi biblioteca encontré, por fin, la referencia buscada: servía de frontispicio o proemio al libro “Frente a frente”, que es la transcripción del juicio que tuvo que afrontar hace muchos años en la prisión de Alicante un tal José Antonio Primo de Rivera.
 

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