Mas se pone la soga y Catalunya pide a gritos el 155 de la Constitución
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Miguel Massanet Bosch. Estamos, sin duda, asistiendo al gran drama griego en el que se ha convertido el nacionalismo catalán, una representación en la que los protagonistas han cambiado sus máscaras belicosas, sus gritos guerreros y sus actitudes amenazantes, por otras más sonrientes, con las que pretenden vender la misma mercadería bajo otras apariencias menos guerreras, menos impactantes y más legales aunque, en definitiva, de lo que se trata es de no querer doblar el brazo, no admitir la derrota y sostener, aunque de una forma menos agresiva, lo que les ha sido negado por el máximo tribunal de la nación española. El “astuto” señor Mas, por fin, nos ha desvelado en lo que, para él, consistía una “jugada maestra” para descolocar al Gobierno español y hacerle tragar el anzuelo de que, el dejar que unos voluntarios coloquen unas urnas, impriman unas papeletas con el mismo contenido que ha motivado la suspensión del TC y vestirlo con la aparente legalidad de unas leyes anteriores, evidentemente destinadas a otros usos menos trascendentales, ya habrán logrado su fin de que los catalanes que quieran hacerlo podrán votar y acudir a las urnas previstas al efecto.
Un chiquillada cuyo único fin es el ocultar la falta de unidad que se ha puesto de manifiesto en las sucesivas reuniones que, los partidos secesionistas, han celebrado en distintos emplazamiento, con la pretensión de que fueran secretas, objetivo que, evidentemente, no han conseguido porque ha trascendido que, en ninguna de ellas, se han puesto de acuerdo respecto al camino a seguir y eso lo ha tenido que reconocer Artur Mas al renunciar al órdago de una votación para el 9N, con todos los requisitos públicos para llevarla a cabo, excepto, como es natural, el estar cubierta por las leyes del país, ya que la ley de Consultas y la convocatoria oficial habían sido suspendidas por el TC.
Una consulta que, al parecer, no tiene carácter vinculante, tal y como ocurría con la otra en suspenso; sin un censo de votantes en el que anotar a los votantes y a los que o no han votado o han votado en blanco; en la que se permitirá participar a los mayores de 16 años con residencia en Catalunya, lo cual deberá comprobarse por el DNI ( uno puede tener el DNI expedido en Madrid y residir en Catalunya o viceversa); una consulta que ya se reconoce que no tendrá otros efectos que, ( insistiendo en la idea de poder exhibir ante los países extranjeros una pretendida mayoría secesionista) conocer la opinión de los catalanes, para dar satisfacción a todos aquellos a los que el señor Mas y CIU han estado engañando desde hace años, sosteniendo que los catalanes, por si solos, tenían la potestad de decidir sobre si se quedaban en España o se separaban de ella; algo a lo que, evidentemente, el TC se ha encargado de poner coto.
Nos podríamos preguntar: ¿qué control existirá en los locales de votación que garantice que no se produce el consabido “pucherazo” si resulta que, los que van a “vigilar” las urnas, son voluntarios que, con toda seguridad, serán todos o casi todos, ciudadanos que estarán a favor de la secesión?¸ ¿se encomendará a los mozos de escuadra, funcionarios o a otros cuerpos de seguridad el control de la seguridad? Tenemos entendido que no se quiere poner a ningún funcionario en peligro de que pudiera ser sancionado por participar en una consulta no aprobada por los organismos competentes, ¿qué sucederá con los inmigrantes con residencia legal en Catalunya de más de un año, que no tengan DNI, se les permitirá votar o no? Mucho nos tememos que, el control de lo que va a suceder en muchos centros de votación y ya no hablemos de aquellos que estén instalados en pueblos pequeños, dominados por autoridades separatistas, no sea lo fiable que se podría pedir en cualquier votación celebrada bajo el auspicio de las autoridades competentes, con participación de representantes de los distintos partidos y recuentos sometidos al control de personas imparciales elegidos de entre todos los ciudadanos. ¿Cómo se puede evitar que las urnas sean manipuladas y los resultados alterados de modo que den una victoria aplastante a los que apoyan la ruptura con España?
Es evidente que, a esta supuesta consulta, no van a acudir a votar los contrarios a ella, ni los que no quieran participar en tan grotesca bufonada ni, tampoco, los indecisos que optarán por abstenerse hasta tanto la situación quede aclarada o se convoquen, como ya ha anunciado el señor Mas, unas nuevas elecciones autonómicas en las que se presente una candidatura única (algo que ya se verá si se consigue) que representara a la opción independentista. Es muy probable que sea muy complicado poner de acuerdo a ERC, que sabe que en unas elecciones va a conseguir unos magníficos resultados, quiera formar una coalición con CIU cuando es consciente de que, con ello, tiene mucho que perder y poco que ganar. Quizá los del PSC aestuvieran dispuestos a ello, pero van a tener que vencer la resistencia de sus colegas del resto de la nación, que no parece que estén por la labor, aunque sí por la de una España federal.
Ni que decir tiene que, si el TC ya ha tomado medidas cautelares para evitar que las dos preguntas que se pretenden reproducir en este otro simulacro de consulta; lo mismo han de servir para que, en el caso de que, por otro cauce, se pretenda soslayar la suspensión para, saltándosela en evidente fraude de ley, se intente darle esquinazo al alto tribunal para conseguir idéntico resultado, en este caso con menos garantías de haberse celebrado con los requisitos requeridos y, por supuesto, mediante un truco ilegal. Esperamos que ante semejante desafío el TC de oficio o a instancia de la abogacía del Estado tome las medidas adecuadas para paralizar esta nueva tentativa de saltarse la legalidad.
En un comentario que publicamos ayer, ya nos preguntábamos si nuestro Gobierno, estaba dispuesto o no a mantenerse firme y si, a pesar de sus repetidas manifestaciones en este sentido, no existirían negociaciones por las cuales se hubiera llegado a algún tipo de acuerdo que permitiera al señor Mas salvar la cara ante sus enfurecidos seguidores, desencantados por la renuncia a la anunciada consulta. Una vez más queremos confiar en que el señor Rajoy y su equipo estén dispuestos a evitar este tipo de trampas y arbitren las medidas oportunas, tanto de orden jurídico como administrativo, para evitar que el separatismo catalán se pueda apuntar un éxito que, sin duda alguna, les reafirmaría más en sus propósitos de alejarse de España.
Nos preocupan las reiteradas ofertas del señor Rajoy – que se ha precipitado en lanzar las campanas al vuelo ante el anuncio de la renuncia de Mas a celebrar la consulta convocada para el 9N – de tratar de todas las otras cuestiones (recordemos que Mas le presentó un cuestionario con 23 problemas que a su entender precisaba resolver la comunidad catalana para poder salir de la difícil situación en la que se encuentra actualmente, con 62.000 millones de deuda y 600.000 parados). No nos extrañaría que, aún en el improbable caso de que los separatistas accedieran a postergar sus peticiones soberanas, el resto de las autonomías españolas se mostraran muy de acuerdo con que se le dieran, en compensación, tantas prebendas a Catalunya que, evidentemente, les iban a perjudicar a ellas. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos alarmados un posible cambio de cromos entre el Gobierno y Catalunya. Espero que no.