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Ucrania y la hoja de ruta de la secesión del este

José Luis Orella. Hace más de siglo y medio, en la primavera de 1861 se procedía a la secesión fluida de los Estados del sur de Estados Unidos. La pérdida del control político del Estado federal provocó que subrayando la esclavitud como rango identitario del sur, se procediese a la secesión ante la negativa al reconocimiento de su personalidad dentro de la unión. La intervención en abril de las fuerzas armadas causó la guerra civil y la secesión de más estados meridionales que sumados a los anteriores constituyeron los Estados Confederados de América. Aquella experiencia acabo con una guerra civil y el sacrificio del más famoso presidente norteamericano, Abraham Lincoln, el primer republicano en llegar al poder.

Este breve capítulo histórico nos describe la hoja de ruta rusa con respeto a Ucrania, salvando las enormes diferencias de ambos hechos. La proclamación de independencia de Donetk y Lugansk por plebiscito, no deja de ser ilegal por la formas, pero es semejante a la de Parma o Modena en la unificación italiana. Los plebiscitos nunca se han hecho para perderse y siempre han existido las coacciones. Las muertes sucesivas de milicianos rusófonos, sólo contribuye a ir posicionando cada vez más a los ucranianos orientales a favor de un nuevo Estado separado de Ucrania. El que antiguos berkut y voluntarios de la Trasnistria puedan sumarse al incendio, puede ser fundamental para provocar la proclamación de una segunda fase de estados, como Jarkov, Jerson, Nicolaiev y Odessa. Que darían al nuevo estado separado el control de la mayor parte de la capacidad económica industrial y energética del país, y la salida al mar Negro. Los últimos muertos les permiten movilizar a las masas a su favor. Rusia sólo tiene que esperar que la incompetencia del gobierno ucraniano gangrene más las relaciones sociales y permita, la constitución de un archipiélago de estados no reconocidos.

Por su parte Ucrania carece de un líder carismático, su gobierno no es democrático, y el futuro presidente, es un oligarca que se alzará con el poder sin la legitimidad de unas elecciones libres, donde sus rivales fueron atacados y obligados a abandonar la carrera electoral. La no fiabilidad de la policía, le ha llevado al gobierno a utilizar al ejército, que ante su debilidad, se ve en la necesidad de reclutar milicias políticas de civiles radicalizados, instruidos por mercenarios, que recuerdan al ejército republicano español dirigido por las brigadas internacionales. Ucrania como país independiente, tiene que tener la absoluta libertad para dirigir su política internacional sin intromisiones, pero estas se han realizado siempre de forma continuada por las dos potencias mundiales, favoreciendo personas manejables y corruptas. Rusia no puede prescindir de Ucrania, aunque ya sea un Estado soberano, y EEUU no va a permitir que Rusia vuelva a ser una potencia que le impida acceder a los recursos del Asia central. Pero en este bloqueo, los ucranianos son los únicos que no ganan, su juventud emigra como mano de obra barata y su sociedad, antes plural pero unida, se parte en dos bloques cada vez más radicalizados y con un número más significativos de mártires a los que vengar.

Entretanto en Rusia, Putin confía cada vez más en hombres procedentes del sector uniformado. El nuevo flamante delegado presidencial en la nueva provincia de Crimea es el vicealmirante en la reserva Oleg Belaventsev. Su misión, devolverla a la máxima operatividad para la flota rusa. En cuanto a los distritos de Siberia y del Cáucaso del Norte, se les designó como representantes, a los generales de las Tropas del Interior, Nikolái Rogozhkin y Serguéi Mélikov. La popularidad del líder, permite la jerarquización del poder. Un nuevo zar, que pretende restaurar Rusia, aplicando los frutos de sus lecturas de historia contemporánea de EEUU, ¿Quién dijo que la historia no era maestra de la política?.

Por su parte en España, nadie se entera de nada, nuestro ministro en su inercia de apoyar lo que digan los EEUU, puede impedir la reactivación inmobiliaria en el levante español, en manos de los rusos. Los comunistas españoles resucitan un antifascismo electoral, a favor de Rusia, sin enterarse que Putin sepultó el comunismo y representa un nacionalismo concebido en el último de los intelectuales libres rusos, el premio nobel Alexander Solzhenitsyn, autor de Archipiélago Gulag, y superviviente de aquellos campos, que nuestros comunistas quisieron construir en nuestras mesetas, y al que odiaron durante nuestra transición.

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