El temor a lo grotesco
Manuel Parra Celaya. He de reconocer que, de muy pequeñito, me causaban temor los cabezudos y dragones de nuestras fiestas populares; quizás era que veía en ellos algo desaforado y horripilante; como casi todos los niños, temía que del armario o de debajo de la cama me surgieran de noche, espeluznantes adefesios, tales como los de la deliciosa película Monstruos SA, los cuales, sin embargo, tienen su corazoncito y se alimentan del miedo como energía vital.
Costumbres ciudadanas
Manuel Parra Celaya. Confieso que la primera vez piqué como un incauto. Como si fuera nuevo, vamos. En una céntrica calle de mi ciudad se me acercó un caballero de inequívocos rasgos agarenos, que me preguntó cortésmente la hora; le respondí y, al continuar mi camino, se puso a mi lado y, con no menor cortesía, me dijo: ¿No le importa que le haga una pregunta?
OPERACIÓN RETORNO
Manuel Parra. Siempre he sido renuente a comentar los resultados electorales; como no entiendo mucho de política, siempre se me escapa el auténtico valor de los datos, de los porcentajes, de las fugas de votantes, la significación de determinados votos…, es decir, todas esas variables que deben de ser pan comido para politólogos y tertulianos.
El apoliticismo de los mejores
Manuel Parra Celaya. He de reconocer que en otros tiempos sentí el impulso de la abstención y, en ocasiones, la practiqué (o, lo que es lo mismo, el voto sentimental); ello ocurrió cuando lo que se ponía en juego era un más de lo mismo, equivalente a la antigua copla de ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio… En mi actitud de desprecio por el juguete que se me ofrecía imitaba a millones de europeos, desengañados o escépticos, ante un sistema político que ni los representaba realmente ni contribuía a solucionar sus necesidades.
Lágrimas de cocodrilo
Manuel Parra Celaya. No he querido poner la mano en la pluma llevado por el impacto de la noticia y por la avalancha de interpretaciones, comentarios e informes oficiales. Me refiero al asesinato del profesor interino del Instituto Joan Fuster de Barcelona y a las agresiones y heridas que sufrieron otras personas por parte de un alumno que llegaba tarde a clase…
Las amistades peligrosas entre el separatismo catalán y el islamismo radical
Manuel Parra Celaya. La noticia de la detención por parte de los Mossos d´Esquadra de once yihadistas en Cataluña esta semana (entre ellos, cuatro españoles conversos al Islam) forma parte de una trayectoria ininterrumpida de amistades peligrosas entre el separatismo catalán y el islamismo radical.
Paralelismos históricos
Manuel Parra Celaya. Esos verdaderos mártires de la Fe no merecieron el honor de presidir titulares de primera página, como tantos y tantos que cada día sucumben en mano de los salvajes, pero ya sabemos que, para el progresismo laicista, sigue habiendo muertos de primera y de segunda categoría; en orden a las mezquindades, para el Parlament de Catalunya, solo merecieron el consabido minuto de silencio dos de las víctimas, por ser autóctonas…
Los españoles hemos sido objetos de una ingeniería social
Manuel Parra Celaya. Los españoles hemos sido objetos –y nunca mejor empleado el término- de una maquiavélica operación de los expertos de la ingeniería social para hacernos olvidar nuestra historia, cuando no para menospreciarla o recibirla fraccionada o tergiversada.
Martillazos contra la historia
Manuel Parra Celaya. No guardo constancia en mi memoria de que ese periódico protestara jamás de otros martillazos o golpes de piqueta contra la historia que se han ido dando en Barcelona, para no ir más lejos.