¿EUROCENTRISMO?
Manuel Parra Celaya. Como millones de europeos, he repasado en la prensa los resultados de las elecciones al Parlamento de Estrasburgo, procurando leer entre líneas y más allá de ellas para matizar el inevitable triunfalismo de todos los partidos con sus resultados, sean buenos, malos, mediocres o regulares. Un comentario general periodístico es que Europa ha girado -o está girando- a la derecha; bueno, pero ya sabemos por experiencia que una gran parte de esa derecha no tendrá el menor escrúpulo en pactar con sus teóricos adversarios de la izquierda, siempre que se trate de mantener el establishment supranacional o estrictamente nacional, dentro del Sistema omnipresente; en efecto, el combate cultural suele disfrutar de muchos armisticios cuando se trata, por ejemplo, de debatir aspectos de la Ideología Woke, de mantener las leyes de memoria o de defender la vida de los nasciturus…
LA IGNORANCIA COMO AGRAVANTE
Manuel Parra Celaya. Por supuesto que no me voy a referir a la ignorancia invencible, esto es, aquella que muestran algunas personas cuyo percentil cae por debajo de la media ni las que, desgraciadamente, no han tenido oportunidad de mejorar su instrucción y permanecen en un nivel de conocimientos escasamente elemental. Y tampoco -Dios me libre de echar leña al fuego de la discordia y el frentismo- reiterando en estas líneas la mediocridad de los políticos al uso, que bastante pena tienen ellos y sus electores para que encima nos encarnicemos con sus estupideces.
¿ESPAÑA EN LA CUERDA FLOJA?
Manuel Parra Celaya. La circunstancia de España es, para decirlo de manera misericordiosa, burda, bronca y confusa, y la del mundo en general es caótica y peligrosa; aún no se ha llegado aquí, por fortuna, al vive peligrosamente, no entendible como consigna heroica, sino como consejo sumiso y paciente, y esperemos que nunca se alcance esa cota. No obstante, y sin caer en escepticismos ni en un estéril pesimismo, nos podemos preguntar en qué momento de la historia desaparecieron de la vista del ser humano los sobresaltos, los riesgos y, en concreto, las guerras; señáleme un lector pacifista a ultranza una coyuntura en que no resonó el cruce de las armas. Habrá que concluir, por desgracia pero con realismo, que la guerra es consubstancial a la especie, por lo menos desde que quedó en la memoria colectiva el simbolismo de Caín y Abel.
LAS SOSPECHAS DE LA RANITA
Manuel Parra Celaya. Me imagino que todos los lectores han oído el cuento de la ranita, pero no está de más repetirlo aquí para ilustrar una noticia de prensa de días atrás, que pasó casi desapercibida por la rapidez con la que se publicó y desapareció por el escotillón oficial, sin más comentarios ni consecuencias. Pues “érase una vez” una ranita que fue introducida, en invierno, en un puchero de agua templada y ella se sintió muy cómoda por aquel agradable baño que le proporcionaban sus cuidadores; pero estos fueron calentando progresivamente la temperatura, hasta que el agua hirvió y la ranita, por lógica, quedó cocida.
Supuesto cisma que han protagonizado las Clarisas de Belorado y bisagrazo del Obispado de Getafe
Manuel Parra Celaya. Dice un viejo chascarrillo, atribuido a Agustín de Foxá (y posiblemente apócrifo como tantos otros) que los españoles siempre vamos al compás de los curas, sea delante con un cirio o con un palo detrás. Y dos noticias de prensa me lo han recordado, no solo por lo que puedan tener de anécdota, sino -y esto es más grave- por lo que puedan alcanzar el rango de categoría para los creyentes, cuyo conjunto conforma la Iglesia Católica, no lo olvidemos, por mucho que la ignorancia, los atavismos o la mala gaita la confundan con solo una parte, la de los ordenados o de la de la jerarquía.
LÁGRIMAS DE CODODRILO: Acabado el sainete de Pedro Sánchez y sus lamentos de amor
Manuel Parra Celaya. Acabado el sainete (o vodevil, esperpento o frustrada rima becqueriana, como deseen) de Pedro Sánchez y sus lamentos de amor, hablaremos de cosas más serias y preocupantes.
¿Puede extrañar a nadie el resultado de las pasadas elecciones autonómicas del País Vasco? Yo no encuentro estupidez más clamorosa que los lamentos por lo que llaman “despego constitucional”, pues se trata de un problema de mucho más calado: de un despego a la noción de España. Y a la vuelta de la esquina -en una semana- contemplaremos, si Dios no lo remedia, otro desentendimiento -o animadversión- semejante, en cuanto se vean los resultados de los comicios en Cataluña.
LA PARROQUIA Y LA PIQUETA
Manuel Parra Celaya. Dirijo hoy estas líneas, principalmente, a los lectores creyentes y más o menos practicantes de fuera de Barcelona, pues los que reúnen esta condición en mi ciudad saben de sobra la noticia que comento y, en su inmensa mayoría, experimentan esa sensación de impotencia, por otra parte tan extendida en toda España en los últimos tiempos… El hecho es que la parroquia barcelonesa del Espíritu Santo, enclavada en la Travesera de Gracia, va a ser derruida de forma inminente hasta sus cimientos por orden de uno de los Ordinarios del lugar (leánse obispos titular o auxiliares), sin que pueda mediar recurso alguno para evitarlo; se suma a otros derribos, ventas y desacralizaciones de templos de la Ciudad Condal, cuyo número no puedo precisar. Los motivos aducidos en estos casos suelen ser variados: escasez de fieles y de sacerdotes encargados, escasa vida parroquial, estado ruinoso y, el que más sobresale al parecer, las cuentas en números rojos del Obispado, aspecto en el que, como feligrés de filas, ni entro ni salgo, pues doctores tiene la Iglesia, así como economistas y administradores.
EL FONDO DE LA CUESTIÓN: la información a escala planetaria es instantánea
Manuel Parra Celaya. Nuestra concreta circunstancia, la época que nos ha tocado en suerte vivir, no difiere mucho de otras de la historia, y esta afirmación inicial me aleja de visiones apocalípticas más o menos popularizadas. En efecto, consulten los agoreros de hoy cuándo el mundo ha vivido sin guerras o incertidumbres, cuándo no se han producido tremendos desastres naturales o cuándo los seres humanos no se han visto sorprendidos por una epidemia de mayor o menor alcance. En otro orden de cosas, buscaremos inútilmente momentos en que no hayan existido la corrupción, los latrocinios a costa del erario público, trifulcas entre bandos y partidos o incógnitas sobre cómo capear una crisis política de gran tamaño; claro que esta apreciación quiere ser meramente cualitativa, pues, cuantitativamente, en estos últimos temas, creo que en España nos llevamos la palma, y perdonen por señalar…
También el Régimen actual, nacido en la Transición, fue recibido con muchas alegrías
Manuel Parra Celaya. Domingo, 14 de abril: fecha de la historia. Vayamos, de entrada, a un texto remoto, nada menos que de junio de 1934: “La revolución del 14 de abril parecía prometer, en cuanto a lo histórico, la devolución a España de un interés y de una empresa comunes (…). Y, después, en cuanto al fondo social, la revolución del 14 de abril trajo la incorporación de los socialistas a una obra de gobierno no exclusivamente proletaria (…); se matriculaban en un movimiento que tenía todo un aire nacional”. También el Régimen actual, nacido en la Transición, fue recibido con muchas alegrías; ya no surgió al compás de aquel brillante manifiesto a favor de una República de Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, sino con la mucho más sencilla pero pegadiza musiquilla del Habla, pueblo, habla.
UNA LECTURA HUMANA Y SOCIAL DE LA BIBLIA
Manuel Parra Celaya. Sin pretender sentar plaza de teólogo, pero sí de humilde cristiano de infantería, tengo la convicción, como creyente, de que los grandes hitos del devenir de la humanidad, tales como la Creación, la Encarnación, la Resurrección y la Redención nunca deben ser interpretados como hechos puramente históricos, válidos para un momento dado en los siglos, sino que son de un valor constante y permanente hasta el fin de la historia.