Los hábitos ciudadanos
Manuel Parra Celaya. Anécdota vivida en un AVE: una familia acaba sus bocadillos y refrescos y deposita los desperdicios en una bolsa de plástico; llegan a su estación de destino y la niña pregunta a su madre: “¿Qué hacemos con esto?” Respuesta: “Déjalo, ya lo recogerán los empleados, que para algo están”. La escena me produjo un dejá vu de otros similares vividos innumerables veces con alumnos de Secundaria: “Por favor, recoge ese papel”. “¡No es mío, yo no he tirado!”. “Ya lo sé (sea o no cierto)… te digo que lo recojas para que no vivamos en el colegio entre basuras”. “¡Para algo les pagan a las señoras de la limpieza…!
El imperio de lo políticamente correcto es rematadamente cursi
Manuel Parra Celaya. El imperio de lo políticamente correcto es, por encima de todo, rematadamente cursi, tanto cuando se ejerce desde el dogmatismo de la izquierda como cuando responde a los complejos de la insegura derecha. Lo políticamente correcto adolece, también, de puritanismo, con reminiscencias de Ejército de Salvación y de comparsa de Damas Sufragistas, al unísono; sus mohínes, dengues y remilgos de escándalo ante la disidencia son dignos de dramón decimonónico, aunque, en su fuero interno, se correspondan más con secretos licenciosos de los salones de la Pompadour.
Ley 26/2015: Al fondo de la cuestión
Manuel Parra Celaya. Al parecer, se ha puesto en vigor la Ley 26/2015, de 18 de agosto, por la cual se exige una certificación negativa de penales para el acceso y ejercicio de toda actividad que implique un contacto habitual con menores, a fin de evitar, en la medida de lo posible, los casos de pederastia con que nos sacuden la conciencia y la sensibilidad loe medios de difusión tan a menudo. La norma es positiva en cuanto a su intencionalidad, pero dudo de su eficacia real, al igual que dudo, por ejemplo, de que quitarse el cinturón y descalzarse en los aeropuertos sirva para frenar el terrorismo islámico.
Al filo del año nuevo
Manuel Parra Celaya. Me adhiero temporalmente a la costumbre de enviar frases inspiradas por WhatsApp como método de felicitación navideña, en lugar de las tradicionales postales, a raíz de la que recibí de un amigo: Los años se inventaron para medir el tiempo astrológico, no para alterare nuestras vidas.
Un brindnis al sol
Manuel Parra Celaya. Este año, los premios del sorteo de Navidad han estado mucho menos repartidos que los votos de los ciudadanos un par de días antes, y, además, el gordo –la mayoría absoluta- no ha tocado absolutamente a nadie. Y, claro, nos esperan largas jornadas de amagos, rumores, pactos de tapadillo, desacuerdos y globos-sonda, hasta que los candidatos electos lleguen a alguna conclusión, aunque sea la de volver a repetir las votaciones, que la casa es fuerte y no repara en gastos…
Cantinela anual: Protesta por la presencia del stand de las Fuerzas Armadas en el Salón de la Infancia
Manuel Parra Celaya. No son nada originales, más bien cansinos, como dice nuestro inigualable José Mota: cada año, por estas fechas, la misma cantinela… Por si no lo sabían, un amasijo de supuestas entidades ha manifestado su protesta por la presencia del stand de las Fuerzas Armadas en el Salón de la Infancia que tradicionalmente se celebra en Barcelona en estos días navideños.
Expresiones desafortunadas
Manuel Parra Celaya. Los deslices de los políticos, muchas veces producto de una incontinencia verbal, suelen proporcionar material jugoso a los adversarios de su persona o de su partido que carecen de otras municiones más contundentes y, a la vez, material jocoso a los comentaristas ayunos de noticias más importantes.
En marcha la formación de un Frente Popular: Sólo falta un torero…
Manuel Parra Celaya. A estas alturas, nadie duda que está en marcha la formación de un Frente Popular, remedo actualizado del tristemente histórico. Llamémosle amalgama rupturista, para no suscitar alarmas ni equívocos evocadores de un pasado cainita que mejor está enterrado en museos de la memoria histórica.
Mucho más que un ruido de sables
Manuel Parra Celaya. Los que vivimos la Transición -entre expectantes por si cabía la ilusión y pronto desengañados- no hemos olvidado la inquietud que despertaba en los medios políticos y periodísticos el llamado ruido de sables. Bastaba que dos militares, en activo o en la reserva, se reunieran para tomar café para que se despertaran todas las alarmas democráticas y constitucionalistas.
Ante la bandera nacionalista en el cabildo de Lanzarote: Responsabilidad de generaciones
Manuel Parra Celaya. No he sido entusiasta nunca de las actitudes apocalípticas ni de las tesis conspiratorias; las primeras chocan frontalmente con mi idea de la libertad del hombre, opuesta a todo fatalismo o determinismo, y las segundas, por su simplismo reduccionista, no tienen en cuenta la complejidad del ser humano y de las sociedades que este ha ido creando. No obstante, mi “lado oscuro”, ese que no obedece a criterios de razón y nace de las profundidades del inconsciente, me viene martilleando de forma obsesiva con que acaso exista un plan preconcebido para que España no supere, como entidad histórica, los límites de esta generación.