El Valle de los huesos secos: hacia ti, monte eterno, sube nuevamente tu pueblo
Laureano Benítez Grande-Caballero
Caídos de España, huesos de patriotas esparcidos por valles y cañadas, por páramos y estepas, por ríos caudalosos, por pedregales inhóspitos, por ariscos roquedos, por mares abisales, por fortalezas inexpugnables, por ciudades imperiales y selvas procelosas.
Numantinos y saguntinos de raza, cántabros de pura cepa, pueblos irreductibles que resistieron Césares y Augustos, que protagonizaron Covadongas, que arrollaron a la morisma en Navas de Tolosa y en Salados, que engendraron el heroísmo patriótico de los comuneros que reivindicaron Castilla ante la rapiña flamenca.
Caídos por España, que empaparon de sangre Lepantos y Trafalgares, Rocrois y Bailenes… sangre que explotó un 2 de mayo contra la gabachería masónica, dirigida heroicamente en el Parque de Monteleón por Daoíz y Velarde.
Caídos por Dios, en Ebros y Alcázares, cuyos huesos rellenaron valles y escarpes, envueltos en banderas rojigualdas, que encontraron su olimpo en Cuelgamuros, bajo una enorme Cruz que también abrió sus brazos para acoger los huesos de la otra España.
Caídos por Dios y por España, que habéis presenciado durante 40 años cómo se forjaba otra España de caídos, formada por españoles sumergidos en las cloacas de la ignorancia, la indiferencia, la cobardía y la felonía, manipulada hasta el paroxismo por chupópteros y Bellidos Dolfos, por vendepatrias y corruptos, por unos políticos vendidos al Bilderberg por un puñado de escaños, por las untuosas caricias de terciopelos y prebendas, por el sahumerio de inciensos azufrados emanados de la mismísima boca del infierno.
Españoles caídos en el papanatismo, en la letal comodidad con que el bienestar infecta a los mediocres; que contemplan desde sus terrazas cerveceras cómo el apocalipsis rojo devasta ferozmente la España que los otros caídos construyeron con su sangre en volutas, con sus carnes desgarradas, pero con sus ideales en flor.
Caídos en desgracia, despeñados en las fosas del botellón, de los tatuajes salvajes, del éxtasis alcaloideo, del sexo en garrafón, de la miseria moral más absoluta… ninis incapaces, no ya de una hazaña imperial, sino incluso de ganarse la vida por sí mismos.
Raza caída en los pedregales de la telebasura, vilmente machacada por la ideología progre que vilipendia la Patria y escarnece el catolicismo; dos generaciones enteras caídas por las barranqueras del ateísmo, putrefactados por memorias históricas que les cuentan himalayas de falsedades; por ideologías LGTBI que les roba hasta los semáforos, que les lleva a mundos donde antes había Heidis, pero que ahora son el hábitat de Princesitos y Principitas.
Coronas caídas, terciopelos ajados, hemiciclos mancillados por patulea de rastas y tattoos, por congueros perrofláutikos sicópatas, ahítos de necrofilia, mantenidos con nuestros impuestos para que defequen en la Hispanidad, se abracen con osos separatistas, y babeen con Otegis y Puigdemones.
¿Cómo hemos podido caer tan bajo? Españoles de pro, patriotas de casta, ¿dónde habéis estado durante esta larga travesía por el desierto? ¿Cómo os habéis dejado arrebatar banderas y estandartes, memorias y embriones, historias y plegarias? ¿Cómo habéis caído en combate sin oponer resistencia? ¿Cómo podremos explicar a las esferas celestiales que los que antes caían con heroísmo hoy caen al lodo de una sociedad con una prodigiosa decadencia moral, chapoteando en los pestilentes muladares donde una mafia entrenada en las hediondas cavernas del luciferismo lleva 40 años asentando sus reales?
Sí, ¿cómo España ha podido caer tan bajo, viendo irse a pique sus bajeles, viendo cómo su ejército se ha transmutado en un vodevil de Ongs; contemplando sin echarse a la calle cómo, a pesar de un pavoroso infierno fiscal, tenemos una deuda de más del 100% del PIB, creada por 400.000 políticos y 17 Taifas autonómicas creadas para la mamandurria y el nepotismo? Y la Iglesia, impertérrita, que ni siquiera excomulgó a Juan Carlos cuando firmó la inicua ley del aborto… que ha caído tan bajo que ni siquiera defiende de la exhumación a quien fue su salvador.
Fetos caídos en las garras de los mengeles y Eichmanns, ancianos eutanasiados, cadáveres franquistas caídos en desgracia… Mujeres españolas caídas en el despelote feminista, obsesionadas con bolas chinas y almejas comestibles antivatikanas…
Caídos por Bilderberg y el NOM, pueblo en estado de catalepsia que contempla paralizado cómo unos traidores de libro Guinness juegan a destruir España riéndole las gracias a supremacistas catalanitas, a vascuences montaraces, dándoles más privilegios, en lugar de suspender sus autonomías. España-caída, que será desguazada en una Repúblika confederal que nos convertirá en chatarra interestelar, en un pecio a la deriva, en un desolador Valle de Lágrimas.
Pero, españoles, un viento resucitador ha comenzado a soplar en los huesos secos, en las osamentas descarnadas de los otros caídos, de aquellos que entregaron su sangre por la Patria.
Valle de los caídos, valle de los huesos secos que puede volver a la vida el espíritu de un pueblo alzado contra la opresión del frentepopulismo cristianófobo e hipanófobo. Porque ellos pretenden exhumar a Franco, pero se encontrarán con el cumplimiento de la tremenda profecía de Ezequiel: «La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.
Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” Y dije: “Señor Jehová, tú lo sabes”.
Me dijo entonces: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová”».
Valle de los Caídos: hacia ti sube el pueblo; hacia ti, montaña eterna, vienen aquellos que cayeron en la desidia y el abandono, pero que hoy, redivivos, vienen a tus alturas para infundir su espíritu patriótico en los huesos secos que cobijas bajo tu grandiosa Cruz.
Espíritu que sopla desde el hondón del tiempo, desde las raíces de Hispania; que clama y grita por Cuelgamuros y por todos los rincones de España los versos para este combate: «Acude, corre, vuela, / traspasa la alta sierra, ocupa el llano, / no perdones la espuela, / no des paz a la mano, / menea fulminando el hierro insano».
Y, por fin, inaugurada ya la lucha del pueblo contra la tiranía de los golpistas, de los bolivarianos, de los separatistas, de los corruptos, de los cristianófobos e hispanófobos, podremos volver a decir con orgullo aquellos versos de Rubén Darío: «Ínclitas razas ubérrimas, razas de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!».