BARRA LIBRE y la “Nort American Man-Boy Love Association”
Manuel Parra Celaya. La movida mediática y partidista organizada sobre la imputación de la señora Mónica Oltra por tapar, presuntamente, las actividades de su exmarido con una menor acogida a un centro de la Generalidad valenciana me ha llevado a darle vueltas a otros temas que acaso no guardan relación con el hecho mencionado, pero sí lo rozan tangencialmente por lo menos; relacionando ideas, he echado mano de mis biblioteca y hemeroteca particulares para entresacar algunos datos históricos relativos a un posible “nuevo derecho”, llamado eufemísticamente “intimidad intergeneracional”, vulgo pederastia. Todo ello, por supuesto, sin tratar de vincular a la vicepresidenta valenciana, dimitida o cesada, con estas cuestiones que me han venido a la mente acaso de un modo caprichoso.
CIERTOS ERAN LOS TOROS…
MANUEL PARRA CELAYA. Reconozco que me equivoqué. Me permití dudar de la veracidad de una noticia publicada tan solo en un medio digital, y, en consecuencia, así me expresé en mi artículo titulado “No me lo creí” (5 de junio de 2022). Previamente, había desestimado unas líneas trazadas, en caliente, ante las primeras informaciones, que titulaba significativamente, “¿Tú también, hijo mío?”, en referencia a las palabras que pronunció Julio César cuando distinguió a su propio hijo entre sus asesinos. Lo cierto es que el cambio de artículo y de tono me vinieron dados porque me apresuré a intentar confirmar esa noticia por medio de fuentes que consideré fidedignas; ahora pienso que esas fuentes eran tan o más ingenuas que un servidor, y en ningún momento he dudado de su buena fe; pero, en todo caso, andaban erradas. Como yo, repito.
TE MANDARÉ A MIS ABOGADOS
Manuel Parra Celaya. Parece que se van apagando los ecos, a Dios gracias, del juicio entre Amber Heard y Johnny Deep, y ahora está en el candelero la separación entre Piqué y Shakira, para uso y disfruto de las marujas y marujos (de todo hay). La resonancia de esta segunda noticia no ha alcanzado, sin embargo, la de la primera, que por algo somos una especie de colonia del amigo americano, puesto al volante de la Globalización inmisericorde. Francamente, ambos temas me importan un pito; ni soy lector de la prensa del corazón ni especial fan de Piratas del Caribe, que considero una parodia tecnificada de aquellas películas de verdaderos piratas que llenaron la imaginación en mi infancia. Pero me fijé en el caso Deep-Heard por la implicación ideológica que contenía: nada menos que el #Me too, buque insignia del Feminismo Radical. Hace poco, también me interesé por el caso de Plácido Domingo, pero con el añadido de mi admiración del gran tenor.
SEXUALIDAD PERVERTIDA
MANUEL PARRA CELAYA. Evoco con cierta nostalgia aquellas películas de Manuel Summers que ahora serían imposibles: “Del rosa al amarillo” y “Adiós, cigüeña, adiós”, ambas separadas entre sí por unos diez años. En su día, llegaron a escandalizar a algunos bien pensantes y, actualmente, serían objeto de burla y de rotundo rechazo. ¿Cómo compaginar el humor fino, la ternura y el tacto exquisito con que el cineasta enfocaba el despertar del amor y de la sexualidad en la pubertad con la cruda y aberrante realidad actual de violaciones en masa, cuyas víctimas y agresores son a veces apenas adolescentes? ¿Cómo podía hoy tener éxito el enfoque de Summers cuando los supuestos violadores son recibidos con aplausos al salir de los juzgados?
DECORO Y PURITANISMO
Querido lector: lo siento de veras; después de varias semanas de resistencia, en las que he prestado oídos de mercader a un tema que consideraba anecdótico e inane, y tras el paréntesis vacacional, cuando suponía que estaba muerto y enterrado, la insistencia de los medios me obliga a referirme a la bofetada, esa que propinó el actor Will Smith al humorista y presentador de la gala de los Óscar Chris Rock. Como un a modo de consigna de obligado cumplimiento, todos los medios siguen cargando contra el actor que, quizás en un momento de recalentón, subió al escenario y cruzó la cara, a mano abierta, del deslenguado que se había burlado de la enfermedad de la esposa y de sus consecuencias estéticas. Recalco lo del obligado cumplimiento, porque es una constante en todo el mundo occidental, que, como sabemos, sigue estando patrocinado por el Imperio USA, y no hace falta que ponga otros ejemplos de máxima actualidad y de mayor gravedad que están en la mente de todos.
NEGACIONISMO DE LO ESPAÑOL
Manuel Parra Celaya. He leído en la prensa diaria que la Armada Española va a suprimir este adjetivo y dejar simplemente su imagen corporativa en el sustantivo Armada, al modo como son designados el Ejército de Tierra o el Ejército del Aire, que no necesitan de esa precisión. No ha dejado de haber quiénes se han alarmado, interpretando la instrucción como una nueva concesión a la “corrección política” del momento; claro que los hay susceptibles, en parte con razón, dado lo que está cayendo… Por mi parte -y espero no equivocarme- no pienso que haya que buscarle tres pies al gato en cuanto a esa modificación, ya que a buen seguro chocarían frontalmente con la dignidad de nuestros marinos. También he de decir que siempre he preferido para mi coleto la expresión genérica de Ejército Español -aplicable a Tierra, Mar y Aire- que la anodina Fuerzas Armadas, pero esto es un capricho personal y ya saben que, para gustos, colores.
REMAKES
Manuel Parra Celaya. Disculpen el anglicismo del título, pero creo que no existe ninguna palabra en español que traduzca fielmente el concepto; me refiero a una segunda versión de algo, a una repetición de algo que se hizo en otro momento. Personalmente, siempre he desconfiado de los remakes del cine, especialmente si la película original se podía calificar de clásica, esto es, de obra maestra, fiel al refrán de que nunca segundas partes fueron buenas. Hay excepciones, por supuesto; así, me encantó el nuevo “West Side Story” de Spielberg, quizás por su fidelidad a la historia -por supuesto, a la música- y a no ser una excusa para correcciones políticas de ninguna clase. No obstante -por seguir con los ejemplos del cine-, me quedo con la primera versión de “Sabrina”.
APÒCALÍPTICOS
Manuel Parra celaya. Vacían materialmente los supermercados. Con preferencia, hacen acopio de latas de conserva, alimentos no perecederos y papel higiénico, sobre todo, papel higiénico, al modo de los inicios de la pandemia, como si ahora se avecinase un nuevo virus intestinal con efectos de gastroenteritis. Algunos se proveen, también, de farolillos de camping-gas, de linternas, hornillos y velones. No se trata, en este caso, de precauciones ante una nueva mutación del maldito coronavirus, siempre acechante por otra parte, sino de los anuncios apocalípticos de un apagón general, que puede dejarnos, sin previo aviso, sin gas, iluminación, calefacción, frigoríficos en uso e Internet; creo que esto último es lo que más preocupa, pues provocaría, amén de posibilidades de trabajo a distancia -ahora que se está volviendo a las formas presenciales-, posibilidades de comunicación y de recreo festivo.
PSICOSOCIOLOGÍA DEL BOTELLÓN
MANUEL PARRA CELAYA. No se asuste el lector por lo pedante del título que encabeza estas líneas. En el fondo, se trata de analizar un fenómeno de alcance nacional, y casi europeo, que protagonizan los jóvenes; quizás por este protagonismo, no puede quedar reducido a una noticia de telediario o ser despachado con cuatro tópicos. De entrada, resulta difícil a un jubilado escribir sobre los jóvenes, pues se corre el riesgo de caer en un paternalismo estéril e inadecuado a todas luces o, en sentido contrario, incurrir en un ridículo espantoso imitando o asumiendo formas y modos ajenos a la edad respetable a la que uno, gracias a Dios, ha llegado. También es fácil la crítica, pero sabemos que, por lo menos desde Sócrates, cada generación ha echado en cara a la siguiente lo depravado de unas costumbres que implican irresponsabilidad.
EVOCANDO A PEPPONE
MANUEL PARRA CELAYA. Me imagino que muchos lectores recuerdan las historietas salidas de la pluma magistral de Giovanni Guareschi (1908-1968) y, en concreto, a las que tienen como protagonistas inmortales a Don Camilo, párroco montaraz y perpetuo dialogante con su Cristo, y a José Peppone, su cordial enemigo, alcalde comunista del pueblo de ambos, en la Padania. Los libros que narran sus encuentros y desencuentros figuran en un lugar de honor de mi biblioteca, y me entrego a su repaso cuando siento la necesidad de recuperar, ya no la sonrisa, sino la amplia y franca carcajada, como en mis mejores tiempos.