Manuel Parra Celaya. Hace pocos días, las páginas de Diario Ya se hacían eco de la política del Ayuntamiento de Barcelona tendente a convertir a los ciudadanos en soplones de oficio a través de delaciones sobre sus vecinos; pues bien, ahora parece que la recluta de confidentes va a llevarse a cabo a través de la red del llamado entramado social, que suele nacer por impulso oficial y mantenerse mediante generosas subvenciones. Vean el caso.
Manuel Parra Celaya. Todos sabemos que una constante británica ha sido impedir que ninguna nación del Continente –ese que quedaba aislado cuando se imponía la niebla en el Canal de la Mancha- alzara la cabeza un palmo por encima de su Imperio; eso ha venido ocurriendo desde antiguo, y España, Francia y Alemania pueden dar, sucesivamente, fe de ello. Pero también se han venido dando otras constantes, igualmente lamentables, entre europeos continentales, como la manía de franceses y alemanes de zurrarse periódicamente, y esas han sido felizmente superadas.
Manuel Parra Celaya. En esta surrealista Barcelona, antaño puerta de entrada de Europa en España, todo es posible, incluso, como saben ustedes, chantajear al Ayuntamiento para que utilice los dineros de los contribuyentes para solaz de los supuestos antisistema -paz callejera a cambio de euros- , a modo de versión actualizada de aquella protección que los gánsteres ofrecían a los comerciantes.
Manuel Parra Celaya. Mucho me temo que la mayor parte de nuestros compatriotas va a salir de este IV Centenario de la muerte de D. Miguel de Cervantes del mismo modo que entró: desconcertada, aburrida, abúlica o preocupada por la titubeante gobernabilidad de España, angustiada por las patentes de corso concedidas a los separatismos día a día o amedrentada por lo que se nos puede venir encima; o sea, que de la efemérides nada de nada… De nuevo siento sana envidia hacia los ingleses, tan suyos ellos, sean o no euroescépticos, porque siguen celebrando como un solo pueblo a don Guillermo Shakespeare.
Manuel Parra Celaya. La que dieron los mandos militares a la Sra. Ada Colau, al parecer alcaldesa de Barcelona (antes, archivo de cortesía), cuando, en un recorrido protocolario ante el stand de las Fuerzas Armadas en el Salón de la Enseñanza, les espetó, ante los periodistas, un “no me gusta que estéis aquí”; disciplinariamente, los interpelados se limitaron a saludar correctamente a la Sra. Colau como máxima autoridad municipal y se abstuvieron de más comentarios.
Manuel Parra Celaya. Si otrora en los tranvías campeaba el rótulo Prohibida la blasfemia y la palabra soez, ahora, en determinados Consistorios podemitas, podría figurar este otro: Se premia la blasfemia y la palabra soez. El último en otorgar un galardón en esta modalidad de la cutrez más absoluta, de la carencia de ingenio y de gratuito insulto a los católicos ha sido el Ayuntamiento de Barcelona, virreinato de Ada Colau, como ya saben ustedes, por lo que no me voy a extender en los sucios detalles del hecho.
Manuel Parra Celaya. En el municipio de Cájar, en Granada, se ha producido un caso de interdicto, concretamente en la persona de D. Fernando García (al que no tengo el gusto de conocer), que era director de la Escuela Deportiva para la Integración Intercultural Perica; dijo era, ya que se ha visto obligado a dimitir, por medio del ruin chantaje de no ser renovado el convenio que esta escuela tenía con la Junta de Andalucía y con la Diputación de Granada. El motivo no hay que buscarlo en sospechas sobre la integridad sexual o económica del dimitido director, sino por la evidencia de ser el responsable en la Andalucía Oriental de un partido legal, concretamente Falange Española de las JONS.
Manuel Parra. Mucho se ha escrito a estas alturas sobre las aberrantes ridiculeces con las que los Ayuntamientos regidos por los llamados progresistas han querido sustituir las antaño majestuosas cabalgatas de los Reyes Magos, y mejores plumas que las mías han cubierto las crónicas –entre el enfado y el cachondeo- de lo ocurrido en Madrid o Valencia, por ejemplo.
Manuel Parra Celaya. Este año vamos a tener posibilidad de disponer, si Dios no lo remedia, de abundantes y sabrosos temas de conversación en las sobremesas navideñas. Nada de villancicos, por supuesto, que por algo se está decretando poco a poco la festividad laica del Solsticio de Invierno; en la escena, en consecuencia, puede figurar algún paisaje con corcho y río de papel de aluminio, pero sin Portal, Nacimiento ni Reyes Magos; nada de ofrecer la oportunidad al niño repipi de declamar su verso y recibir unas monedas a modo de aguinaldo; nada de soportar con ecuanimidad las ocurrencias del cuñado gracioso que lleva una copa de más.
Manuel Parra Celya. No sé si ; lo evidente es que los medios martillean continuamente con una expresión hasta que todos los ciudadanos, velis nolis, la adoptan. Posiblemente, todo sea una estrategia de la ingeniería social, que practica la técnica del Sr. Paulov con su perrito de marras.