A BUENAS HORAS MANGAS VERDES
Manuel Parra Celaya. Me entero por los medios que el PP, quizás como carta a los Magos para contentar a muchos españoles desilusionados, propone la ilegalización de aquellos partidos que expresan su intención de acudir a referéndums de autodeterminación, o, dicho de forma más clara, los que quieren socavar la unidad de España y constituirse en taifas independientes.
Cabe recordar que Vox ya se había adelantado, hace bastante tiempo, con una propuesta parecida, si bien ahora, desde las filas peperas se acude a la filigrana de distinguirse, ya que, a diferencia del partido del Sr. Abascal, ellos no se proponen sancionar ideas, sino actitudes; como de costumbre, se les puede aplicar aquello del papel de fumar o de los guantes de boxeo…
Inmediatamente, desde las filas del sanchismo y allegados, se han apresurado a descalificar la propuesta, tildándola, cómo no, de propia de regímenes autoritarios o totalitarios, y una señora o señorita -de cuyo nombre no me acuerdo ni me interesa lo más mínimo recordar- afirma sin sonrojo que eso atenta contra la propia Constitución.
LAS AULAS DE MIS NIETOS
Manuel Parra Celaya. Puede que este artículo sea inapropiado para la fecha, y en plenas vacaciones escolares; o quizás extraño para quien lleva diez años (¡cómo pasa el tiempo!) como jubilado, pero que no deja de sentir cierta añoranza del aula, ya que la vocación se lleva dentro a lo largo de toda la vida. La cuestión es que, hace pocos días, conversaba con antiguos compañeros y sacaba la conclusión de que, si Larra había dicho que escribir de España es llorar, ahora se puede decir también que enseñar en esta España es un perpetuo lamento.
PRODIGIOSA IMAGINACIÓN LA MÍA…
Manuel Parra Celaya. Permítanme que descanse, por favor. De momento, no quiero incidir sobre las barrabasadas jurídicas, éticas y políticas de Pedro Sánchez, especular con las quinielas de ministrables ni unirme al coro de grillos que cantan a la luna; tiempo habrá de todo ello, si Dios no lo remedia… Me dejo llevar a menudo por la imaginación. En este mismo momento me gustaría, por ejemplo, verme sentado en la Plaza Mayor de Alba de Tormes, cerca de Teresa de Ávila, con la música constante del surtidor de su centro. ¿Cómo me ha venido a la cabeza esta imagen y este deseo idílicos? Y no es la primera vez, por supuesto, que acometo esa traslación de lugar (que no de tiempo, cosa más difícil e inútil). De la misma forma misteriosa, algunas noches, al buscar un sueño tranquilo tras haber escuchado las noticias del día, reproduzco en mi mente uno de los lugares más bellos de la catalana Sierra del Cadí, el desfiladero de Els Empedrats, y me imagino subiendo o trepando por el sendero que lo cruza; otras veces, desciendo por la larga cuerda que lleva desde Los Barrerones a la Laguna Grande del Gredos de Castilla.
Alejo Vidal-Quadras: DEL MAJESTIC A NÚÑEZ DE BALBOA
Manuel Parra Celaya. Soy plenamente consciente de que me introduzco en un terreno espinoso, en camisa de once varas, por lo que el lector no va a encontrar en estas líneas ninguna afirmación tajante, ni siquiera una humilde hipótesis de trabajo. Me voy a limitar a mencionar datos conocidos por todo el mundo y a apuntar algunas dudas personales, lo que entra dentro de mis prerrogativas ciudadanas y personales referentes a la (todavía) libertad de expresión que me conceden las leyes, en el supuesto de que sigan vigentes cuando se publique el artículo. En una postdata de mi artículo anterior, mencionaba que el atentado sufrido por D. Alejo Vidal-Quadras en la madrileña calle de Núñez de Balboa, precisamente en momentos tan críticos de la política española, me traía a la memoria otro histórico atentado -esa vez, consumado el asesinato- del lejano y fatídico año de 1936, y muchos lectores han sabido a qué me refería sin entrar en más detalles.
¿VERGÜENZA DE SER ESPAÑOL?
Manuel Parra Celaya. Ha dicho Pablo Motos en la tertulia de su programa televisivo que, en su larga carrera de periodista, “nunca había sentido la vergüenza de ser español como ahora”, en referencia al desaguisado jurídico y al entreguismo a calzón quitado que está cometiendo Pedro Sánchez, diz que Presidente del Gobierno de España, para mantenerse en el machito. Y no es la primera opinión de este tipo que he escuchado, pues comentarios similares recorren toda la escala social, como los desafueros del Tenorio. Parecidas palabras jalonan la historia; don Antonio Cánovas del Castillo musitó, al parecer entre dientes, un “es español aquel no puede ser otra cosa”, y fue rebatido unos cincuenta años después por un ilusionante “ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en el mundo”, de José Antonio Primo de Rivera.
ABRAZAR UN ÁRBOL
MANUEL PARRA CELAYA. Reconozco apesadumbrado que nunca se me ha ocurrido abrazar un árbol, salvo cuando el desnivel del terreno podía presagiarme una caída aparatosa en la montaña. Quizás por mi descuido o ignorancia en esta forma de afectividad, me ha sorprendido llegar a conocer que existe un remedio llamado arboterapia, que, según sus seguidores y pacientes, relaja a la persona que lo practica, mejora la concentración mental, reduce el estrés y la ansiedad y, en general, aporta paz al alma atormentada por las noticias de la actualidad.
UN PARÉNTESIS PARA LA HISTORIA
Manuel Parra Celaya. Estamos viviendo de una forma sobresaltada, quién lo duda; basta con leer las portadas de los periódicos o encender el televisor para que el alma, lejos de serenarse al modo predicado por Fray Luis de León, entre en zozobra: dos guerras simultáneas -no tan lejanas, aunque nos queramos engañar- un mundo en crispación, por añadidura, sometido, además, a la férrea dictadura de la ideología woke, y una España que parece debatirse entre su permanencia como nación o su disolución en taifas irreconciliables. Por ello, hoy renuncio a tratar, como otras veces, esta realidad deprimente; tampoco esta estación otoñal invita a recrearse en una forma de poesía alegre y luminosa o en la lectura de un betseller de éxito de ventas y, por añadidura, de encefalograma plano. De forma que he preferido echar mano de la historia en mi artículo, con la esperanza de que la haga trascender algo de la realidad circundante y recuerde su condición de maestra de la vida. Y, casualmente, me he dado cuenta de que estoy escribiendo para un domingo 29 de octubre.
UN NOGAL UBÉRRIMO: sin necesidad de bombas y de tiros en la nuca, se sigue agitando un vetusto nogal
Manuel Parra Celaya. Creo que todos recordamos la cínica frase de Arzallus que intentaba excusar las actividades y los crímenes de la ETA: Alguien tiene que sacudir el árbol para que caigan las nueces. Ahora, sin necesidad de bombas y de tiros en la nuca, se sigue agitando un vetusto nogal y se van recogiendo nueces en abundancia, con la expectativa, además, de que la cosecha colme las mejores ansias secesionistas en Cataluña y en el País Vasco. Si hacemos un poco de historia, observaremos que el repulsivo recurso de ganar mayorías parlamentarias cambiando votos por dádivas no es una originalidad sacada de la iniciativa e inteligencia de Pedro Sánchez; en efecto, tanto el PSOE como el PP, en sus diferentes gobiernos, han acudido a esta práctica, que -debido a unas normas electorales absurdas- nos han llevado paulatinamente a la situación actual.
PARTICULARISMO FRENTE A REPUBLICANISMO
Manuel Parra Celaya. Para ser ordenados en nuestra exposición, apresurémonos a definir adecuadamente ambos conceptos, con el fin de no caer en equívocos que desvirtuarían por completo la intención del autor de estas líneas; y, como primera fuente, acudimos a la RAE. Con respecto al particularismo, nada que objetar; asumimos plenamente las acepciones del diccionario: 1. Preferencia excesiva que se da al interés particular sobre el general, y 2. Propensión a obrar por el propio albedrío. Pero, con relación al republicanismo, observamos que la Madre Academia se ha quedado en lo anecdótico y superficial, al reducir el término a Sistema político que proclama la forma republicana para el gobierno del Estado.
Estamos formando la primera generación de personas que, por no saber, no saben si son hombres o mujeres
Manuel Parra Celaya. Cuando aún estaba en activo como profesor (¡ya hace diez años!), venía observando que los alumnos portaban sus mochilas escolares suspendidas sobre los riñones, sin tensar en absoluto las correas de los hombros. Un día, a la salida de las clases, se me ocurrió aconsejar a uno de ellos al respecto: a fuer de montañero, le dije que lo recomendable era que la carga se repartiera en la espalda, para que no sufriera la columna. La respuesta me dejó literalmente anonadado: “Es que todos la llevan así”. Repetí el consejo a un par de alumnos más y la contestación fue idéntica: se trataba de no distinguirse, era un problema de moda, de mayorías.